El presidente Barack Obama se reunió el 15 de junio con su equipo de seguridad nacional y el comandante saliente de la Fuerza norteamericana de Asistencia Internacional para la Seguridad (ISAF) en Afganistán, general David Petraeus, para discutir sobre el plazo límite de julio para la reducción inicial de las fuerzas en Afganistán. La reunión produjo especulaciones sobre el curso futuro de la estrategia de Estados Unidos en Afganistán.
Se informó que el Pentágono está presionando a la Casa Blanca para extender la retirada a otros 12-18 meses. Así sería posible que la cantidad de soldados de Estados Unidos en Afganistán quede cerca del nivel actual de 100.000, con un adicional de personal aliado de 40.000 uniformados. Esto se mantendría hasta la temporada de combate del año 2012. El secretario de Defensa saliente, Robert Gates, ha sugerido que la retirada inicial debe ser modesta y concentrarse en el personal de apoyo, mientras elimina unos pocos, o ninguno, de los miembros del frente de combate. El mantenimiento de una gran cantidad de tropas es deseable desde el punto de vista militar y operacional ya que brinda a los comandantes más opciones. Aún no está claro si la solicitud de extender el plaza a otros 12-18 meses es seria o se trata de un intento de encuadrar el debate político y evitar más reducciones.
El general de división del Cuerpo de Marines John Toolan Jr., comandante general del Comando Regional del Suroeste, ha expresado su preocupación porque las fuerzas afganas de seguridad no se desarrollarán plenamente para cuando llegue el plazo final de laoperaciones de combate en el año 2014. En particular, teme que la gobernanza y las mejoras de la infraestructura no puedan completarse en los límites de tiempo actuales. La semana pasada, el teniente general William Caldwell, comandante de la misión de entrenamiento de la OTAN en Afganistán, sugirió que no cree poder completar la capacitación de las fuerzas de seguridad afganas hasta 2016 o 2017.
Se informó que el Pentágono está presionando a la Casa Blanca para extender la retirada a otros 12-18 meses. Así sería posible que la cantidad de soldados de Estados Unidos en Afganistán quede cerca del nivel actual de 100.000, con un adicional de personal aliado de 40.000 uniformados. Esto se mantendría hasta la temporada de combate del año 2012. El secretario de Defensa saliente, Robert Gates, ha sugerido que la retirada inicial debe ser modesta y concentrarse en el personal de apoyo, mientras elimina unos pocos, o ninguno, de los miembros del frente de combate. El mantenimiento de una gran cantidad de tropas es deseable desde el punto de vista militar y operacional ya que brinda a los comandantes más opciones. Aún no está claro si la solicitud de extender el plaza a otros 12-18 meses es seria o se trata de un intento de encuadrar el debate político y evitar más reducciones.
El general de división del Cuerpo de Marines John Toolan Jr., comandante general del Comando Regional del Suroeste, ha expresado su preocupación porque las fuerzas afganas de seguridad no se desarrollarán plenamente para cuando llegue el plazo final de laoperaciones de combate en el año 2014. En particular, teme que la gobernanza y las mejoras de la infraestructura no puedan completarse en los límites de tiempo actuales. La semana pasada, el teniente general William Caldwell, comandante de la misión de entrenamiento de la OTAN en Afganistán, sugirió que no cree poder completar la capacitación de las fuerzas de seguridad afganas hasta 2016 o 2017.
En última instancia, la decisión no la toman los comandantes militares en Afganistán en solitario, sino que también debe adoptarse en el contexto global de la estrategia militar de Estados Unidos y la política norteamericana. Algunos informes dicen que la Casa Blanca trata de utilizar la muerte de Osama bin Laden y el nombramiento del general David Petraeus como director de la Agencia Central de Inteligencia para justificar un cambio más sustancial de la estrategia centrada en la contrainsurgencia. Esos informes han sugerido que la información recogida desde el ataque de Bin Laden ha llevado a la conclusión de que el antiguo vértice central de Al Qaeda a caballo entre la frontera afgano-paquistaní está débil y dividido y puede ser gestionado a través de una vigilancia continua por un contingente relativamente pequeño de fuerzas de operaciones especiales y con presencia de inteligencia.
En el anuncio del 22 de junio la Casa Blanca fijó la primera fase de la retirada y una actualización sobre el estado de la guerra. Independientemente de lo que Obama dijo en el anuncio existe considerable evidencia de que la Casa Blanca comenzará a remodelar la psicología de la guerra este próximo trimestre, ajustando la forma en que ésta se define y se percibe y sentando las bases para una reducción más significativa en las fuerzas y recursos destinados a Afganistán.
En el anuncio del 22 de junio la Casa Blanca fijó la primera fase de la retirada y una actualización sobre el estado de la guerra. Independientemente de lo que Obama dijo en el anuncio existe considerable evidencia de que la Casa Blanca comenzará a remodelar la psicología de la guerra este próximo trimestre, ajustando la forma en que ésta se define y se percibe y sentando las bases para una reducción más significativa en las fuerzas y recursos destinados a Afganistán.
