martes, 19 de febrero de 2019

PELIGROS EN LA NUBE: LA SEGURIDAD EN LA CLOUD COMPUTING


Cloud computing: ventajas y retos en un mundo digital
Mario Ramón Duarte

Durante mucho tiempo cuando un usuario deseaba utilizar un servicio informático, debía descargar o copiar e instalar algún tipo de software en su ordenador. Esto suponía una especie de anclaje físico del servicio, que solo era accesible desde el equipo donde se había instalado. Con el cloud computing, en cambio, los servicios son accesibles a través de una red, que por lo general es internet, desde cualquier computadora. El usuario cuenta con una identificación y una clave que le permite hacer uso de la prestación este donde este.
La computación en la nube, informática de la nube o simplemente nube, es una tecnología que permite el acceso remoto a software, almacenamiento de archivos y procesamiento de datos por medio de internet, siendo de ésta manera, una alternativa a la ejecución en una computadora personal o servidor local.
La computación en la nube son servidores desde Internet encargados de atender las peticiones en cualquier momento. Se puede tener acceso a su información o servicio, mediante una conexión a internet desde cualquier dispositivo móvil o fijo ubicado en cualquier lugar. Sirven a sus usuarios desde varios proveedores de alojamiento repartidos frecuentemente por todo el mundo. Esta medida reduce los costos, garantiza un mejor tiempo de actividad y que los sitios web sean invulnerables a los delincuentes informáticos, a los gobiernos locales y a sus redadas policiales pertenecientes.
Cloud computing es un nuevo modelo de prestación de servicios de negocio y tecnología, que permite incluso al usuario acceder a un catálogo de servicios estandarizados y responder con ellos a las necesidades de su negocio, de forma flexible y adaptativa, en caso de demandas no previsibles o de picos de trabajo, pagando únicamente por el consumo efectuado, o incluso gratuitamente en caso de proveedores que se financian mediante publicidad o de organizaciones sin ánimo de lucro.
Entre los tipos de nube podemos mencionar las nubes privadas, las nubes hibridas y las nubes comunitarias.
El cambio que ofrece la computación desde la nube es que permite aumentar el número de servicios basados en la red. Esto genera beneficios tanto para los proveedores, que pueden ofrecer, de forma más rápida y eficiente, un mayor número de servicios, como para los usuarios que tienen la posibilidad de acceder a ellos, disfrutando de la transparencia e inmediatez del sistema y de un modelo de pago por consumo.
Si bien hemos tratado de reconocer las principales ventajas de ésta tecnología, se hace necesario también expresar sus cuestiones pendientes o barreras a vencer, que son el aspecto cultural, la seguridad misma y el propio marco legal regulatorio, que es una constante general en la era de ésta Cuarta Revolución Industrial, por parte de todos los gobiernos del planeta.
La cloud computing a pesar de los preceptos enunciados, representa una evolución en el uso de la computación que cambia por completo en que establecemos recursos y herramientas de primera mano. Una de ellas es el ahorro del coste en lugar de realizar grandes inversiones en infraestructura física, las empresas optan por montar centro de datos en la nube que, gracias a la IoT, pueden ofrecer servicios y funciones a los usuarios de forma ágil y funcional.
En lo atinente de esta tecnología en Latinoamérica las empresas han desarrollado una resiliencia antes los retos económicos durante su historia. Mucha de esta fortaleza se debe a la adopción de tecnologías que en su momento han estado disponibles, sino para todas las mayorías de las organizaciones.
Un estudio realizado por la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe de la ONU, expresa que la nube publica es el modelo de cloud computing con mayor presencia en la región, por eso no es extraño suponer que han tenido un impacto benéfico en todas las organizaciones que han adoptado estas herramientas.
Entre los principales países de Latinoamérica que registran el mayor incremento porcentual pronosticado para los siguientes años, duplicando o incluso triplicando el consumo actual de servicios cloud, mencionamos a Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile.
El crecimiento de este mercado es anticipado por varios proveedores de comunicaciones en la región, estableciendo la tendencia desde lo más conservador de un 10% hasta un 90% para el 2020. Los temas de Seguridad siguen presente como uno de los temas que deben ser abordados y cubiertos por los proveedores de servicio cloud, sin embargo al día de hoy las medidas de seguridad y procesos que certifican con normas internacionales a proveedores como Google dan el voto decisivo para la toma de decisiones.
La Industria 4.0 todavía tiene que resolver cómo alcanzar el equilibrio entre las tecnologías de producción y la organización del capital humano involucrado, para seguir generando mayor confiabilidad y transparencia en el mundo de hoy a los usuarios.
No cabe duda de que la tecnología informática ha favorecido en gran medida al mundo empresarial. Pocas son las empresas de hoy que no están digitalizadas de alguna manera. En mayor o menor grado, casi todas emplean algún tipo de software que les ayuda a administrar mejor el negocio.
Estos softwares de aplicación ya se venían usando en las grandes empresas desde hace varios años, cuando las ventajas de la era digital abrían todo un abanico de posibilidades. Poco a poco, más y más negocios se iban informatizando a medida que se abarataban los costes de aplicaciones y servicios técnicos. Aunque siguen siendo las PYMES quienes lo tienen más difícil por su alto coste adquisitivo y de mano de obra.
Y en este aspecto, el Cloud Computing facilita la labor a las pequeñas y medianas empresas que necesiten este servicio informático a un precio barato y sencillo de utilizar, como así también es aquella nube administrada por terceras personas que no son parte de la organización. Los datos de cualquier cliente se mezclan entre los servidores de la nube. Las aplicaciones, archivos almacenados y más recursos pueden ser usados por los clientes a través del proveedor de servicios, dueño de toda la infraestructura almacenada en los distintos dispositivos. Su acceso por parte del cliente es casi siempre a través de la misma red: Internet. El futuro sin dudas es hoy más que nunca parte de nuestro entorno y no da tregua, es por ello, que no debemos quedarnos estancados y dar la batalla en todos los aspectos de los múltiples nuevos términos que nos rodean, principalmente buscando una regulación que alumbre el lado ético desde lo computacional.

