martes, 7 de junio de 2011

¿ESTADOS UNIDOS DEJA DEFINITIVA Y TOTALMENTE IRAK?

Cinco soldados estadounidenses muertos en medio de una oleada de violencia en Irak
Por Bill Van Auken
07 de junio 2011


Cinco soldados de Estados Unidos murieron en una ola de violencia que se cobró al menos otras 20 vidas en todo Irak el lunes. Fue la peor cifra de muertos en combate en un solo día para las fuerzas de ocupación norteamericanas desde abril de 2009.
Los funcionarios militares de EE.UU. no proporcionaron ni los nombres de los soldados muertos ni los detalles del ataque, solo dijeron que se llevó a cabo en el centro de Irak. Las autoridades iraquíes, sin embargo, revelaron que las muertes fueron el resultado de un ataque con cohetes en Camp Victory, una base construida por Estados Unidos cerca del aeropuerto internacional de Bagdad. Cinco cohetes fueron disparados en la instalación, cerca de las viviendas de las tropas norteamericanas. Además de los muertos, por lo menos cinco miembros del personal militar resultaron heridos.
Las muertes en el ataque de Camp Victory lleva a 29 el número de soldados norteamericanos muertos en Irak este año. El número total de soldados estadounidenses muertos desde que los Estados Unidos invadieron Irak hace más de ocho años llega ahora a 4.459. El número de vidas iraquíes perdidas durante el mismo período se estima en más de un millón.
También el lunes nueve soldados iraquíes y tres civiles murieron en un atentado con coche bomba en la llamada "Zona Verde" de Tikrit, capital de la provincia predominantemente sunita de Salaheddin y lugar de nacimiento de Saddam Hussein, el presidente iraquí derrocado por la invasión norteamericana de 2003, ejecutado más de dos años y medio más tarde. El complejo había servido como palacio y oficinas de Hussein y desde entonces se ha convertido en sede de diversos organismos de seguridad.
El bombardeo de Tikrit mató a un alto funcionario de la inteligencia militar iraquí, Nuri al-Mashhadani Sabeah. Fue el segundo ataque importante en Tikrit en tres días. El viernes pasado los ataques de dos bombas en la mezquita de Tikrit después de los servicios de oración mató a 21 personas e hirió a más de 70 personas.
Los soldados de EE.UU. muertos en Camp Victory habrían sido parte de una unidad responsable del entrenamiento de policías paramilitares iraquíes.
El ataque con misiles es parte de una intensificación general de los ataques contra las fuerzas de EE.UU. en Irak, especialmente en el sur del país. Estos ataques se produjeron poco más de seis meses antes de que estas fuerzas, que ahora suman unos 48.000, se retiren de Irak en virtud de un Acuerdo de Estatus de Fuerzas (SOFA) firmado en 2008 entre Washington y el régimen del primer ministro Nouri al-Maliki, respaldado por Estados Unidos.
Los ataques han sido atribuidos a las milicias chiítas que se oponen a la presencia de EE.UU. y a cualquier intento de extenderla. También hay un creciente malestar entre los elementos suníes que se habían alineado con la ocupación de EE.UU. en lo que se conoce como el "despertar sunita". Estas milicias fueron abandonadas a su suerte por la ocupación de EE.UU. mientras que los empleos que les habían sido prometidos por el gobierno iraquí nunca se han materializado.
Si bien la violencia está vinculada a la continuación de la presencia de EE.UU. y la tensión política y sectaria desatada por la invasión y ocupación norteamericana, la situación está siendo aprovechada por los funcionarios de EE.UU. y los medios de comunicación como un argumento para extender la presencia de las tropas estadounidenses más allá de la fecha límite del 31 de diciembre de 2011.
"Las muertes del lunes plantean preguntas acerca de la línea de tiempo", afirmó la CNN. El columnista del Wall Street Journal, Max Boot, un destacado defensor de los neo-conservadores en la guerra de Irak, argumentó que el ataque con misiles fue obra de "fuerzas apoyadas por Irán" y que sacar a las tropas de EE.UU. en la fecha prevista sólo fortalecería a Irán.
"Es imperativo que los líderes responsables, tanto en los EE.UU. como en Irak no den a los extremistas lo que ellos quieren", escribió Boot en una columna publicada en el sitio web Commentary. "Estos ataques son una razón más para ampliar el acuerdo de seguridad con el fin de construir en base al progreso sustancial que se ha hecho desde la oleada de 2007-2008".
Tales argumentos se suman a repetidas advertencias, manifiestas ya sea en público como en forma anónima, de los funcionarios políticos y altos oficiales militares de EE.UU. respecto a que las tropas estadounidenses deberían permanecer en Irak más allá del plazo final de diciembre.
En una audiencia del Subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara sobre Irak la semana pasada, el presidente republicano del panel, el representante Steve Chabot, de Ohio, concluyó que "los políticos en Irak van a tener que sacar a relucir sus placas, porque si los Estados Unidos se retiran a finales de este año y se vuelven a casa... el futuro de ese país que no está preparado literalmente podría sufrir una derrota en las fauces de la victoria".