Las negociaciones con los talibanes
Algún tipo de arreglo político siempre va a ser parte de cualquier salida viable y sostenible de Afganistán. Como Estados Unidos busca acelerar su salida se vuelve más importante una solución negociada. Hasta ahora, sin embargo, los intentos de conquistar mediante la "conciliación" a algunos elementos talibanes e incorporarlos en las estructuras de poder local han tenido sólo un éxito limitado. Esto ha sido particularmente cierto en los inquietos bastiones talibanes del suroeste del país, donde los que cambian de bando corren riesgos constantes de intentos de asesinatos selectivos. El presidente afgano, Hamid Karzai, confirmó el 18 de junio que Washington se ha involucrado con los talibanes en conversaciones para un acuerdo más amplio. Gates dijo lo mismo el 19 de junio, pero advirtió que las conversaciones están en una fase muy preliminar y no es probable que se vea un gran avance en el corto plazo.
Lo que desafía los esfuerzos de Occidente y del gobierno afgano al negociar con los talibanes es que éstos se perciben a sí mismos como vencedores. Cualquier indicio de que Estados Unidos desea acelerar su retirada aumentará el sentido de fortaleza de los talibanes. En resumen, Estados Unidos necesita a los talibanes para llegar a un acuerdo más de lo que los talibanes necesitan de Estados Unidos para llegar a él. Mientras tanto Estados Unidos, Kabul y Pakistán han mantenido discretas posiciones de negociación vis-a-vis con los talibanes. Esto significa que no hay una línea recta entre la decisión de negociar la reducción y el establecimiento de un acuerdo negociado. Pakistán es de vital importancia. La redefinición de la guerra en Afganistán significa invertir mucho más tiempo y energía en alcanzar un acuerdo con Pakistán que enfrenta problemas internos importantes. Incluso si el acuerdo pudiera alcanzarse en un período de tiempo significativo, no está claro si Pakistán es realmente capaz de cumplirlo.
Dado que Estados Unidos comienza a redefinir la guerra en Afganistán, algunos puntos en discordia, como la eliminación de los líderes talibanes de los listados de terroristas, en particular los clasificados en la Lista Conjunta de Efectivos Prioritarios (Joint Prioritized Effect List), es más aceptable para Estados Unidos. Sin embargo, sigue siendo políticamente difícil negociar con personajes como el Mullah Mohammad Omar y la red Haqqani. Sin embargo estas fuerzas tienen el poder para lograr el establecimiento de una solución negociada entre la mayoría de los talibanes. Otros puntos de discusión, como el deseo de los talibanes de disolver el gobierno de Karzai, siguen siendo difíciles.
Algún tipo de arreglo político siempre va a ser parte de cualquier salida viable y sostenible de Afganistán. Como Estados Unidos busca acelerar su salida se vuelve más importante una solución negociada. Hasta ahora, sin embargo, los intentos de conquistar mediante la "conciliación" a algunos elementos talibanes e incorporarlos en las estructuras de poder local han tenido sólo un éxito limitado. Esto ha sido particularmente cierto en los inquietos bastiones talibanes del suroeste del país, donde los que cambian de bando corren riesgos constantes de intentos de asesinatos selectivos. El presidente afgano, Hamid Karzai, confirmó el 18 de junio que Washington se ha involucrado con los talibanes en conversaciones para un acuerdo más amplio. Gates dijo lo mismo el 19 de junio, pero advirtió que las conversaciones están en una fase muy preliminar y no es probable que se vea un gran avance en el corto plazo.
Lo que desafía los esfuerzos de Occidente y del gobierno afgano al negociar con los talibanes es que éstos se perciben a sí mismos como vencedores. Cualquier indicio de que Estados Unidos desea acelerar su retirada aumentará el sentido de fortaleza de los talibanes. En resumen, Estados Unidos necesita a los talibanes para llegar a un acuerdo más de lo que los talibanes necesitan de Estados Unidos para llegar a él. Mientras tanto Estados Unidos, Kabul y Pakistán han mantenido discretas posiciones de negociación vis-a-vis con los talibanes. Esto significa que no hay una línea recta entre la decisión de negociar la reducción y el establecimiento de un acuerdo negociado. Pakistán es de vital importancia. La redefinición de la guerra en Afganistán significa invertir mucho más tiempo y energía en alcanzar un acuerdo con Pakistán que enfrenta problemas internos importantes. Incluso si el acuerdo pudiera alcanzarse en un período de tiempo significativo, no está claro si Pakistán es realmente capaz de cumplirlo.
Dado que Estados Unidos comienza a redefinir la guerra en Afganistán, algunos puntos en discordia, como la eliminación de los líderes talibanes de los listados de terroristas, en particular los clasificados en la Lista Conjunta de Efectivos Prioritarios (Joint Prioritized Effect List), es más aceptable para Estados Unidos. Sin embargo, sigue siendo políticamente difícil negociar con personajes como el Mullah Mohammad Omar y la red Haqqani. Sin embargo estas fuerzas tienen el poder para lograr el establecimiento de una solución negociada entre la mayoría de los talibanes. Otros puntos de discusión, como el deseo de los talibanes de disolver el gobierno de Karzai, siguen siendo difíciles.
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