jueves, 14 de febrero de 2019

SIN BRASIL Y MÉXICO INTEGRADOS, NO HAY AMÉRICA LATINA


Brasil y México, una encrucijada
Juan Pablo Calderón Patiño

Por más que haya intervalos de diversas ópticas, nadie puede negar que si Latinoamérica de verdad quiere tener un papel más allá de la retórica del anhelo vitalicio de la integración, debe transitar por el diálogo entre Brasil y México. En los dos Estados se concentran más de la mitad del PIB de la región, de las corrientes de inversión extranjera directa, de la población y del territorio, ni más ni menos. En la última década pareciera que la región se dividió entre la “Latinoamérica del Norte” con México, el espacio centroamericano y el caribeño, y el Cono Sur, que conjuntó una serie de organismos propios. Salvo la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños fundada en 2010 ―una especie de Organización de los Estados Americanos sin Canadá ni Estados Unidos―, la integración de la región tuvo una inminente bifurcación.
Brasil y México comparten una ruta peculiar, en tramos parecida, como fue el proceso de industrialización que a ambos les permitió crecer por arriba del 6% anual entre la década de 1930 y la década de la pesadilla de la deuda externa de 1980. Si el camino por el nacimiento de sus respectivos Estados fue tan singular, como el brasileño que no lanzó ninguna bala, el de México fue el de un río sangriento que continuó su cauce fatal en la Revolución de 1910. El recorrer del siglo XX, con modelos políticos tan dispares, conjuntaron, en especial, desde 1985, en Brasil con el retorno a la democracia y en México con la apertura del pluralismo político, una “democracia mitigada” que en los dos países mantuvo procesos de altibajos.
Hoy, con apenas un mes de diferencia en las tomas de posesión de México y Brasil, han vuelto a redefinir un nuevo punto de partida en sus democracias. Un primer gobierno de un partido de izquierda (aun cuando en el propio Partido Revolucionario Institucional la izquierda cardenista o la peculiar de Adolfo López Mateos, son antesala histórica) ha llegado al poder haciendo sucumbir en las urnas a las opciones clásicas de la política. En Brasil, con un sistema de partidos atomizado y con una crisis sin igual en el Partido de los Trabajadores por el desgaste de gobernar 13 años, arriba un político ultraderechista y de estirpe militarista.
Si bien las relaciones entre Estados democráticos se dice que no tienden a escalar en conflictos, en este caso la personalidad de ambos líderes jefes de Estado tan dispares ideológicos, pondría a prueba dicha máxima. Bolsonaro que pasó más de 2 décadas como legislador federal y transitó por ocho institutos políticos, ha dicho que el pueblo lo eligió porque quiere menos Estado y más mercado. En México, la crítica lopezobradorista al neoliberalismo pareciera que busca lo contrario confirmando, al menos en su narrativa, un regreso a las políticas que antecedieron a 1982 cuando la ola tecnocrática invadió los espacios públicos de México. El otrora capitán del ejército brasileño apunta a las “recetas de siempre” que desde la ortodoxia de la Universidad de Chicago tuvo en el Chile de la dictadura su primer laboratorio en Latinoamérica, el camino neoliberal.

