Por Jonathan Asuán
20 de junio 2011
En los últimos días y semanas la lucha revolucionaria de la clase obrera egipcia ha sido testigo de un nuevo auge. Después de las protestas masivas del 27 de mayo exigiendo una "segunda revolución", miles de trabajadores han ido a la huelga y protestaron en todo el país.
La semana pasada los trabajadores temporales de la Compañía de Petróleo Mansoura protestaron y exigieron contratos permanentes. Los conductores de trenes de la línea de Damietta-Sherbin organizaron una sentada para presionar por lograr mejores salarios. Además, los equipos de la tripulación de cabina de la aerolínea egipcia EgyptAir protestaron contra la gestión corrupta de la aerolínea.
Los estudiantes también han continuado con sus protestas. El plantón de los estudiantes de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Mansoura, pidiendo la destitución del decano de la facultad, entró en su octava semana.
Los graduados de la Universidad Al Azhar de El Cairo llevaron a cabo protestas frente al parlamento exigiendo puestos de trabajo y salarios más altos. Se instaló una carpa y amenazaron con iniciar una huelga de hambre colectiva hasta que todas sus demandas fueran satisfechas. A los graduados se les han unido trabajadores automotrices de la compañía de autos de propiedad estatal Nasr y por los arrendatarios. Los campesinos enojados gritaban contra el gobierno, al que acusan por el robo de sus tierras.
El pasado miércoles miles de trabajadores de siete diferentes compañías de la Autoridad del Canal de Suez reanudaron la huelga. Según los trabajadores sus demandas de mayores salarios y mejores condiciones de trabajo no han sido cumplidas por el gobierno. Los trabajadores ahora piden la renuncia del almirante Ahmed Fadel, presidente y director ejecutivo de la Autoridad del Canal de Suez. Los trabajadores dijeron que quieren derribar a Fadel, así como derribaron al ex dictador Hosni Mubarak y coreaban: "¡Eh marinero, mañana te unirás al piloto".
El mismo día los trabajadores ferroviarios se declararon en huelga en todo Egipto. Bloquearon las vías en las provincias de El Cairo, Ismailiya, Asiut, Sohag, Aswan y Sharqia. Sus demandas incluyen los pagos de bonos, incentivos y contratos permanentes.
Enfrentados con las luchas masivas en curso de los trabajadores egipcios y la amenaza de una segunda revolución los gobernantes militares de Egipto reaccionaron con un aumento de la represión y de la violencia contra los trabajadores que protestaban y contra la juventud.
El 8 de junio la junta militar amenazó con aplicar una ley contra las protestas que fuera aprobada anteriormente, pero que no se ha aplicado plenamente. La ley draconiana castiga a los trabajadores en huelga y a los manifestantes con penas de arresto o de prisión, de un año o más y/o multas que van de 30.000 a 500.000 EGP (5.000 a 83.000 dólares).
Una declaración publicada por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) afirma que la ley pretende "evitar mayores riesgos económicos y lograr la estabilidad del país." Entonces se advierte que nadie se atreva a oponerse a las medidas dictatoriales de la Junta, haciendo hincapié en que el SCAF "no dudará en responder a cualquier intento de cualquier otro partido o grupo de perturbar la ley o para perjudicar a la economía nacional, especialmente durante esta etapa crítica que el país está pasando".
El mismo día en que se emitió la declaración, los camiones de la tristemente célebre Amn al-Markazi (fuerzas de seguridad central) y los oficiales de policía vestidos de civil aparecieron frente al edificio del Parlamento, donde los estudiantes, los campesinos y los trabajadores estaban protestando. Trataron de dispersar a los manifestantes por la fuerza y arrestaron a por lo menos 10 de ellos.
El miércoles 15de junio, el ejército y la policía atacaron a más de 2.000 trabajadores de los ferrocarriles que protestaban en la gobernación de Sharqia. De acuerdo con el diario egipcio Al Masry Al Youm uno de los manifestantes dijo que el ejército detuvo a dos trabajadores y se los llevaron con rumbo desconocido.
Esta ofensiva contrarrevolucionaria de la Junta es totalmente compatible con Estados Unidos, cuyo objetivo es detener la revolución egipcia y estabilizar toda la región en beneficio de los intereses del imperialismo occidental y del capital financiero internacional.
