Se intensifica la cuarta guerra de Obama: ¿Quién será víctima de la quinta?
Boris Volkhonsky - Global Research
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=130204
El New York Times ha revelado lo que llama “el secreto mejor guardado del gobierno de Obama”: el hecho de que Estados Unidos no sólo lanza una guerra encubierta en Yemen, sino que además la intensifica, ahora que el presidente yemení Abdullah Ali Saleh ha huido del país herido y con graves quemaduras tras un ataque de mortero contra el palacio presidencial el 2 de junio.
Los motivos de la operación militar clandestina son obvios. Abdullah Saleh es uno de los aliados más importantes de Estados Unidos en su “campaña antiterrorista”.
Por otra parte, algunos de los rebeldes que tratan de poner fin a sus 33 años de gobierno, supuestamente pertenecen a al-Qaida. Se informa de que el propio presidente Saleh autorizó misiones militares estadounidenses en Yemen en el año 2009. Pero hay un paréntesis de un año por los menos en los ataques aéreos estadounidenses en suelo yemení. Ahora se han reanudado. Como informa The New York Times, la campaña de EE.UU. en Yemen está dirigida por el Comando Conjunto de Operaciones Especiales y estrechamente coordinada con la CIA. Los equipos de agentes militares y de inteligencia estadounidenses tienen un puesto de comando en Saná, la capital yemenita, para acumular inteligencia sobre militantes en Yemen y planificar futuros ataques.
Según las informaciones, los ataques más recientes han matado a varios militantes de nivel medio de al-Qaida. De hecho, la cantidad de muertes civiles es mucho más elevada. Como admiten los funcionarios militares de EE.UU., el uso de la fuerza contra militantes en Yemen se complica por el hecho de que los agentes de al-Qaida se han mezclado con otros rebeldes y militantes antigubernamentales, lo que dificulta los ataques de EE.UU. contra ellos sin que parezca que está tomando partido.
Todo el asunto difiere sorprendentemente de lo que está sucediendo, por ejemplo, en Libia, o lo que EE.UU. y sus aliados de la OTAN quisieran que pasara en Siria. Abdullah Ali Saleh ha gobernado Yemen durante 33 años –casi tanto tiempo como su colega libio Muamar Gadafi-. En cuanto a sus principios interiores, su régimen no ha sido muy diferente del de Gadafi, o del de cualquier otro dictador en Medio Oriente. Pero –y el ‘pero’ es de extrema importancia– mientras Gadafi o la dinastía Asad en Siria eran considerados como evidentes malvados según los occidentales, Saleh ha sido un importante aliado. Por ello a los ‘rebeldes’ en Libia y a los manifestantes en Siria les llaman fuerzas por la democracia, mientras a los de Yemen los presentan como militantes de al-Qaida y terroristas.
Es fácil hacerlo, ya que al-Qaida es una organización de redes con una estructura organizativa muy inconexa o, en general, inexistente. Si tomas las armas contra nuestro aliado, automáticamente te incluimos en la “lista de terroristas”. Pero la situación en Yemen es demasiado complicada para poder hablar de “buenos y malos”.
Sí, hay militantes islámicos radicales entre los manifestantes y es bastante probable que algunos de ellos sean de al-Qaida. Pero el régimen de Saleh se ha aislado de un espectro tan amplio de fuerzas sociales que no es posible calificar a todos de “terroristas” y “militantes”.
La expresión “doble rasero” se ha utilizado tanto en este último tiempo que repetirla parece insensato. Pero por otra parte, las costumbres de la dirigencia estadounidense no dejan otra alternativa. La frase de Franklin Roosevelt de que “fulano de tal es un hijueputa, pero es nuestro hijueputa” parece cada vez más relevante.
La situación en Yemen también arranca todas las máscaras que Obama se ha esforzado tanto por usar cuando se trata de Libia. Ha tratado de presentar la operación libia como un asunto enteramente europeo con ayuda limitada y obligada de Washington. Pero ahora está dejando claro que semejantes intentos estaban totalmente destinados al consumo local de EE.UU. En los hechos, Obama ansía lanzar una tercera guerra en Libia y una cuarta en Yemen.