Entre China y Estados Unidos
Los dos países, primero miembros del G-5 junto con China, la India y Sudáfrica, y que después fueron invitados a integrarse al G-20 por el peso de sus economías nacionales, están inmersos en una correlación de fuerzas geopolíticas y de intereses de Estado que buscan una nueva época entre dos actores fundamentales, China y Estados Unidos. La arrogancia de Donald Trump, secundada por algunos mandatarios latinoamericanos, ha renacido en la lacerante Doctrina Monroe, de “América para los americanos”. El aparente olvido de Estados Unidos en el hemisferio ha sido cuestión de diversos gobiernos en la Casa Blanca y esos espacios han sido llenados por China que no es casual que ya es el primer socio comercial de países como Brasil y Chile, país con el que Bolsonaro plantea una alianza estratégica. México, por razones naturales en su dependencia comercial y económica con Estados Unidos, enmarcada por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su destino, aún a la deriva ante la nueva conformación del Congreso en la capital estadounidense, no mantiene una relación estrecha en lo comercial con China, y las acciones de López Obrador en sus primeras semanas de gestión han sido un perfil bajo, por ahora en la relación bilateral más importante para los mexicanos.
López Obrador ha dejado constancia de que la agenda internacional de México no es un tema que guarde prioridad aún. Fue quizá uno de los últimos mandatarios electos que en el largo período de transición de 5 meses no realizó ninguna visita al exterior. En otras ocasiones era la oportunidad para delinear prioridades y dar mensajes contundentes en determinadas causas y zonas geográficas. Brasil era una escala en las antiguas giras de presidentes electos mexicanos al Cono Sur. Sin ser declarado presidente electo por la autoridad electoral, el entonces presidente Enrique Peña Nieto invitó a López Obrador a la XIII Cumbre de la Alianza del Pacífico con el Mercosur, que tuvo lugar en Puerto Vallarta el 24 de julio de 2018. López Obrador aceptó la invitación, pero días después canceló al argumentar que no tenía la investidura cuando la verdad asomaba otros elementos más del índole transicional interno. Una de las reuniones bilaterales, la más importante para muchos analistas, era el encuentro con el Presidente de Brasil, Michel Temer. Su realización como primera aproximación hubiera sido importante por los intereses de ambos Estados, con independencia de sus gobiernos en turno por más que Brasil semanas después tendría su proceso electoral presidencial.