No es casualidad que el almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto norteamericano, viajara el mismo día a El Cairo para mantener conversaciones con el mariscal de campo Hussein Tantawi, cuando el SCAF anunció la aplicación de la ley anti-huelga. Según el Daily News, Mullen afirmó que el "ejército de los Estados Unidos sigue comprometido en una fuerte relación bilateral con las Fuerzas Armadas de Egipto".
Mullen sin rodeos dejó en claro que Estados Unidos apoya la ley anti-huelga y el uso de la violencia contra los manifestantes explicando que el liderazgo egipcio "muy claramente entiende que la seguridad es absolutamente fundamental para la continuación de esta transición a la democracia".
Cínicamente añadió que "los estadounidenses saben que la democracia es muy difícil".
También expresó su "admiración y respeto" por el "grado de profesionalismo con que las fuerzas militares egipcias se han comportado" y agregó que está "agradecido [de haber estado] en contacto con el Teniente General Annan [jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas egipcias] a lo largo de los acontecimientos que han ocurrido desde el pasado mes de enero".
Las declaraciones de Mullen dejan en claro una vez más que el ejército egipcio no estuvo "del lado del pueblo de Egipto" durante el auge revolucionario cuando decidió no ahogar a la clase obrera en sangre, para poder sustituir a la dictadura de Mubarak con una dictadura militar abierta. En la adopción de este curso de acción estaban siguiendo las órdenes del Pentágono. Su objetivo más amplio era salvar el status quo y los intereses económicos del imperialismo y la clase dominante egipcia.
Ahora, como la próxima fase de la lucha masiva de clases se acumula, Estados Unidos nuevamente confía en las fuerzas armadas egipcias para defender sus intereses en la región. Sólo unos días después de los comentarios de Mullen el vicealmirante William Landy, director de la Agencia de Cooperación de Seguridad de Defensa, repitió estos puntos básicos. De acuerdo con la agencia de noticias Reuters, dijo a los reporteros del Pentágono que la relación entre los Estados Unidos y Egipto seguirá siendo la misma: "seguiremos haciendo con Egipto lo que estábamos haciendo antes de la primavera árabe".
El hecho de que ninguno de los partidos políticos oficiales de Egipto hable sobre el rol de los Estados Unidos y su estrategia contrarrevolucionaria en la región, incluyendo la guerra imperialista contra Libia, apoyando más o menos acríticamente al SCAF, muestra claramente de qué lado están todos estos grupos. Además de pequeñas diferencias en cuanto a la forma de organizar el llamado "período de transición" todas las fuerzas burguesas entienden muy bien que los militares protegen sus intereses de clase y al estado capitalista en general.
Líderes políticos burgueses como Mohamed El Baradei siempre hacen hincapié en que criticar o incluso protestar contra las fuerzas armadas es una "línea roja" que no se debe cruzar por el bien de la unidad de la nación. Esta semana otro candidato "secular" a la presidencia, Hamdeen Sabahi, el líder del partido de la "izquierda" nasserista Karama dijo en una entrevista al diario Al Masry Al Youm que iba a otorgar poderes superiores al ejército si fuese elegido. Agregó que "agregar un artículo a la Constitución que amplíe su autoridad sería suficiente para que la seguridad sea restaurada".
Además de su apoyo incondicional a la junta y las fuerzas armadas, los partidos burgueses egipcios también están incrementando sus esfuerzos por establecer diferentes coaliciones entre sí, como otro medio para un mejor control de la clase obrera.
Una reciente encuesta realizada por Gallup muestra que ninguno de los partidos oficiales tiene influencia entre las masas. La Hermandad Musulmana, la principal fuerza política en Egipto, recibió sólo el 15% de apoyo, mientras que otros partidos sólo recibieron apoyos de un solo dígito.
En este contexto 13 partidos anunciaron la formación de la llamada "Coalición Nacional para Egipto". Entre los miembros están los partidos islamistas de derecha como la Libertad de la Hermandad Musulmana o el Partido de la Justicia o el Wasat; los partidos liberales, como el Wafd y El Ghad y la llamada "izquierda", partidos como el Partido Karama, el Partido Nasserista y el Partido Nacional Unionista Progresista (Tagammu).
