13 de junio 2011
El discurso pronunciado por el saliente secretario de Defensa norteamericano Robert Gates en la conferencia de la OTAN en Bruselas el 10 de junio fue un ultimátum político del imperialismo norteamericano a sus rivales más débiles y co-beligerantes de Europa. Estos países deben aumentar drásticamente el presupuesto y los recursos humanos que dedican a las operaciones militares o Estados Unidos seguirá su propio camino y la OTAN se enfrentará a un "débil, cuando no lamentable, futuro".
Gates pronunció el discurso menos de un mes después que el presidente Obama explicó su nueva doctrina militar en un discurso sobre Oriente Medio, dejando a un lado las limitaciones anteriores sobre el uso de la fuerza militar y declarando que cualquier país podría ser el blanco de los ataques de Estados Unidos, cuando los intereses de Estados Unidos, según los defina la Casa Blanca, están en juego. Inauguró así una perspectiva de guerra indefinida para establecer regímenes neocoloniales en Oriente Medio, África del Norte y donde crea conveniente.
Ahora el secretario de Defensa le dice a las potencias europeas que tienen que reorganizar sus sociedades para proporcionar los recursos necesarios para una enorme expansión del militarismo. De lo contrario se enfrentan a perder su parte del botín, el petróleo que va a ser Aunque elogió a los países de la OTAN por contribuir con tropas a la guerra de contrainsurgencia en Afganistán, Gates declaró que la guerra de Afganistán "ha puesto de manifiesto importantes deficiencias en la capacidad militar y en la vida política de la OTAN". La OTAN ha tenido dificultades en proporcionar suficientes recursos y no sólo tropas sino también " activos cruciales de apoyo tales como helicópteros, aviones de transporte, mantenimiento, inteligencia, vigilancia, reconocimiento y mucho más".
Expresamente advirtió que los países de la OTAN no pueden reducir sus despliegues en Afganistán ya que "no podemos darnos el lujo de tener países que aportan contingentes y que ahora quieren retirar sus fuerzas siguiendo sus propios plazos...".
El desempeño de la alianza en Libia fue aún peor, dijo Gates. Reprendió a la mayoría de los países de la OTAN por no aportar a la guerra que comenzó a mediados de marzo fuerzas suficientes o ninguna en absoluto. Dijo que esta falla se produjo a pesar del hecho de que la guerra sólo se limitó a ataques aéreos, sin comprometer las tropas de infantería y se llevó a cabo en una región cercana que es vital para la seguridad europea.
El jefe del Pentágono degradó en términos sarcásticos las capacidades militares de muchos de los nominales "aliados" de los Estados Unidos. "Francamente muchos de esos aliados no participan porque no quieren, sino porque no pueden. Simplemente no tienen capacidades militares".
Los Estados Unidos tienen que proporcionar especialistas para identificar los objetivos de los bombardeos e incluso tienen que proporcionar las bombas. Dijo ácidamente que "la más poderosa alianza militar de la historia ha comenzado hace sólo 11 semanas una operación contra un régimen mal armado en una región escasamente poblada del país y muchos aliados están empezando a quedarse cortos con las municiones, requiriendo que los Estados Unidos, una vez más, compensen la diferencia".
Hablando con la arrogancia de un señor feudal que llama a sus vasallos al orden, Gates señaló el peligro de una "alianza de dos niveles", en la que algunos países ya abandonaron su responsabilidad en el combate, pero la mayoría no lo hizo. Señaló para alabarlos, a Gran Bretaña, Noruega y Dinamarca, al tiempo que denunció la posición de algunos países no identificados, sobre todo Alemania, pero también Polonia, Italia y España, como "inaceptable".
Culpó de ello a la "falta de voluntad, en gran parte por la falta de recursos en una época de austeridad". Pero dejó en claro que las limitaciones presupuestarias no eran excusa para dejar de dedicar recursos suficientes a los militares. "Hoy en día, sólo cinco de los 28 aliados, Estados Unidos, Grecia, Reino Unido, Francia y Albania, exceden el acuerdo del 2% del gasto del PIB en defensa", dijo.