La relación comercial
Abundantes textos han hablado de la relación económica y comercial entre mexicanos y brasileños para sostener que aún están lejanos la proyección de 18 000 millones de dólares conjuntos. 10 000 millones de dólares más en los próximos años no se ven tarea fácil cuando la histórica animadversión de ciertos grupos empresariales y oficialistas de Brasil se ha traducido en el libre comercio.
La renovación del Acuerdo de Complementación Económica número 55, que en marzo de 2019 tiene fecha para llegar al libre comercio en la joya de la corona, el sector automotriz, tendrá su primera prueba de fuego entre los gobiernos de López Obrador y Bolsonaro. México y Brasil son los gigantes de una industria automotriz en transición a una nueva era global en la movilidad. México como sexto productor mundial de vehículos ligeros y el cuarto exportador, hace 4 años rebasó a Brasil como principal productor automotriz latinoamericano. La complementación entre estos dos mercados tiene complementariedad en sus mercados internos. Brasil tiene un gran mercado interno con poca exportación automotriz manteniendo tasas de diversificación y México, tiene un deprimido mercado interno combinado con un auge exportador, pero con un solo comprador que absorbe más del 80% de las exportaciones automotrices mexicanas.
A la relación comercial se debe poner un complemento que muchas veces el discurso presidencial lo toma de manera marginal y es la inversión mexicana en el exterior. La mayor parte de estudios serios ubican que capitales mexicanos en Brasil superan los 30,000 millones de dólares y van desde sectores como el hotelero hasta telecomunicaciones. La inversión brasileña en México es menor a la mexicana por una diferencia de poco más de 10 000 millones de dólares, nada despreciable, en especial en el sector energético. Las medidas que impulse el nuevo gobierno de Brasil con impacto en inversiones mexicanas deben estar en el mirador de la política exterior de México para garantizar que todo proceso sea llevado bajo el Estado de derecho. La experiencia venezolana en expropiaciones a plantas cementeras mexicanas es un antecedente para la diplomacia mexicana en Brasil y en otros países. El empresariado de los dos Estados es un actor de suma importancia además de las trasnacionales que tienen en ambos países plataformas de producción y exportación de gran dimensión. El caso Odebrecht, que en México no ha llevado a nadie a la cárcel, podría tener una nueva fase con los nuevos gobiernos con serias implicaciones, si de verdad México busca el espacio cabal de las leyes y dar una lección a la corrupción. El caso Odebrecht, con independencia de su derrotero, es ejemplo de que la corrupción no es exclusiva del sector gubernamental y esa marca deberá resguardar repetir lamentables casos que minaron la confianza ciudadana y empañaron a diversas personalidades de la política y la empresa.

La política exterior
La nueva edificación de las alianzas de Brasil con Trump e Israel estará transformando la geopolítica de la región con situaciones candentes como las crisis de Nicaragua y Venezuela, pero también en el escenario mundial en los organismos internacionales. A ello se le debe sumar el cuidado de más de 16 000 kilómetros de fronteras nacionales de Brasil, las mismas que afianzó el legendario diplomático, el Barón de Río Branco.
Itamaraty, la casa diplomática brasileña de tanto reconocimiento, ya empezó a tener los primeros choques, en especial con el Ministerio de Comercio que parece le quitaría “parcelas de funciones” a los diplomáticos de carrera. En un régimen presidencial y federal como el de Brasil y México, cuya responsabilidad en la política exterior es del Ejecutivo, Itamaraty tendrá más que ejecutar las decisiones de Bolsonaro a un costo extremadamente alto para Brasil, iniciando por un canciller brasileño que, aunque de carrera, no oculta su admiración por Trump. Los organismos internacionales, tanto regionales como especializados, verán entre los dos grandes de Latinoamérica una lucha que, si bien pasa por la antítesis de sus posiciones, México ―resguardando su histórico papel en el multilateralismo― tiene mucho que aportar en el cambio climático, el fenómeno de la migración, el respeto a las minorías indígenas y los derechos humanos de toda generación, además del baluarte de defensa en el comercio mundial que, con sus luces y sombras, es preferible tenerlo ―que es la Organización Mundial del Comercio por cierto dirigida por un brasileño como funcionario internacional―.
En México existe alarma que la nueva relación entre Trump y Bolsonaro descubra nuevas oportunidades, en especial, en la exportación de alimentos brasileños a Estados Unidos. Brasil es gigante en cítricos, café, piña y en muchos cultivos más, pero la lógica real cifrada en logística, y lo que los economistas llaman “preferencias y gustos del consumidor”, serán fundamentales para que México no pierda escaños como gran abastecedor del mercado estadounidense. Brasil deberá también sopesar que Chile y México, como miembros de la Alianza del Pacífico, y que con los nubarrones del TLCAN, el gobierno mexicano anterior inició compras históricas de maíz brasileño para diversificar la dependencia con los cerealeros de los estados que votaron por Trump. Argentina, que con certeza de Estado buscará un contrapeso frente al Brasil de Bolsonaro, es otro espacio para compras de granos básicos para México además de madurar alianzas de intereses recíprocos.

