El Plan Obama para Afganistán y las realidades de la retirada
23 de junio 2011 | 0857 GMT
Por Nathan Hughes
El presidente Barack Obama anunció el 22 de junio que el largo proceso de retirada de las fuerzas en Afganistán comenzará en la fecha prevista en julio. Aunque la fase inicial de la retirada parece ser limitada, lo que minimiza su impacto táctico y operativo en el escenario de combate en el futuro inmediato, Estados Unidos y sus aliados están empezando el proceso inevitable de extraer sus tropas de Afganistán. Esto conllevará el riesgo de mayores éxitos talibanes en el campo de batalla.
El desafío logístico
Afganistán, un país sin salida al mar en el corazón de Asia Central, es uno de los lugares más aislados de la Tierra. Este aislamiento ha planteado enormes desafíos logísticos a Estados Unidos. Cientos de contenedores y camiones de combustible deben entrar al país todos los días desde Pakistán y desde el norte para sostener a las fuerzas norteamericana a y sus aliados que son alrededor de 150.000 en Afganistán, la mitad del número total de fuerzas de seguridad afganas. El suministro de un solo galón de gasolina en Afganistán insume un promedio de $ 400, mientras que el mantenimiento de un solo soldado de Estados Unidos supone alrededor de $ 1 millón al año (por el contrario, los costos de mantenimiento de un soldado afgano son de cerca de $ 12.000 al año).
Estas fuerzas parecen considerablemente más ligeras que las de Irak porque el terreno áspero de Afganistán a menudo exige realizar patrullajes desmontados a pie. Se ven pocos de los pesados carros de combate y obuses autopropulsados , aunque no están del todo ausentes. Afganistán aún requiere una nueva versión, más ligera y ágil del descomunal vehículos resistente a las minas y protector de emboscadas conocido como el M-ATV (vehículo "todo terreno").
Basado exclusivamente en la actividad de campo en el Afganistán de hoy, se podría pensar que Estados Unidos y sus aliados se preparaban para una presencia permanente, no para el inminente inicio de una retirada programada para largo (en la percepción de Estados Unidos y sus aliados, en algunos casos utilizan su ventaja para llegar a acuerdos políticos con la población local). Una pista de asfalto de 11.500 pies, apta para todas las condiciones meteorológicas y una torre de control de tráfico aéreo se completaron en febrero en Camp Leatherneck y en Camp Bastion, en la provincia de Helmand. Otra pista de más de 9.000 metros fue terminada en Shindand Air Field, en la provincia de Herat, el pasado diciembre.
Mientras tanto, una llamada montaña de hierro de piezas de repuesto necesarias para mantener los vehículos y los equipos de aeronave, la construcción y la ingeniería, generadores, municiones y otros suministros, incluso pallets de muchos millares de botellas de agua, se ha ido construyendo poco a poco para sostener día a día las operaciones militares. Hay menos soldados en Afganistán que los casi 170.000 que hubo en Irak en el pico de las operaciones y un tonelaje considerablemente más ligero en términos de vehículos blindados. Pero aparte de una retirada apresurada y rápida que recuerda la caótica salida estadounidense de Saigón en 1975 (que nadie prevé actualmente en Afganistán), el desafío logístico de retirarse de Afganistán tal vez sea incluso más difícil que el retiro de Irak. La complejidad de tener cerca de 50 aliados con tropas asentadas en el país va a complicar el proceso.
Por otra parte, las fuerzas de la coalición en Irak tuviera fácil acceso a bases bien establecidas y a modernas instalaciones portuarias en las cercanías de Kuwait y en Turquía, un aliado de larga data de la OTAN. Aunque los equipos de Estados Unidos y sus aliados llegan a la costa en forma rutinaria en la ciudad portuaria paquistaní de Karachi, las instalaciones no son nada parecidas a las que existes en Kuwait. Las rutas hasta las bases en Afganistán son cualquier cosa menos cortas y consolidadas, con camiones cisterna contratados localmente y otros suministros que no sólo deben viajar distancias mucho mayores sino también son objeto regular de ataques de acoso. Son inherentemente vulnerables a la interdicción agresiva por parte de militantes que luchan en un terreno mucho más favorable para ellos y para las interrupciones políticamente motivadas de Islamabad. La dependencia logística estadounidense de la aquiescencia de Pakistán no puede ser subestimada. La mayoría de los suministros transitan por el aislado paso de Khyber, en la inestable zona de las Áreas Tribales Pakistaníes de Administración Federal (Pakistani Federally Administered Tribal Areas) al oeste de Islamabad. Al igual que en Irak, Estados Unidos tiene una alternativa en el norte. Pero en lugar de ir por Turquía circula por la Red de Distribución del Norte (NDN), que corre a través de Asia central y Rusia (Moscú se ha comprometido a continuar la ampliación) y supone una vía ferroviaria de 3.200 km hasta el mar Báltico y los puertos de Letonia, Lituania y Estonia.