El representante Gary Ackerman de Nueva York, el demócrata de mayor rango en el subcomité, llegó a una conclusión similar, comentando que "la mayoría de los estadounidenses creen que la tarea ya está hecha en Irak. Eso está en contradicción con la realidad en Irak". Ackerman, reconociendo la abrumadora hostilidad popular contra la ampliación de la ocupación norteamericana, sostuvo que la administración Obama tiene que nombrar a un funcionario encargado de convencer al Congreso de que eso es necesario. "Si nadie lo vende, nadie lo compra", dijo.
Según se informa la discusión entre los EE.UU. y las autoridades iraquíes gira alrededor de una propuesta de permanencia de más de 20.000 soldados en el país, continuando con las operaciones de formación así como con las incursiones de las fuerzas especiales de contrainsurgencia que se realizan diariamente. Esta fuerza reducida serviría como un anclaje para continuar la dominación de Estados Unidos sobre el país.
El secretario de Defensa, Robert Gates, hizo un llamado abierto para la continuación de la ocupación en un discurso ante el American Enterprise Institute el mes pasado. La presencia continua de tropas estadounidenses en Irak según él es vital para los intereses de EE.UU. en todo el Oriente Medio porque "envía una poderosa señal a la región de que ahora no los vamos a dejar".
El embajador de EE.UU. en Irak, James Jeffrey, afirmó la semana pasada que no había "negociaciones entre Estados Unidos e Irak" sobre la ampliación de la presencia de tropas de EE.UU., pero que Washington estaba a la espera de los "resultados de los diálogos entre los bloques políticos iraquíes."
Preguntado sobre si Irán y Al Qaeda podrían tomar ventaja de la retirada de las tropas norteamericanas del país, Jeffrey respondió que se trataba de una "alarmante" perspectiva, pero que los EE.UU. "hicieron todo lo posible para luchar contra Al Qaeda en Irak, mientras el gobierno iraquí quería eso".
El primer ministro Maliki anunció el mes pasado que el Parlamento iraquí debe discutir y llegar a un consenso sobre cualquier propuesta de extender la ocupación, una perspectiva a la que se opone firmemente la gran mayoría de la población iraquí.
A fines del mes pasado decenas de miles de iraquíes se unieron a una manifestación organizada por los partidarios del clérigo chiíta Moqtada al-Sadr que se oponen a cualquier presencia de tropas de EE.UU. después del final de este año. Marchando a través del área predominantemente chií de Ciudad Sadr, en formación militar, los manifestantes coreaban "¡No a la ocupación!" y "¡El pueblo quiere que el ocupante se vaya!".
Sadr, cuyo partido es miembro prominente del gobierno de coalición de Maliki, ha amenazado con reactivar su milicia del Ejército Mahdi, que combatió en varias ocasiones contra las fuerzas de EE.UU., si la ocupación no termina en la fecha prevista.
Además de la amenaza de revueltas populares por la continuación de la ocupación estadounidense el gobierno de Maliki se enfrenta a la posibilidad de nuevas protestas por las condiciones sociales y económicas en el país, la represión política y la corrupción gubernamental.
Las fuerzas de seguridad han detenido a decenas de conocidos disidentes la semana pasada en un intento de silenciar un resurgimiento de las protestas que fueron violentamente reprimidas en febrero pasado. La previsión de que los manifestantes saldrán a las calles otra vez es impulsada en parte por la fecha del 7 de junio, auto-impuesta por el gobierno como fecha límite para que sus ministerios acaben con la corrupción y mejoren el rendimiento de la prestación de servicios a la población. Mientras la represión continúa, no ha habido ningún cambio en el funcionamiento corrupto del gobierno de Maliki y las condiciones de pobreza, el aumento de precios y el desempleo masivo siguen primando.
Las últimas bajas de tropas de EE.UU. se produjeron apenas días después de que la secretaria de Estado Hillary Clinton organizó un Foro Empresarial de Promoción de Oportunidades Comerciales en Irak en el Departamento de Estado norteamericano. Los participantes fueron funcionarios gubernamentales y representantes de las empresas de EE.UU., encabezadas por Occidental Petroleum y otros conglomerados energéticos importantes.
La idea central de las declaraciones de Clinton fue que mientras que China, Irán, Turquía y otros países consiguen contratos en Irak, las corporaciones de EE.UU. hasta el momento tenían poca presencia en el país ocupado por Estados Unidos.
Al instar a que aumente la inversión de EE.UU. prometiendo el apoyo del gobierno para las empresas que operan en Irak, Clinton dijo a los representantes empresariales reunidos: "una de las razones por las que hay ahora muchas oportunidades se debe a que Irak sigue siendo un entorno difícil. Todavía hay importantes desafíos de seguridad, hay cuellos de botella en infraestructura, las regulaciones son poco claras y por desgracia hay mucha corrupción".
Después de más de ocho años de guerra que ha costado la vida de casi 4.500 soldados de EE.UU. y se espera que le cueste a la economía norteamericana unos US $ 3 billones de dólares, la elite gobernante de Estados Unidos teme que Irán esté a punto de cosechar los beneficios políticos y que los rivales regionales y mundiales del capitalismo estadounidense superen a los Estados Unidos en relación al botín económico. Estas son las preocupaciones subyacentes a la discusión de mantener las tropas norteamericanas en Irak.

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