Optimismo escaso
Brasil y México tendrán una nueva época, pero el optimismo es escaso para alimentar la relación. Los intereses de Estado estarán en un aparador frágil entre dos países que los une su riqueza, pero también su mayor afrenta: la desigualdad y déficit social. Su riqueza energética, Brasil con 45% de la matriz energética renovable del planeta y México también una potencia en ecosistemas, tendrán diferencias en el cambio climático, que el equipo de Bolsonaro lo ha catalogado como “alarmismo climático”. Brasil, ya no es desde hace años el “eterno país del futuro” y México, tampoco es el país “exclusivo” de lo que se imaginó desde la apertura comercial, una “Norteamérica” que creían en el dogma de integración, eterna. Es difícil ser optimista en la nueva época donde el realismo dicta que “administrar la relación” será el cauce entre Brasilia y la Ciudad de México. Si Alfonso Reyes divisó con magistral pluma e inteligencia al país amazónico en su texto El Brasil es una castaña, la nueva designación de embajador mexicano en la moderna Brasilia será toral para identificar oportunidades y retos. Los 30 millones de votos para López Obrador y los 57 millones de sufragios para Bolsonaro son un apoyo legítimo, sin duda, pero no un cheque en blanco para todos los mexicanos y brasileños.

domingo, 10 de febrero de 2019

PRISION PREVENTIVA, IMPORTANTES CAMBIOS EN MEXICO


La prisión preventiva y los delitos graves en el sistema de justicia penal mexicano
Alejandro Campuzano Álvarez