Gates concluyó advirtiendo que los miembros europeos de la OTAN corren el riesgo de sumarse a una "irrelevancia militar colectiva" y que "si las tendencias actuales de disminución de las capacidades europeas de defensa no se detiene y se invierte, los futuros líderes políticos de Estados Unidos... no podrán pensar que el costo de retornar la inversión de Estados Unidos a la OTAN valga la pena".
Tan importante como el discurso que dio Gates fue la respuesta de los gobiernos europeos y los funcionarios militares. Nadie puso en tela de juicio la premisa de que la OTAN debe convertirse en la punta de lanza de una serie de guerras imperialistas. Ninguno preguntó al jefe del Pentágono norteamericano "¿quién eres para darnos lecciones? Tu país está librando cinco guerras al mismo tiempo y es odiado en todo el mundo".
Por el contrario los representantes de las potencias imperialistas europeas reunidos escucharon la diatriba de Gates con una mezcla de temor, admiración y envidia. Ellos tienen los mismos apetitos de saqueo y dominación y les gustaría seguir el ejemplo americano de destinar cientos de miles de millones en gastos militares, mientras desprecian las necesidades básicas de la población activa. El discurso de Gates sirve a los propósitos de los elementos más reaccionarios de la sociedad europea que ahora citan la "presión de Estados Unidos" y las obligaciones de la alianza de la OTAN como una razón para mayores ataques a los servicios sociales y un mayor gasto en las fuerzas armadas.
Gates no hizo hincapié en las consecuencias políticas de estos cambios en los diferentes países europeos. Pero los editoriales del día siguiente en los principales diarios liberales y de derecha norteamericanos sí las destacaron.
El New York Times, en un editorial titulado "Decir la verdad a la OTAN", elogió los comentarios de Gates como una saludable advertencia a las potencias europeas. "Como él lo señaló claramente", dijo el Times, "este país ya no puede permitirse el lujo de hacer una parte desproporcionada de la lucha de la OTAN y pagar la mayor parte de sus cuentas, mientras que Europa disminuye sus presupuestos de defensa y se va de paseo con los beneficios de la seguridad colectiva".
The Times condenó "el rendimiento sorprendentemente inestable de la OTAN en Libia", es decir, la negativa o la incapacidad de la mayoría de los países de la OTAN a participar en la guerra de agresión que tiene el apoyo entusiasta del medio liberal.
El periódico se preguntó: "¿Y si tuviera que luchar contra un enemigo más formidable que la fracturada dictadura del Coronel Muammar el Gadafi? Teniendo en cuenta que la OTAN se creó como una alianza contra la Unión Soviética, un país que ya no existe, no queda claro qué "enemigo" tiene el Times en mente. Hay numerosos candidatos, sobre todo Irán y Siria, pero también Rusia y China.
The Wall Street Journal avanzó más allá en la argumentación sobre la crítica de Gates, nombrando a "un Irán nuclear y el ascenso de China" como antagonistas potenciales de una más fuerte presencia militar de la OTAN. El periódico dedujo más explícitamente las implicancias para la política social nacional, tanto en los Estados Unidos como en Europa, al editorializar: "en cuanto a los Estados Unidos, la declinación de la defensa europea es un presagio de lo que ocurre con las naciones que buscan financiar derechos desde la cuna a la tumba. Con el tiempo descubren que no pueden pagar o no están dispuestos a pagar el precio necesario para defenderse".
Un argumento similar se expuso en las páginas de noticias del Times, que citó a Andrew Exum del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, con sede en Washington, quien dijo: "los europeos disfrutan de generosos programas de bienestar social en parte porque Estados Unidos subsidia su gasto de defensa".
Hace ocho años, cuando Estados Unidos invadió Irak, el predecesor de Gates en el Pentágono, Donald Rumsfeld, ridiculizó la oposición a la guerra de Francia y Alemania, mientras que elogiaba el apoyo de los pequeños países de Europa del Este, junto con Gran Bretaña. El viernes, el actual jefe del Pentágono, en lugar de contraponer esa "vieja Europa" con la "nueva Europa", denunció esencialmente a la mayor parte de Europa como vagos y vividores.
