sábado, 11 de junio de 2011

IGUAL QUE EN EL '30, LA SOLUCION ES LA GUERRA

Las guerras interminables de Washington
11 de junio 2011

Las fuerzas militares de Estados Unidos están llevando a cabo ataques simultáneos con aviones no tripulados, bombardeos, asesinatos selectivos con fuerzas especiales y combates en tierra en cinco países distintos: Irak, Afganistán, Pakistán, Libia y Yemen.
El presidente Barack Obama, quien debe su victoria en las elecciones de 2008 en gran medida a la repulsa popular que millones de estadounidenses manifestaron hacia la guerra de agresión lanzada por el gobierno de Bush en Afganistán e Irak, ha cumplido con creces las predicciones de George W. Bush sobre las guerras "
del siglo 21".
Bush proclamó una doctrina infame que afirmó el derecho del imperialismo norteamericano a la guerra contra cualquier país percibido como una amenaza potencial, sea ahora o en cualquier momento del futuro. De este modo abrazó el principio de "guerra preventiva", una forma de guerra de agresión por la que los líderes sobrevivientes del Tercer Reich fueron juzgados en Nuremberg.
Al justificar la guerra contra Libia, Obama ha promulgado su propia doctrina, que prescinde incluso del pretexto de una amenaza potencial como la justificación para la guerra. En lugar de ello afirma que los EE.UU. tiene el derecho de hacer la guerra siempre que considere que sus "intereses y valores" están en juego, incluso si los objetivos a ser atacados no suponen ninguna amenaza concebible para la seguridad de los Estados Unidos.
En su discurso sobre Libia, Obama ha incluido entre estos valores inviolables de América el "mantener el flujo del comercio", es decir, el flujo de beneficios a las arcas de las compañías petroleras de Estados Unidos y otras corporaciones.
A pesar de que los misiles crucero de EE.UU. cayeron sobre Libia hace casi tres meses, Obama afirmó cínicamente que Washington había iniciado la guerra por temor a que la represión llevada a cabo por el gobierno libio del coronel Muammar Gaddafi extinguiera la "primavera árabe".
¡Qué hipocresía! La verdadera actitud de Washington respecto a las aspiraciones democráticas de los pueblos de Oriente Medio y África del Norte han encontrado su expresión inconfundible en los últimos días a través de una serie de acciones.
Obama dio la bienvenida a la Casa Blanca al príncipe heredero de Bahrein, una dictadura monárquica que con el tácito apoyo de Estados Unidos y el abierto respaldo militar del principal aliado de Washington en la región, Arabia Saudita, ha suprimido implacablemente un movimiento de masas por los derechos democráticos, matando a cientos, deteniendo a miles de personas y torturando de forma rutinaria a los prisioneros.
El príncipe llegó pocos días después de que el régimen comenzara un juicio militar contra los médicos y enfermeras. Detenidos por brindar tratamiento médico a manifestantes heridos por las fuerzas de seguridad, estos trabajadores de la salud se han visto obligados por medio de descargas eléctricas y golpes con tablas incrustadas con clavos a firmar confesiones falsas.
En un comunicado oficial Obama "reafirmó el firme compromiso de los Estados Unidos con Bahrein", cuyo régimen es anfitrión de la Quinta flota de la Marina de Estados Unidos y elogió a su monarca por abrazar el "diálogo" y al "reforma". El presidente de Estados Unidos amablemente manifestó que "la oposición y el gobierno", los torturados y los torturadores por igual, “deben comprometerse a forjar un futuro justo para todos los ciudadanos de Bahrein".
En el otro lado de la península arábiga el New York Times reveló que Estados Unidos está “explotando un vacío de poder cada vez mayor", creado tras cinco meses de agitación de masas contra la dictadura apoyada por Estados Unidos en Yemen para lanzar una nueva guerra en este país, el más empobrecido de la región, utilizando un avión no tripulado y ataques con aviones de combate.
Aunque supuestamente dirigidos contra elementos de Al Qaeda, todo indica que los ataques están dirigidos a salvar el régimen del presidente Ali Abdullah Saleh, aun cuando facilitó la salida del dictador de la presidencia que ha ocupado durante 33 años.
En el primer ataque reportado en este nuevo teatro de guerra abierto por el Pentágono murieron al menos cuatro civiles junto con varios supuestos "militantes".