Los líderes de los diferentes partidos de la coalición subrayaron que todas las fuerzas políticas tienen que trabajar juntas para ser capaces de "manejar el próximo período". Según Al Ahram, el presidente del Tagammu, Said Refaat, afirmó que el próximo período es "el período más importante y crucial en la historia moderna de Egipto" y no puede ser manejado por una fuerza política sino que requiere una intensa colaboración de las diferentes facciones de la sociedad egipcia.
El Sayed El Badawy, líder del Wafd, también hizo hincapié en que todo el mundo tiene que "trabajar codo con codo como un equipo". Mohamed Badie, el Guía Supremo de la Hermandad Musulmana, dejó en claro que "la unidad nacional es vital para la estabilidad de Egipto".
Otra convocatoria a una coalición con el mismo objetivo fue emitida por el Partido Alianza Socialista y de acuerdo con el diario Al-Masry Al Youm fue adoptada por el Partido Socialista Egipcio, el Partido Karama, el Partido Social Democrático y el Frente Democrático. Talaat Fahmy, líder del Partido Alianza Socialista y ex miembro del Tagammu, dijo que el objetivo de la coalición es proteger la naturaleza civil del Estado y presionar al Estado para influir en la redacción de una nueva constitución.
El Partido Alianza Socialista y el Partido Socialista de Egipto son miembros de la llamada coalición de las Fuerzas Socialistas, compuesta por los socialistas revolucionarios [el grupo egipcio de la Tendencia Socialista Internacional dirigida por el Partido Socialista de los Trabajadores (SWP) de Gran Bretaña], el Partido Democrático de los Trabajadores [un partido pro-capitalista fundado recientemente por los Socialistas Revolucionarios] y el Partido Comunista estalinista egipcio.
El hecho de que los partidos de la seudo-izquierda del Frente Socialista construyan abiertamente coaliciones con fuerzas de la derecha burguesa muestra con más claridad que nunca que estos grupos no tienen nada que ver con el socialismo o la lucha de los trabajadores. Más bien son parte del frente general de la burguesía egipcia contra la clase obrera, un grupo de trabajo cuyo objetivo fundamental es evitar una segunda revolución por cualquier medio.
La semana pasada los trabajadores temporales de la Compañía de Petróleo Mansoura protestaron y exigieron contratos permanentes. Los conductores de trenes de la línea de Damietta-Sherbin organizaron una sentada para presionar por lograr mejores salarios. Además, los equipos de la tripulación de cabina de la aerolínea egipcia EgyptAir protestaron contra la gestión corrupta de la aerolínea.
Los estudiantes también han continuado con sus protestas. El plantón de los estudiantes de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Mansoura, pidiendo la destitución del decano de la facultad, entró en su octava semana.
Los graduados de la Universidad Al Azhar de El Cairo llevaron a cabo protestas frente al parlamento exigiendo puestos de trabajo y salarios más altos. Se instaló una carpa y amenazaron con iniciar una huelga de hambre colectiva hasta que todas sus demandas fueran satisfechas. A los graduados se les han unido trabajadores automotrices de la compañía de autos de propiedad estatal Nasr y por los arrendatarios. Los campesinos enojados gritaban contra el gobierno, al que acusan por el robo de sus tierras.
El pasado miércoles miles de trabajadores de siete diferentes compañías de la Autoridad del Canal de Suez reanudaron la huelga. Según los trabajadores sus demandas de mayores salarios y mejores condiciones de trabajo no han sido cumplidas por el gobierno. Los trabajadores ahora piden la renuncia del almirante Ahmed Fadel, presidente y director ejecutivo de la Autoridad del Canal de Suez. Los trabajadores dijeron que quieren derribar a Fadel, así como derribaron al ex dictador Hosni Mubarak y coreaban: "¡Eh marinero, mañana te unirás al piloto".
El mismo día los trabajadores ferroviarios se declararon en huelga en todo Egipto. Bloquearon las vías en las provincias de El Cairo, Ismailiya, Asiut, Sohag, Aswan y Sharqia. Sus demandas incluyen los pagos de bonos, incentivos y contratos permanentes.
Enfrentados con las luchas masivas en curso de los trabajadores egipcios y la amenaza de una segunda revolución los gobernantes militares de Egipto reaccionaron con un aumento de la represión y de la violencia contra los trabajadores que protestaban y contra la juventud.
El 8 de junio la junta militar amenazó con aplicar una ley contra las protestas que fuera aprobada anteriormente, pero que no se ha aplicado plenamente. La ley draconiana castiga a los trabajadores en huelga y a los manifestantes con penas de arresto o de prisión, de un año o más y/o multas que van de 30.000 a 500.000 EGP (5.000 a 83.000 dólares).
Una declaración publicada por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) afirma que la ley pretende "evitar mayores riesgos económicos y lograr la estabilidad del país." Entonces se advierte que nadie se atreva a oponerse a las medidas dictatoriales de la Junta, haciendo hincapié en que el SCAF "no dudará en responder a cualquier intento de cualquier otro partido o grupo de perturbar la ley o para perjudicar a la economía nacional, especialmente durante esta etapa crítica que el país está pasando".
El mismo día en que se emitió la declaración, los camiones de la tristemente célebre Amn al-Markazi (fuerzas de seguridad central) y los oficiales de policía vestidos de civil aparecieron frente al edificio del Parlamento, donde los estudiantes, los campesinos y los trabajadores estaban protestando. Trataron de dispersar a los manifestantes por la fuerza y arrestaron a por lo menos 10 de ellos.
El miércoles 15de junio, el ejército y la policía atacaron a más de 2.000 trabajadores de los ferrocarriles que protestaban en la gobernación de Sharqia. De acuerdo con el diario egipcio Al Masry Al Youm uno de los manifestantes dijo que el ejército detuvo a dos trabajadores y se los llevaron con rumbo desconocido.
Esta ofensiva contrarrevolucionaria de la Junta es totalmente compatible con Estados Unidos, cuyo objetivo es detener la revolución egipcia y estabilizar toda la región en beneficio de los intereses del imperialismo occidental y del capital financiero internacional.
No es casualidad que el almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto norteamericano, viajara el mismo día a El Cairo para mantener conversaciones con el mariscal de campo Hussein Tantawi, cuando el SCAF anunció la aplicación de la ley anti-huelga. Según el Daily News, Mullen afirmó que el "ejército de los Estados Unidos sigue comprometido en una fuerte relación bilateral con las Fuerzas Armadas de Egipto".
Mullen sin rodeos dejó en claro que Estados Unidos apoya la ley anti-huelga y el uso de la violencia contra los manifestantes explicando que el liderazgo egipcio "muy claramente entiende que la seguridad es absolutamente fundamental para la continuación de esta transición a la democracia".
Cínicamente añadió que "los estadounidenses saben que la democracia es muy difícil".
También expresó su "admiración y respeto" por el "grado de profesionalismo con que las fuerzas militares egipcias se han comportado" y agregó que está "agradecido [de haber estado] en contacto con el Teniente General Annan [jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas egipcias] a lo largo de los acontecimientos que han ocurrido desde el pasado mes de enero".
Las declaraciones de Mullen dejan en claro una vez más que el ejército egipcio no estuvo "del lado del pueblo de Egipto" durante el auge revolucionario cuando decidió no ahogar a la clase obrera en sangre, para poder sustituir a la dictadura de Mubarak con una dictadura militar abierta. En la adopción de este curso de acción estaban siguiendo las órdenes del Pentágono. Su objetivo más amplio era salvar el status quo y los intereses económicos del imperialismo y la clase dominante egipcia.
Ahora, como la próxima fase de la lucha masiva de clases se acumula, Estados Unidos nuevamente confía en las fuerzas armadas egipcias para defender sus intereses en la región. Sólo unos días después de los comentarios de Mullen el vicealmirante William Landy, director de la Agencia de Cooperación de Seguridad de Defensa, repitió estos puntos básicos. De acuerdo con la agencia de noticias Reuters, dijo a los reporteros del Pentágono que la relación entre los Estados Unidos y Egipto seguirá siendo la misma: "seguiremos haciendo con Egipto lo que estábamos haciendo antes de la primavera árabe".