El discurso de Gates y su aprobación oficial en todo el espectro político norteamericano arroja nueva luz sobre la decisión de lanzar la guerra de agresión contra Libia, con Gran Bretaña y Francia jugando papeles de co-liderazgo. Esta guerra es vista como un nuevo modelo de mayor participación europea y compromiso de recursos, un esfuerzo para obligar a gastos militares mucho más elevados en los países de Europa y exportar algunos de los propios gastos militares.
Gates pronunció el discurso menos de un mes después que el presidente Obama explicó su nueva doctrina militar en un discurso sobre Oriente Medio, dejando a un lado las limitaciones anteriores sobre el uso de la fuerza militar y declarando que cualquier país podría ser el blanco de los ataques de Estados Unidos, cuando los intereses de Estados Unidos, según los defina la Casa Blanca, están en juego. Inauguró así una perspectiva de guerra indefinida para establecer regímenes neocoloniales en Oriente Medio, África del Norte y donde crea conveniente.
Ahora el secretario de Defensa le dice a las potencias europeas que tienen que reorganizar sus sociedades para proporcionar los recursos necesarios para una enorme expansión del militarismo. De lo contrario se enfrentan a perder su parte del botín, el petróleo que va a ser Aunque elogió a los países de la OTAN por contribuir con tropas a la guerra de contrainsurgencia en Afganistán, Gates declaró que la guerra de Afganistán "ha puesto de manifiesto importantes deficiencias en la capacidad militar y en la vida política de la OTAN". La OTAN ha tenido dificultades en proporcionar suficientes recursos y no sólo tropas sino también " activos cruciales de apoyo tales como helicópteros, aviones de transporte, mantenimiento, inteligencia, vigilancia, reconocimiento y mucho más".
Expresamente advirtió que los países de la OTAN no pueden reducir sus despliegues en Afganistán ya que "no podemos darnos el lujo de tener países que aportan contingentes y que ahora quieren retirar sus fuerzas siguiendo sus propios plazos...".
El desempeño de la alianza en Libia fue aún peor, dijo Gates. Reprendió a la mayoría de los países de la OTAN por no aportar a la guerra que comenzó a mediados de marzo fuerzas suficientes o ninguna en absoluto. Dijo que esta falla se produjo a pesar del hecho de que la guerra sólo se limitó a ataques aéreos, sin comprometer las tropas de infantería y se llevó a cabo en una región cercana que es vital para la seguridad europea.
El jefe del Pentágono degradó en términos sarcásticos las capacidades militares de muchos de los nominales "aliados" de los Estados Unidos. "Francamente muchos de esos aliados no participan porque no quieren, sino porque no pueden. Simplemente no tienen capacidades militares".
Los Estados Unidos tienen que proporcionar especialistas para identificar los objetivos de los bombardeos e incluso tienen que proporcionar las bombas. Dijo ácidamente que "la más poderosa alianza militar de la historia ha comenzado hace sólo 11 semanas una operación contra un régimen mal armado en una región escasamente poblada del país y muchos aliados están empezando a quedarse cortos con las municiones, requiriendo que los Estados Unidos, una vez más, compensen la diferencia".
Hablando con la arrogancia de un señor feudal que llama a sus vasallos al orden, Gates señaló el peligro de una "alianza de dos niveles", en la que algunos países ya abandonaron su responsabilidad en el combate, pero la mayoría no lo hizo. Señaló para alabarlos, a Gran Bretaña, Noruega y Dinamarca, al tiempo que denunció la posición de algunos países no identificados, sobre todo Alemania, pero también Polonia, Italia y España, como "inaceptable".
Culpó de ello a la "falta de voluntad, en gran parte por la falta de recursos en una época de austeridad". Pero dejó en claro que las limitaciones presupuestarias no eran excusa para dejar de dedicar recursos suficientes a los militares. "Hoy en día, sólo cinco de los 28 aliados, Estados Unidos, Grecia, Reino Unido, Francia y Albania, exceden el acuerdo del 2% del gasto del PIB en defensa", dijo.
Gates concluyó advirtiendo que los miembros europeos de la OTAN corren el riesgo de sumarse a una "irrelevancia militar colectiva" y que "si las tendencias actuales de disminución de las capacidades europeas de defensa no se detiene y se invierte, los futuros líderes políticos de Estados Unidos... no podrán pensar que el costo de retornar la inversión de Estados Unidos a la OTAN valga la pena".
Tan importante como el discurso que dio Gates fue la respuesta de los gobiernos europeos y los funcionarios militares. Nadie puso en tela de juicio la premisa de que la OTAN debe convertirse en la punta de lanza de una serie de guerras imperialistas. Ninguno preguntó al jefe del Pentágono norteamericano "¿quién eres para darnos lecciones? Tu país está librando cinco guerras al mismo tiempo y es odiado en todo el mundo".
Por el contrario los representantes de las potencias imperialistas europeas reunidos escucharon la diatriba de Gates con una mezcla de temor, admiración y envidia. Ellos tienen los mismos apetitos de saqueo y dominación y les gustaría seguir el ejemplo americano de destinar cientos de miles de millones en gastos militares, mientras desprecian las necesidades básicas de la población activa. El discurso de Gates sirve a los propósitos de los elementos más reaccionarios de la sociedad europea que ahora citan la "presión de Estados Unidos" y las obligaciones de la alianza de la OTAN como una razón para mayores ataques a los servicios sociales y un mayor gasto en las fuerzas armadas.
Gates no hizo hincapié en las consecuencias políticas de estos cambios en los diferentes países europeos. Pero los editoriales del día siguiente en los principales diarios liberales y de derecha norteamericanos sí las destacaron.
El New York Times, en un editorial titulado "Decir la verdad a la OTAN", elogió los comentarios de Gates como una saludable advertencia a las potencias europeas. "Como él lo señaló claramente", dijo el Times, "este país ya no puede permitirse el lujo de hacer una parte desproporcionada de la lucha de la OTAN y pagar la mayor parte de sus cuentas, mientras que Europa disminuye sus presupuestos de defensa y se va de paseo con los beneficios de la seguridad colectiva".
The Times condenó "el rendimiento sorprendentemente inestable de la OTAN en Libia", es decir, la negativa o la incapacidad de la mayoría de los países de la OTAN a participar en la guerra de agresión que tiene el apoyo entusiasta del medio liberal.
El periódico se preguntó: "¿Y si tuviera que luchar contra un enemigo más formidable que la fracturada dictadura del Coronel Muammar el Gadafi? Teniendo en cuenta que la OTAN se creó como una alianza contra la Unión Soviética, un país que ya no existe, no queda claro qué "enemigo" tiene el Times en mente. Hay numerosos candidatos, sobre todo Irán y Siria, pero también Rusia y China.
The Wall Street Journal avanzó más allá en la argumentación sobre la crítica de Gates, nombrando a "un Irán nuclear y el ascenso de China" como antagonistas potenciales de una más fuerte presencia militar de la OTAN. El periódico dedujo más explícitamente las implicancias para la política social nacional, tanto en los Estados Unidos como en Europa, al editorializar: "en cuanto a los Estados Unidos, la declinación de la defensa europea es un presagio de lo que ocurre con las naciones que buscan financiar derechos desde la cuna a la tumba. Con el tiempo descubren que no pueden pagar o no están dispuestos a pagar el precio necesario para defenderse".
Un argumento similar se expuso en las páginas de noticias del Times, que citó a Andrew Exum del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, con sede en Washington, quien dijo: "los europeos disfrutan de generosos programas de bienestar social en parte porque Estados Unidos subsidia su gasto de defensa".
Hace ocho años, cuando Estados Unidos invadió Irak, el predecesor de Gates en el Pentágono, Donald Rumsfeld, ridiculizó la oposición a la guerra de Francia y Alemania, mientras que elogiaba el apoyo de los pequeños países de Europa del Este, junto con Gran Bretaña. El viernes, el actual jefe del Pentágono, en lugar de contraponer esa "vieja Europa" con la "nueva Europa", denunció esencialmente a la mayor parte de Europa como vagos y vividores.
El discurso de Gates y su aprobación oficial en todo el espectro político norteamericano arroja nueva luz sobre la decisión de lanzar la guerra de agresión contra Libia, con Gran Bretaña y Francia jugando papeles de co-liderazgo. Esta guerra es vista como un nuevo modelo de mayor participación europea y compromiso de recursos, un esfuerzo para obligar a gastos militares mucho más elevados en los países de Europa y exportar algunos de los propios gastos militares.
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