Estas fuerzas parecen considerablemente más ligeras que las de Irak porque el terreno áspero de Afganistán a menudo exige realizar patrullajes desmontados a pie. Se ven pocos de los pesados carros de combate y obuses autopropulsados , aunque no están del todo ausentes. Afganistán aún requiere una nueva versión, más ligera y ágil del descomunal vehículos resistente a las minas y protector de emboscadas conocido como el M-ATV (vehículo "todo terreno").
Basado exclusivamente en la actividad de campo en el Afganistán de hoy, se podría pensar que Estados Unidos y sus aliados se preparaban para una presencia permanente, no para el inminente inicio de una retirada programada para largo (en la percepción de Estados Unidos y sus aliados, en algunos casos utilizan su ventaja para llegar a acuerdos políticos con la población local). Una pista de asfalto de 11.500 pies, apta para todas las condiciones meteorológicas y una torre de control de tráfico aéreo se completaron en febrero en Camp Leatherneck y en Camp Bastion, en la provincia de Helmand. Otra pista de más de 9.000 metros fue terminada en Shindand Air Field, en la provincia de Herat, el pasado diciembre.
Mientras tanto, una llamada montaña de hierro de piezas de repuesto necesarias para mantener los vehículos y los equipos de aeronave, la construcción y la ingeniería, generadores, municiones y otros suministros, incluso pallets de muchos millares de botellas de agua, se ha ido construyendo poco a poco para sostener día a día las operaciones militares. Hay menos soldados en Afganistán que los casi 170.000 que hubo en Irak en el pico de las operaciones y un tonelaje considerablemente más ligero en términos de vehículos blindados. Pero aparte de una retirada apresurada y rápida que recuerda la caótica salida estadounidense de Saigón en 1975 (que nadie prevé actualmente en Afganistán), el desafío logístico de retirarse de Afganistán tal vez sea incluso más difícil que el retiro de Irak. La complejidad de tener cerca de 50 aliados con tropas asentadas en el país va a complicar el proceso.
Por otra parte, las fuerzas de la coalición en Irak tuviera fácil acceso a bases bien establecidas y a modernas instalaciones portuarias en las cercanías de Kuwait y en Turquía, un aliado de larga data de la OTAN. Aunque los equipos de Estados Unidos y sus aliados llegan a la costa en forma rutinaria en la ciudad portuaria paquistaní de Karachi, las instalaciones no son nada parecidas a las que existes en Kuwait. Las rutas hasta las bases en Afganistán son cualquier cosa menos cortas y consolidadas, con camiones cisterna contratados localmente y otros suministros que no sólo deben viajar distancias mucho mayores sino también son objeto regular de ataques de acoso. Son inherentemente vulnerables a la interdicción agresiva por parte de militantes que luchan en un terreno mucho más favorable para ellos y para las interrupciones políticamente motivadas de Islamabad. La dependencia logística estadounidense de la aquiescencia de Pakistán no puede ser subestimada. La mayoría de los suministros transitan por el aislado paso de Khyber, en la inestable zona de las Áreas Tribales Pakistaníes de Administración Federal (Pakistani Federally Administered Tribal Areas) al oeste de Islamabad. Al igual que en Irak, Estados Unidos tiene una alternativa en el norte. Pero en lugar de ir por Turquía circula por la Red de Distribución del Norte (NDN), que corre a través de Asia central y Rusia (Moscú se ha comprometido a continuar la ampliación) y supone una vía ferroviaria de 3.200 km hasta el mar Báltico y los puertos de Letonia, Lituania y Estonia.