El hecho de que ninguno de los partidos políticos oficiales de Egipto hable sobre el rol de los Estados Unidos y su estrategia contrarrevolucionaria en la región, incluyendo la guerra imperialista contra Libia, apoyando más o menos acríticamente al SCAF, muestra claramente de qué lado están todos estos grupos. Además de pequeñas diferencias en cuanto a la forma de organizar el llamado "período de transición" todas las fuerzas burguesas entienden muy bien que los militares protegen sus intereses de clase y al estado capitalista en general.
Líderes políticos burgueses como Mohamed El Baradei siempre hacen hincapié en que criticar o incluso protestar contra las fuerzas armadas es una "línea roja" que no se debe cruzar por el bien de la unidad de la nación. Esta semana otro candidato "secular" a la presidencia, Hamdeen Sabahi, el líder del partido de la "izquierda" nasserista Karama dijo en una entrevista al diario Al Masry Al Youm que iba a otorgar poderes superiores al ejército si fuese elegido. Agregó que "agregar un artículo a la Constitución que amplíe su autoridad sería suficiente para que la seguridad sea restaurada".
Además de su apoyo incondicional a la junta y las fuerzas armadas, los partidos burgueses egipcios también están incrementando sus esfuerzos por establecer diferentes coaliciones entre sí, como otro medio para un mejor control de la clase obrera.
Una reciente encuesta realizada por Gallup muestra que ninguno de los partidos oficiales tiene influencia entre las masas. La Hermandad Musulmana, la principal fuerza política en Egipto, recibió sólo el 15% de apoyo, mientras que otros partidos sólo recibieron apoyos de un solo dígito.
En este contexto 13 partidos anunciaron la formación de la llamada "Coalición Nacional para Egipto". Entre los miembros están los partidos islamistas de derecha como la Libertad de la Hermandad Musulmana o el Partido de la Justicia o el Wasat; los partidos liberales, como el Wafd y El Ghad y la llamada "izquierda", partidos como el Partido Karama, el Partido Nasserista y el Partido Nacional Unionista Progresista (Tagammu).
Los líderes de los diferentes partidos de la coalición subrayaron que todas las fuerzas políticas tienen que trabajar juntas para ser capaces de "manejar el próximo período". Según Al Ahram, el presidente del Tagammu, Said Refaat, afirmó que el próximo período es "el período más importante y crucial en la historia moderna de Egipto" y no puede ser manejado por una fuerza política sino que requiere una intensa colaboración de las diferentes facciones de la sociedad egipcia.
El Sayed El Badawy, líder del Wafd, también hizo hincapié en que todo el mundo tiene que "trabajar codo con codo como un equipo". Mohamed Badie, el Guía Supremo de la Hermandad Musulmana, dejó en claro que "la unidad nacional es vital para la estabilidad de Egipto".
Otra convocatoria a una coalición con el mismo objetivo fue emitida por el Partido Alianza Socialista y de acuerdo con el diario Al-Masry Al Youm fue adoptada por el Partido Socialista Egipcio, el Partido Karama, el Partido Social Democrático y el Frente Democrático. Talaat Fahmy, líder del Partido Alianza Socialista y ex miembro del Tagammu, dijo que el objetivo de la coalición es proteger la naturaleza civil del Estado y presionar al Estado para influir en la redacción de una nueva constitución.
El Partido Alianza Socialista y el Partido Socialista de Egipto son miembros de la llamada coalición de las Fuerzas Socialistas, compuesta por los socialistas revolucionarios [el grupo egipcio de la Tendencia Socialista Internacional dirigida por el Partido Socialista de los Trabajadores (SWP) de Gran Bretaña], el Partido Democrático de los Trabajadores [un partido pro-capitalista fundado recientemente por los Socialistas Revolucionarios] y el Partido Comunista estalinista egipcio.
El hecho de que los partidos de la seudo-izquierda del Frente Socialista construyan abiertamente coaliciones con fuerzas de la derecha burguesa muestra con más claridad que nunca que estos grupos no tienen nada que ver con el socialismo o la lucha de los trabajadores. Más bien son parte del frente general de la burguesía egipcia contra la clase obrera, un grupo de trabajo cuyo objetivo fundamental es evitar una segunda revolución por cualquier medio.
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