La pregunta es: ¿quién será el objetivo de la quinta guerra de Obama?
Los motivos de la operación militar clandestina son obvios. Abdullah Saleh es uno de los aliados más importantes de Estados Unidos en su “campaña antiterrorista”.
Por otra parte, algunos de los rebeldes que tratan de poner fin a sus 33 años de gobierno, supuestamente pertenecen a al-Qaida. Se informa de que el propio presidente Saleh autorizó misiones militares estadounidenses en Yemen en el año 2009. Pero hay un paréntesis de un año por los menos en los ataques aéreos estadounidenses en suelo yemení. Ahora se han reanudado. Como informa The New York Times, la campaña de EE.UU. en Yemen está dirigida por el Comando Conjunto de Operaciones Especiales y estrechamente coordinada con la CIA. Los equipos de agentes militares y de inteligencia estadounidenses tienen un puesto de comando en Saná, la capital yemenita, para acumular inteligencia sobre militantes en Yemen y planificar futuros ataques.
Según las informaciones, los ataques más recientes han matado a varios militantes de nivel medio de al-Qaida. De hecho, la cantidad de muertes civiles es mucho más elevada. Como admiten los funcionarios militares de EE.UU., el uso de la fuerza contra militantes en Yemen se complica por el hecho de que los agentes de al-Qaida se han mezclado con otros rebeldes y militantes antigubernamentales, lo que dificulta los ataques de EE.UU. contra ellos sin que parezca que está tomando partido.
Todo el asunto difiere sorprendentemente de lo que está sucediendo, por ejemplo, en Libia, o lo que EE.UU. y sus aliados de la OTAN quisieran que pasara en Siria. Abdullah Ali Saleh ha gobernado Yemen durante 33 años –casi tanto tiempo como su colega libio Muamar Gadafi-. En cuanto a sus principios interiores, su régimen no ha sido muy diferente del de Gadafi, o del de cualquier otro dictador en Medio Oriente. Pero –y el ‘pero’ es de extrema importancia– mientras Gadafi o la dinastía Asad en Siria eran considerados como evidentes malvados según los occidentales, Saleh ha sido un importante aliado. Por ello a los ‘rebeldes’ en Libia y a los manifestantes en Siria les llaman fuerzas por la democracia, mientras a los de Yemen los presentan como militantes de al-Qaida y terroristas.
Es fácil hacerlo, ya que al-Qaida es una organización de redes con una estructura organizativa muy inconexa o, en general, inexistente. Si tomas las armas contra nuestro aliado, automáticamente te incluimos en la “lista de terroristas”. Pero la situación en Yemen es demasiado complicada para poder hablar de “buenos y malos”.
Sí, hay militantes islámicos radicales entre los manifestantes y es bastante probable que algunos de ellos sean de al-Qaida. Pero el régimen de Saleh se ha aislado de un espectro tan amplio de fuerzas sociales que no es posible calificar a todos de “terroristas” y “militantes”.
La expresión “doble rasero” se ha utilizado tanto en este último tiempo que repetirla parece insensato. Pero por otra parte, las costumbres de la dirigencia estadounidense no dejan otra alternativa. La frase de Franklin Roosevelt de que “fulano de tal es un hijueputa, pero es nuestro hijueputa” parece cada vez más relevante.
La situación en Yemen también arranca todas las máscaras que Obama se ha esforzado tanto por usar cuando se trata de Libia. Ha tratado de presentar la operación libia como un asunto enteramente europeo con ayuda limitada y obligada de Washington. Pero ahora está dejando claro que semejantes intentos estaban totalmente destinados al consumo local de EE.UU. En los hechos, Obama ansía lanzar una tercera guerra en Libia y una cuarta en Yemen.
La pregunta es: ¿quién será el objetivo de la quinta guerra de Obama?
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