Dadas las distancias extraordinarias involucradas, los indicadores para definir si algo es digno del costo de envío de regreso de Afganistán son implacables. Algunos equipos serán considerados demasiado dañados o baratos, se los desinfectará en caso necesario y se desecharán. Muchas construcciones y fortificaciones se han hecho con ingeniería y equipos para la construcción como las barreras Hesco (que se llenan de arena y tierra) que no serán recuperadas y seguirán caracterizando el paisaje de Afganistán en las próximas décadas, tanto como fue perceptible la influencia soviética mucho después de su retirada en 1989. Muchos equipos se entregaron a las fuerzas de seguridad afganas que ya han comenzado a recibir hasta blindados norteamericanos HMMWVs, también conocido como "Humvees". Del mismo modo, unos 800.000 artículos valorados en casi $ 100 millones ya han sido entregados a militares de más de una docena de entidades gubernamentales y de seguridad iraquíes.
Otros equipos deberán ser despojados de elementos sensibles (radios y equipo criptográfico, equipo de navegación, bloqueadores de artefactos explosivos improvisados, etc.), que suelen ser trasladados fuera del país debido a preocupaciones de seguridad antes de ser enviados por tierra. Y mientras algunos stocks iraquíes fueron designados para la redistribución en Afganistán o preparados para almacenamiento a largo plazo en depósitos pre-posicionados de equipos y embarcados a bordo de barcos de pre-posicionamiento en instalaciones de Kuwait, la mayoría de los vehículos y material programados para ser trasladados fuera de Afganistán tendrán que ser enviados cada vez más lejos. Podrían enviarse desde Karachi en barco o a Europa en tren, incluso si no tienen la intención de regresarlos a Estados Unidos.
Otros equipos deberán ser despojados de elementos sensibles (radios y equipo criptográfico, equipo de navegación, bloqueadores de artefactos explosivos improvisados, etc.), que suelen ser trasladados fuera del país debido a preocupaciones de seguridad antes de ser enviados por tierra. Y mientras algunos stocks iraquíes fueron designados para la redistribución en Afganistán o preparados para almacenamiento a largo plazo en depósitos pre-posicionados de equipos y embarcados a bordo de barcos de pre-posicionamiento en instalaciones de Kuwait, la mayoría de los vehículos y material programados para ser trasladados fuera de Afganistán tendrán que ser enviados cada vez más lejos. Podrían enviarse desde Karachi en barco o a Europa en tren, incluso si no tienen la intención de regresarlos a Estados Unidos.
Seguridad de Transición
Más importante que el destino de los camiones blindados y de los equipos será el proceso de reequilibrio de fuerzas en todo el país. Esto implicará la entrega de puestos de avanzada y de instalaciones a las fuerzas de seguridad afganas que continúan luchando para llegar a su plena capacitación y reducir la extensión de la presencia de Estados Unidos y de sus aliados en el país. En Irak, y probablemente en Afganistán, el comienzo de este proceso será lento y medido. Sin embargo su ritmo en los próximos años está por verse y puede acelerarse considerablemente.
Las primeras áreas previstas para entrega de control son las provincias de Panjshir, Bamiyan y Kabul, a un lado del conflictivo distrito Surobi, aunque el resto de la seguridad de Kabul ha estado efectivamente en manos de afganos desde hace años, y las ciudades de Mazar-e-Sharif, Herat, Lashkar Gah y Lam Mehtar han sido lugares relativamente tranquilos durante algún tiempo. Las fuerzas afganas de seguridad han incrementado su responsabilidad en hacerse cargo de estas áreas. Como en Irak, los primeros lugares en ser entregados a las fuerzas de seguridad nacionales ya eran bastante seguras. La entrega de las áreas más inquietas hacia finales de año resultará más complicado.
Este proceso de retirarse y traspasar la responsabilidad de la seguridad (en Irak a menudo se dice que las fuerzas de seguridad iraquíes tienen "la iniciativa" en áreas específicas) es lenta y deliberada, no una maniobra repentina y desagradable. Mucho antes del anuncio oficial, las fuerzas afganas comenzaron la transición a un papel más independiente, llevando a cabo una mayor cantidad de pequeñas unidades de operaciones por su cuenta. La Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) ha hecho que poco a poco las tropas hagan la transición desde las patrullas conjuntas y tácticas de vigilancia a una vigilancia más operativo, pero se han mantenido cerca, incluso después de que la transición formal ya se hubo realizado.
Bajo el actual régimen de formación, las unidades afganas siguen necesitando asesoramiento y asistencia, en particular en temas como la inteligencia, la planificación, la logística y el mantenimiento. La ISAF será cautelosa en sus reducciones, por temor a retirarse demasiado rápido y ver que la situación se deteriora, a menos que por supuesto Obama se decida a llevar a cabo una retirada rápida.
En Irak, al igual que en Afganistán, el proceso de elaboración y hasta la entrega de la responsabilidad en cada área se realizó con mucha cautela. Hubo una diferencia fundamental, sin embargo. Un arreglo político con los sunitas facilitó el aparente éxito de la retirada oleada de Irak, algo que no ha sido posible (y no se podrá) replicar en Afganistán. A pesar de esa ventaja, Irak sigue estando en una situación incierta y polémica. La falta de un marco político para facilitar una retirada militar deja la posibilidad de una transición viable en las áreas inestables donde la estrategia norteamericana centrada en la contrainsurgencia ha sido más tenue, en especial si los plazos son acelerados.
En junio de 2009 las fuerzas de Estados Unidos en Irak ocupaban 357 bases. Un año más tarde ocupaban sólo 92 bases, 58 de los cuales eran en sociedad con los iraquíes. El ritmo de la transición en Afganistán aún está por verse pero la entrega de la mayoría de las posiciones a las fuerzas afganas alterará fundamentalmente el conocimiento de la situación, la visibilidad y la influencia de las fuerzas de la ISAF.
Este proceso de retirarse y traspasar la responsabilidad de la seguridad (en Irak a menudo se dice que las fuerzas de seguridad iraquíes tienen "la iniciativa" en áreas específicas) es lenta y deliberada, no una maniobra repentina y desagradable. Mucho antes del anuncio oficial, las fuerzas afganas comenzaron la transición a un papel más independiente, llevando a cabo una mayor cantidad de pequeñas unidades de operaciones por su cuenta. La Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) ha hecho que poco a poco las tropas hagan la transición desde las patrullas conjuntas y tácticas de vigilancia a una vigilancia más operativo, pero se han mantenido cerca, incluso después de que la transición formal ya se hubo realizado.
Bajo el actual régimen de formación, las unidades afganas siguen necesitando asesoramiento y asistencia, en particular en temas como la inteligencia, la planificación, la logística y el mantenimiento. La ISAF será cautelosa en sus reducciones, por temor a retirarse demasiado rápido y ver que la situación se deteriora, a menos que por supuesto Obama se decida a llevar a cabo una retirada rápida.
En Irak, al igual que en Afganistán, el proceso de elaboración y hasta la entrega de la responsabilidad en cada área se realizó con mucha cautela. Hubo una diferencia fundamental, sin embargo. Un arreglo político con los sunitas facilitó el aparente éxito de la retirada oleada de Irak, algo que no ha sido posible (y no se podrá) replicar en Afganistán. A pesar de esa ventaja, Irak sigue estando en una situación incierta y polémica. La falta de un marco político para facilitar una retirada militar deja la posibilidad de una transición viable en las áreas inestables donde la estrategia norteamericana centrada en la contrainsurgencia ha sido más tenue, en especial si los plazos son acelerados.
En junio de 2009 las fuerzas de Estados Unidos en Irak ocupaban 357 bases. Un año más tarde ocupaban sólo 92 bases, 58 de los cuales eran en sociedad con los iraquíes. El ritmo de la transición en Afganistán aún está por verse pero la entrega de la mayoría de las posiciones a las fuerzas afganas alterará fundamentalmente el conocimiento de la situación, la visibilidad y la influencia de las fuerzas de la ISAF.
Víctimas y la Fuerza de Protección
La seguridad de los puestos restantes, garantizar la seguridad de las fuerzas de Estados Unidos y sus aliados y las líneas fundamentales de abastecimiento (en especial las secciones clave de la carretera de circunvalación –Ring Road-) que sustentan a las fuerzas restantes serán elementos fundamentales para elaborar la retirada y dejar atrás menos, más fuertes y más seguras posiciones. A medida que la reducción progresa, y en particular si se implementa un cambio sustancial en la estrategia, el mayor ritmo comienza a traer nuevos incentivos al juego. Será de particular interés un incentivo que sea a la vez político y militar, para reducir las víctimas a medida que el final del juego se acerca.
El deseo de acelerar la consolidación de las posiciones chocará con la necesidad de dar marcha atrás poco a poco y seguir proporcionando a las fuerzas afganas asesoramiento y asistencia. La reorientación puede exponer posibles vulnerabilidades a los ataques de los talibanes en el proceso de transición a una nueva postura. Es de esperar importantes retrocesos y derrotas para las fuerzas de seguridad afganas a manos de los talibanes después de haber sido dejados a su suerte por lo menos en algunas áreas, con amplias repercusiones, incluso al costo de cambiar la psicología y la percepción de la guerra.
Mientras ahora las unidades de la ISAF están vinculados estrechamente con las fuerzas afganas, las unidades tienen día a día una fuerte presenta táctica en el campo y otras unidades operativas están generalmente cerca. Así, aunque son vulnerables y expuestas a amenazas como la IED, y lo mismo sucede cuando patrullan, sin embargo tienen una postura más alerta y robusta. Dado que la transición se acelera y sobre todo Washington se acelera, la postura y por lo tanto las vulnerabilidades cambian.
La fuerza de protección sigue siendo una consideración clave en todas partes. Estados Unidos adquirió una gran experiencia durante la transición de Irak, aunque un arreglo político subyace en la mayor parte de esa transición, lo que no sucederá en Afganistán.
A medida que la reducción continúa la ISAF tendrá que lograr un equilibrio con sus asesores en el campo junto a unidades afganas durante tanto tiempo como sea posible para evitar la retirada apresurada de fortalezas clave antes de que queden fuera del país por completo.
El deseo de acelerar la consolidación de las posiciones chocará con la necesidad de dar marcha atrás poco a poco y seguir proporcionando a las fuerzas afganas asesoramiento y asistencia. La reorientación puede exponer posibles vulnerabilidades a los ataques de los talibanes en el proceso de transición a una nueva postura. Es de esperar importantes retrocesos y derrotas para las fuerzas de seguridad afganas a manos de los talibanes después de haber sido dejados a su suerte por lo menos en algunas áreas, con amplias repercusiones, incluso al costo de cambiar la psicología y la percepción de la guerra.
Mientras ahora las unidades de la ISAF están vinculados estrechamente con las fuerzas afganas, las unidades tienen día a día una fuerte presenta táctica en el campo y otras unidades operativas están generalmente cerca. Así, aunque son vulnerables y expuestas a amenazas como la IED, y lo mismo sucede cuando patrullan, sin embargo tienen una postura más alerta y robusta. Dado que la transición se acelera y sobre todo Washington se acelera, la postura y por lo tanto las vulnerabilidades cambian.
La fuerza de protección sigue siendo una consideración clave en todas partes. Estados Unidos adquirió una gran experiencia durante la transición de Irak, aunque un arreglo político subyace en la mayor parte de esa transición, lo que no sucederá en Afganistán.
A medida que la reducción continúa la ISAF tendrá que lograr un equilibrio con sus asesores en el campo junto a unidades afganas durante tanto tiempo como sea posible para evitar la retirada apresurada de fortalezas clave antes de que queden fuera del país por completo.
En el primer caso, la presencia cercana de los asesores puede mejorar la eficacia de las fuerzas de seguridad afganas y proporcionar un mejor conocimiento de la situación. Pero también expone a las unidades más pequeñas a operaciones más distantes de los bastiones cuando la cantidad de puestos y posiciones principales comience a descender. Y como el proceso de retirarse se acelera y las fuerzas aliadas tenderán a atrincherarse en puestos de avanzada más grandes y seguros, su conocimiento todavía limitado de la situación se reducirá aún más lo que expone sus propias vulnerabilidades.
Una de ellos será el impacto, no sólo en conocimiento de la situación sobre el terreno sino también en la recopilación de inteligencia y en las relaciones con la explotación local de las rivalidades políticas. Como la retirada es cada vez más innegable y la ISAF se retirará de las áreas claves, las relaciones humanas que subyacen en el intercambio de inteligencia se verán afectadas y reducidas. Este es particularmente el caso en los lugares donde los talibanes son más fuertes ya que los habitantes volverán a una estrategia de apuestas de necesidad y se centrarán en la estructura de poder duradero, que en muchas áreas serán claramente los talibanes.