En Libia la guerra de la OTAN se acerca al final de su tercer mes con una intensificación de los implacables atentados terroristas que se han cobrado la vida de cientos de civiles y un número indeterminado de soldados libios. Lanzado bajo el pretexto cínico de proteger a los civiles, Washington y sus aliados europeos no ocultan que su verdadero objetivo es el "cambio de régimen", es decir, la instalación de un estado títere que asegure la dominación del imperialismo y de las grandes compañías petroleras occidentales.
Esta es la respuesta real del imperialismo de Estados Unidos a la "primavera árabe", una explosión del militarismo en Oriente Medio y África del Norte, un intento desesperado por reforzar las dictaduras que sirven a sus intereses en la región y la determinación de estrangular las luchas revolucionarias de los trabajadores árabes y los jóvenes.
Estas nuevas intervenciones militares se suman a las guerras de casi una década de antigüedad y a las ocupaciones de Afganistán e Irak, que cada vez es más claro que continuarán indefinidamente.
En una audiencia de confirmación del Senado el jueves, el director de la CIA, Leon Panetta, quien ha sido elegido por Obama para sustituir al saliente jefe del Pentágono, el secretario de Defensa, Robert Gates, admitió que tenía "plena confianza" en que el régimen en Irak pedirá a Washington que mantenga la presencia de decenas de miles de soldados norteamericanos en suelo iraquí después del plazo de retiro que vence el 31 de diciembre de 2011.
Panetta dejó en claro que Washington está dispuesto a mantener las tropas en el lugar "para asegurarse de que los logros que hemos hecho en Irak se mantengan". Que la mayoría abrumadora del pueblo iraquí, para quien la ocupación estadounidense ha significado la muerte, las mutilaciones y el desplazamiento de millones de personas, quieran que todos los 47.000 soldados de Estados Unidos se vayan del país, ahora no viene al caso.
El hombre al que está reemplazando Panetta, el secretario de Defensa Gates, ha subrayado en repetidas ocasiones durante los últimos días que la fecha límite de julio de 2011 que Obama fijó para el comienzo de la retirada de Afganistán, no implicará una reducción significativa en el despliegue de cerca de 100.000 soldados estadounidenses.
Después de reunirse con los comandantes militares en Afganistán durante el fin de semana, Gates insistió en que cualquier reducción sería "modesta", diciendo a los ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas que "de nuestra parte no habrá prisa por las salidas". Mientras tanto cada semana trae nuevas atrocidades, con las bajas civiles causadas por los bombardeos, las incursiones nocturnas de las fuerzas especiales y los ataques con misiles de aviones no tripulados en la frontera con Pakistán.
Los trabajadores estadounidenses, los estudiantes y los jóvenes están cada vez más obligados a soportar la carga de una política de guerra interminable destinada a forjar un imperio global que sirva a los intereses de la oligarquía financiera estadounidense. Elección tras elección y encuesta tras encuesta ha quedado demostrado que la gran mayoría de la población se opone a estas guerras, pero esta oposición no encuentra expresión en el sistema político bipartidista o en los medios de comunicación, controlados por las corporaciones.
Los trabajadores son conscientes de que miles de millones de dólares son gastados en esas guerras y en el complejo militar-industrial de Estados Unidos, así como los gobiernos federal, estatales y locales, dirigido por demócratas y republicanos por igual, declaran que no se puede encontrar el dinero suficiente para pagar por los trabajos, salarios decentes, atención de la salud, la educación u otros servicios sociales esenciales.
Por otra parte el intento por parte de la élite gobernante de Estados Unidos para utilizar el militarismo como forma de compensar el retroceso de la posición económica global del capitalismo de Estados Unidos genera tensiones internacionales cada vez más peligrosas y la amenaza de una guerra más sangrienta por venir.
A pesar de que la masiva hostilidad a estas guerras crece, la protesta contra la guerra se ha desvanecido casi por completo de la escena, cubierta por una capa de clase media, ex de izquierda, que apoya a Obama y que en gran parte se integró en el Partido Demócrata.
Bill Van Auken


No hay comentarios: