18 de junio 2011
Por Barry Grey
Dos y medio años después de la crisis financiera de septiembre de 2008 y dos años después del fin oficial de la recesión en EE.UU., está claro que ninguno de los problemas subyacentes que sumieron a la economía mundial en la más profunda recesión desde la década de 1930 han sido resueltos. Por el contrario, la anémica recuperación económica está fallando, las tasas de crecimiento están disminuyendo en casi todo el mundo y el sistema financiero está una vez más al borde del abismo.
El nuevo aumento del desempleo en los Estados Unidos, acompañado por nuevas bajas en los precios de la vivienda y en las ventas y una reducción de la fabricación, es la más nítida expresión de una tendencia global. El último informe mundial del Banco Mundial, Perspectivas Económicas, emitido el 7 de junio indica previsiones de crecimiento económico más lento en todas las regiones del mundo excepto en el África subsahariana para este año y el siguiente. El banco estima que la economía mundial crecerá apenas un 3,2% este año, mucho más bajo que la modesta tasa del 3,8% del 2010.
La economía de Estados Unidos se espera que crezca un triste 2,6% este año y por debajo del 3% por lo menos hasta el año 2013. Se necesita una tasa de crecimiento sostenido de al menos un 3% para hacer mella en la tasa oficial de desempleo, que llega casi a los dos dígitos.
Aún más inquietante el banco cree que la tasa de crecimiento de los países en desarrollo -China, India, Brasil, etc.- se reducirá a 6,3% hasta el 2013, un punto porcentual por debajo de la tasa del año 2010. Estos son los países que han explicado gran parte del crecimiento mundial desde la crisis financiera en los países avanzados.
Estas proyecciones sombrías no tienen en cuenta los datos de mayo que muestran una marcada desaceleración del crecimiento en los Estados Unidos, Europa, Japón, China y la India.
Los últimos días han visto una proliferación de las advertencias de los economistas burgueses sobre el peligro de un retorno al crecimiento negativo, la llamada "doble recesión". Lawrence Summers, quien fuera hasta finales de 2010 director del Consejo Económico Nacional de Obama, publicó una columna el 13 de junio tanto en el Washington Post como en el Financial Times en la que advertía que Estados Unidos "está a medio camino de una década económica perdida". Señaló que entre 2006 y 2011 el crecimiento económico norteamericano fue de un promedio inferior al 1% anual, similar al de Japón "en el período en que estalló su burbuja".
El profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, advirtió esta semana de una "tormenta perfecta", compuesta por los déficit fiscales en los Estados Unidos, la desaceleración en China, el default de la deuda europea y el estancamiento de Japón. Dijo que China podría enfrentarse a un "aterrizaje duro" a partir de 2013 como resultado del exceso de capacidad en las inversiones fijas y las quiebras bancarias.
La crisis económica mundial fue precipitada por una orgía de especulación, en la que se borró el límite entre la ruleta financiera y la necesidad de enfrentar directamente la criminalidad. Sin embargo el enfoque inquebrantable de la política del gobierno ha sido desde el principio proteger la riqueza de la aristocracia financiera. Con este fin, las tesorerías estatales fueron saqueadas para cubrir las deudas de juego de los banqueros.
El rescate de varios billones de dólares a los bancos inauguró la mayor transferencia de riqueza en la historia humana desde la base hasta la cima. Esto ha agudizado enormemente las tensiones sociales y marcó el comienzo de un nuevo período de levantamientos revolucionarios.
Los indicios iniciales ya se han visto este año en los levantamientos revolucionarios en Túnez y Egipto, la intensificación de la resistencia de la clase de trabajo en Grecia y otros países europeos y las protestas masivas de trabajadores en Wisconsin. La burguesía ha sido capaz de saquear el tesoro público sólo por el papel traidor de los sindicatos y de sus aliados de la pseudo-socialista "izquierda" en el debilitamiento y estrangulamiento de la oposición de la clase obrera.
El fuerte aumento del endeudamiento del Estado como resultado de los rescates sólo ha socavado aún más la solvencia a largo plazo de los bancos, ya que se quedaron con decenas de miles de millones de dólares en títulos del Estado, cuyo valor se ha desplomado.
La respuesta universal de la burguesía y de sus gobiernos de todos los colores, ya sea liberal, conservadora o "socialista" es la de trasladar el costo total de la crisis sobre la clase obrera. El objetivo es nada menos que una contrarrevolución social, la aniquilación de todos los logros sociales alcanzados durante el siglo pasado y la reducción de la clase obrera a un estado de pobreza y desesperación.
Pero lejos de resolver la crisis financiera todos sus esfuerzos sólo la han profundizado. Un año después de recibir un préstamo de € 110 mil millones ligados a la adopción de medidas de austeridad salvaje, Grecia se ha visto sumida en una profunda recesión, que ha socavado los ingresos del Estado y ha intensificado la crisis de la deuda. Ahora, a cambio de un nuevo préstamo, el gobierno socialdemócrata está imponiendo recortes aún más profundos, así como una venta liquidadora de los activos del Estado.
Este círculo vicioso se está replicando en Irlanda, Portugal, España y otros países muy endeudados y conduce inevitablemente al default del Estado y a una nueva crisis financiera.
Ni un solo banco líder ha sido procesado en relación con el masivamente utilizado esquema Ponzi que fue construido sobre la base de hipotecas tóxicas de alto riesgo y otros activos dudosos. Los bancos gigantes no sólo no han quebrado o se han nacionalizado, por el contrario se les ha permitido aumentar su poder monopólico. No se ha establecido ninguna reforma seria, lo que permite a los bancos reanudar su especulación temeraria y disfrutar de beneficios récord, mientras conceden bonificaciones más altas que nunca a sus ejecutivos.
El mercado de derivados no regulados, que jugó un papel central en la crisis financiera, no ha disminuido. Incontables millones en ganancias se están realizando en el floreciente mercado de los “credit default swaps”, apostando sobre la probabilidad de impago de algunas deudas soberanas.
Argumentando en contra de cualquier reestructuración de la deuda griega, Mario Draghi, el ex gobernador del Banco de Italia, quien probablemente se convierta en el próximo presidente de Banco Central Europeo, dijo al Parlamento Europeo la semana pasada: "¿Quiénes son los dueños de los credit default swaps? ¿Quién ha asegurado a otros frente a un default en nuestro propio país? Podríamos tener una cadena de contagio". El descenso en el nivel de vida de la clase obrera y la concentración de la riqueza en los niveles superiores se resume en un gráfico asombroso publicado por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos que muestra que la participación de los trabajadores en el ingreso nacional norteamericano se ha reducido a un mínimo histórico.
El nuevo aumento del desempleo en los Estados Unidos, acompañado por nuevas bajas en los precios de la vivienda y en las ventas y una reducción de la fabricación, es la más nítida expresión de una tendencia global. El último informe mundial del Banco Mundial, Perspectivas Económicas, emitido el 7 de junio indica previsiones de crecimiento económico más lento en todas las regiones del mundo excepto en el África subsahariana para este año y el siguiente. El banco estima que la economía mundial crecerá apenas un 3,2% este año, mucho más bajo que la modesta tasa del 3,8% del 2010.
La economía de Estados Unidos se espera que crezca un triste 2,6% este año y por debajo del 3% por lo menos hasta el año 2013. Se necesita una tasa de crecimiento sostenido de al menos un 3% para hacer mella en la tasa oficial de desempleo, que llega casi a los dos dígitos.
Aún más inquietante el banco cree que la tasa de crecimiento de los países en desarrollo -China, India, Brasil, etc.- se reducirá a 6,3% hasta el 2013, un punto porcentual por debajo de la tasa del año 2010. Estos son los países que han explicado gran parte del crecimiento mundial desde la crisis financiera en los países avanzados.
Estas proyecciones sombrías no tienen en cuenta los datos de mayo que muestran una marcada desaceleración del crecimiento en los Estados Unidos, Europa, Japón, China y la India.
Los últimos días han visto una proliferación de las advertencias de los economistas burgueses sobre el peligro de un retorno al crecimiento negativo, la llamada "doble recesión". Lawrence Summers, quien fuera hasta finales de 2010 director del Consejo Económico Nacional de Obama, publicó una columna el 13 de junio tanto en el Washington Post como en el Financial Times en la que advertía que Estados Unidos "está a medio camino de una década económica perdida". Señaló que entre 2006 y 2011 el crecimiento económico norteamericano fue de un promedio inferior al 1% anual, similar al de Japón "en el período en que estalló su burbuja".
El profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, advirtió esta semana de una "tormenta perfecta", compuesta por los déficit fiscales en los Estados Unidos, la desaceleración en China, el default de la deuda europea y el estancamiento de Japón. Dijo que China podría enfrentarse a un "aterrizaje duro" a partir de 2013 como resultado del exceso de capacidad en las inversiones fijas y las quiebras bancarias.
La crisis económica mundial fue precipitada por una orgía de especulación, en la que se borró el límite entre la ruleta financiera y la necesidad de enfrentar directamente la criminalidad. Sin embargo el enfoque inquebrantable de la política del gobierno ha sido desde el principio proteger la riqueza de la aristocracia financiera. Con este fin, las tesorerías estatales fueron saqueadas para cubrir las deudas de juego de los banqueros.
El rescate de varios billones de dólares a los bancos inauguró la mayor transferencia de riqueza en la historia humana desde la base hasta la cima. Esto ha agudizado enormemente las tensiones sociales y marcó el comienzo de un nuevo período de levantamientos revolucionarios.
Los indicios iniciales ya se han visto este año en los levantamientos revolucionarios en Túnez y Egipto, la intensificación de la resistencia de la clase de trabajo en Grecia y otros países europeos y las protestas masivas de trabajadores en Wisconsin. La burguesía ha sido capaz de saquear el tesoro público sólo por el papel traidor de los sindicatos y de sus aliados de la pseudo-socialista "izquierda" en el debilitamiento y estrangulamiento de la oposición de la clase obrera.
El fuerte aumento del endeudamiento del Estado como resultado de los rescates sólo ha socavado aún más la solvencia a largo plazo de los bancos, ya que se quedaron con decenas de miles de millones de dólares en títulos del Estado, cuyo valor se ha desplomado.
La respuesta universal de la burguesía y de sus gobiernos de todos los colores, ya sea liberal, conservadora o "socialista" es la de trasladar el costo total de la crisis sobre la clase obrera. El objetivo es nada menos que una contrarrevolución social, la aniquilación de todos los logros sociales alcanzados durante el siglo pasado y la reducción de la clase obrera a un estado de pobreza y desesperación.
Pero lejos de resolver la crisis financiera todos sus esfuerzos sólo la han profundizado. Un año después de recibir un préstamo de € 110 mil millones ligados a la adopción de medidas de austeridad salvaje, Grecia se ha visto sumida en una profunda recesión, que ha socavado los ingresos del Estado y ha intensificado la crisis de la deuda. Ahora, a cambio de un nuevo préstamo, el gobierno socialdemócrata está imponiendo recortes aún más profundos, así como una venta liquidadora de los activos del Estado.
Este círculo vicioso se está replicando en Irlanda, Portugal, España y otros países muy endeudados y conduce inevitablemente al default del Estado y a una nueva crisis financiera.
Ni un solo banco líder ha sido procesado en relación con el masivamente utilizado esquema Ponzi que fue construido sobre la base de hipotecas tóxicas de alto riesgo y otros activos dudosos. Los bancos gigantes no sólo no han quebrado o se han nacionalizado, por el contrario se les ha permitido aumentar su poder monopólico. No se ha establecido ninguna reforma seria, lo que permite a los bancos reanudar su especulación temeraria y disfrutar de beneficios récord, mientras conceden bonificaciones más altas que nunca a sus ejecutivos.
El mercado de derivados no regulados, que jugó un papel central en la crisis financiera, no ha disminuido. Incontables millones en ganancias se están realizando en el floreciente mercado de los “credit default swaps”, apostando sobre la probabilidad de impago de algunas deudas soberanas.
Argumentando en contra de cualquier reestructuración de la deuda griega, Mario Draghi, el ex gobernador del Banco de Italia, quien probablemente se convierta en el próximo presidente de Banco Central Europeo, dijo al Parlamento Europeo la semana pasada: "¿Quiénes son los dueños de los credit default swaps? ¿Quién ha asegurado a otros frente a un default en nuestro propio país? Podríamos tener una cadena de contagio". El descenso en el nivel de vida de la clase obrera y la concentración de la riqueza en los niveles superiores se resume en un gráfico asombroso publicado por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos que muestra que la participación de los trabajadores en el ingreso nacional norteamericano se ha reducido a un mínimo histórico.
Fuente: EE.UU. Departamento de Trabajo: Oficina de Estadísticas Laborales
El gráfico muestra una tendencia general de descenso a partir de la década de 1980, acelerado dramáticamente en el año 2000. Lo más significativo es el hecho de que la participación de los trabajadores en la renta nacional ha disminuido aún más rápidamente durante la supuesta "recuperación" que comenzó en junio de 2009 que durante la recesión oficial.
¿Qué nos dice esto? Esto demuestra que la crisis está siendo deliberada y sistemáticamente explotada por la burguesía norteamericana y la administración de Obama para llevar a cabo una inversión histórica y permanente de las condiciones de la clase obrera.
Los acontecimientos de los últimos 33 meses han refutado todos los reclamos de los gobiernos, los políticos, los expertos de los medios, los dirigentes sindicales y académicos de que una solución viable a la crisis es posible dentro del marco del capitalismo. La crisis actual no es una crisis coyuntural más, sino una crisis sistémica del sistema capitalista mundial. En el centro de la crisis está la disminución prolongada y profunda en la posición global del capitalismo estadounidense.
La SEP escribió en enero de 2009, "un rebalanceo de la economía mundial, es decir, el establecimiento de un nuevo equilibrio mundial económico de base capitalista, sólo se puede lograr a través de una masiva destrucción de las fuerzas productivas existentes, una disminución catastrófica de la calidad de vida de la clase obrera internacional. Y para que esto se realice es necesaria la aniquilación de una parte considerable de la población mundial".
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