Una de ellos será el impacto, no sólo en conocimiento de la situación sobre el terreno sino también en la recopilación de inteligencia y en las relaciones con la explotación local de las rivalidades políticas. Como la retirada es cada vez más innegable y la ISAF se retirará de las áreas claves, las relaciones humanas que subyacen en el intercambio de inteligencia se verán afectadas y reducidas. Este es particularmente el caso en los lugares donde los talibanes son más fuertes ya que los habitantes volverán a una estrategia de apuestas de necesidad y se centrarán en la estructura de poder duradero, que en muchas áreas serán claramente los talibanes.
Los talibanes
En última instancia, el incentivo de los talibanes cara a cara con Estados Unidos y sus aliados, especialmente cuando su salida se vuelve cada vez más innegable, es el de conservar y aprovechar al máximo sus fuerzas para una lucha potencial en el vacío que va a sobrevenir después de que la mayor parte de las tropas extranjeras hayan dejado el país. Al mismo tiempo el movimiento "revolucionario" debe ser capaz de consolidar el control interno y mantener la disciplina sin dejar de ser relevante para los grupos nacionales. Los talibanes también pueden tratar de sacar provecho de las cambiantes realidades tácticas para demostrar su fuerza y la extensión de su alcance a todo el país, no sólo al enfocarse en las nuevas zonas independientes y aisladas de Afganistán, sino al tratar de matar o secuestrar, incluso ahora, a las aisladas tropas extranjeras.
Aunque este año los talibanes han demostrado su capacidad de atacar en cualquier parte del país, hasta ahora no han podido demostrar la capacidad de penetrar dentro del perímetro de grandes y seguras instalaciones con una importante fuerza de asalto o de transportar armas con personal de apoyo de manera efectiva. Dada la intensidad y el ritmo de las operaciones de redada de las fuerzas especiales sobre el liderazgo talibán y su disposición de armas, no está claro si los talibanes han logrado establecer un stock considerable de armas pesadas y si tienen la capacidad de manejarlas.
El peligro inherente de compromiso y penetración de las fuerzas de seguridad afganas también sigue siendo importante. Las vulnerabilidades de las fuerzas de la ISAF se desarrollan y cambian al mismo tiempo y a medida que empieza a cambiar la misión. Y esas vulnerabilidades se acentúan especialmente en lugares donde la presencia sigue siendo residual y queda un legado de la estrategia anterior en vez de un profundo rebalanceo. El cambio de una dispersada estrategia enfocada en la contrainsurgencia hacia una presencia más limitada y más segura, en última instancia proveerá el espacio para reducir las víctimas y también implicará una más limitada visibilidad e influencia. Y la transición creará espacios para que los éxitos talibanes sean potencialmente más significativos en el campo de batalla.
Aunque este año los talibanes han demostrado su capacidad de atacar en cualquier parte del país, hasta ahora no han podido demostrar la capacidad de penetrar dentro del perímetro de grandes y seguras instalaciones con una importante fuerza de asalto o de transportar armas con personal de apoyo de manera efectiva. Dada la intensidad y el ritmo de las operaciones de redada de las fuerzas especiales sobre el liderazgo talibán y su disposición de armas, no está claro si los talibanes han logrado establecer un stock considerable de armas pesadas y si tienen la capacidad de manejarlas.
El peligro inherente de compromiso y penetración de las fuerzas de seguridad afganas también sigue siendo importante. Las vulnerabilidades de las fuerzas de la ISAF se desarrollan y cambian al mismo tiempo y a medida que empieza a cambiar la misión. Y esas vulnerabilidades se acentúan especialmente en lugares donde la presencia sigue siendo residual y queda un legado de la estrategia anterior en vez de un profundo rebalanceo. El cambio de una dispersada estrategia enfocada en la contrainsurgencia hacia una presencia más limitada y más segura, en última instancia proveerá el espacio para reducir las víctimas y también implicará una más limitada visibilidad e influencia. Y la transición creará espacios para que los éxitos talibanes sean potencialmente más significativos en el campo de batalla.
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