La Cámara de Diputados de la LXIV Legislatura, en el ejercicio de sus atribuciones, ha llevado a cabo diversas reformas constitucionales, entre las cuales destaca una iniciativa de ley que actualmente se encuentra en un debate álgido en virtud de la importancia y la trascendencia que la propia iniciativa plantea: la prisión preventiva.
La prisión preventiva oficiosa, plasmada en el artículo 19 constitucional, establece los supuestos y los delitos en los cuales se aplicará la misma como medida última y excepcional en un proceso penal, pero ¿qué es la prisión preventiva oficiosa?
Deberá entenderse por prisión preventiva a aquella medida última, excepcional y cautelar por medio de la cual se priva de la libertad a un imputado —persona sujeta a un proceso penal, pero cuya culpabilidad no ha sido decretada mediante sentencia— con objeto de garantizar la comparecencia del imputado en el juicio, el desarrollo de la investigación, la protección de la o las víctimas, de las o los testigos o de la comunidad, así como cuando el imputado esté siendo procesado o haya sido sentenciado previamente por la comisión de un delito doloso, siempre y cuando la causa diversa no sea acumulable o conexa en los términos del Código Nacional de Procedimientos Penales.
Actualmente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos contempla seis delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa —automática—, y son: homicidio doloso, delincuencia organizada, violación, secuestro, trata de personas, y aquellos que se cometan de forma violenta con armas de fuego.
Con base en diversas problemáticas sociales en materia de seguridad que han impactado de forma directa la vida de las y los mexicanos, el Senado de la Republica presentó una iniciativa de ley con objeto de reformar el artículo 19 constitucional para anexar a la lista de delitos que merecen prisión preventiva oficiosa, nueve más, entre los cuales se encuentran: abuso o violencia sexual contra menores, feminicidio, robo a casa habitación, robo a transporte de carga, desaparición forzada, delitos en materia de armas de fuego y explosivos, uso de programas sociales con fines electorales, corrupción por enriquecimiento ilícito y delitos en materia de robo de hidrocarburos.
La Cámara de Diputados, a través de la Comisión de Puntos Constitucionales, desechó seis delitos restando solo tres en el Dictamen de prisión preventiva oficiosa, mismos que son: uso de programas sociales con fines electorales, corrupción por enriquecimiento ilícito y delitos en materia de robo de hidrocarburos. Esto en virtud de que los dos primeros son cometidos por servidores públicos y el último por la extrema urgencia del combate al robo de hidrocarburos —“huachicoleo”—.
Acto seguido, el descontento social influenciado por la desinformación y una campaña negra en contra de la administración pública federal, se hizo presente en virtud de que la ciudadanía asumió que la decisión de las y los diputados era negar la gravedad de los nueve delitos anteriormente enunciados.
¿Cómo era posible que las y los diputados no visualizaran como delitos graves el feminicidio, el abuso sexual contra menores, la desaparición forzada, entre otros? Por supuesto que en un país como México indignan ese tipo de aseveraciones; sin embargo, la reforma al artículo 19 constitucional y su debate, en ningún momento se centraron en la gravedad de los delitos; la discusión fue en torno a la prisión preventiva oficiosa.
Ahora bien, existen dos tipos de prisión preventiva, a saber: la que es solicitada por el Ministerio Público, y la oficiosa, es decir, la que se decreta en forma automática por tratarse de los delitos enunciados en el artículo 19 constitucional. Por lo tanto, para cualquier delito se puede solicitar la prisión preventiva como medida excepcional y última, siendo la o el juez quien decrete si esta procede o se desecha.
Con base en lo anterior, no es que las y los diputados no visualicen como graves los delitos, sino que, en aras de proteger el principio de presunción de inocencia establecido en la reforma constitucional del año 2008, es que busca privilegiar uno de los principios fundamentales del derecho que a la letra señala que “toda persona es inocente, hasta que se le demuestre lo contrario”.
Al establecer la prisión preventiva oficiosa, en efecto, se vulneran los derechos humanos del imputado. Es por ello que las y los legisladores, han optado por establecer únicamente como delitos que merecen prisión preventiva oficiosa aquellos que son cometidos por altos funcionarios, quienes, al amparo del poder del cargo público, dañan a la nación económica y socialmente. Véanse como ejemplos a los exgobernadores Andrés Granier, de Tabasco; Guillermo Padrés, de Sonora; Rodrigo Medina, de Nuevo León; César Duarte, de Chihuahua; Roberto Borge, de Quintana Roo; Fidel Herrera, de Veracruz; Gabino Cué, de Oaxaca; Tomás Yarrington, de Tamaulipas; Jorge Torres, de Coahuila; Javier Duarte, de Veracruz, entre otros. Es precisamente a ellos a quienes apunta la reforma constitucional del artículo 19.
Se concluye entonces que la prisión preventiva, es una medida cautelar excepcional, que puede ser de oficio o a petición del ministerio público por la posible comisión de cualquier delito. La prisión preventiva es una herramienta que deja ver la falta de eficacia y eficiencia del Poder Judicial de la Federación, particularmente de los Juzgados y Tribunales Penales, en virtud de que priva de la libertad a un presunto responsable de la comisión de un delito sin sentencia de por medio.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el año 2016, 65 mil personas recluidas en centros penitenciarios no habían recibido sentencias, lo cual equivale a un 35% de la población reclusa; de ellas, 69% lleva más de un año y 43% más de dos años sin recibir sentencia. Por lo tanto se infiere que la prisión preventiva es una medida legitimada por el poder judicial —particularmente por las y los jueces— para privar de la libertad a una persona sin sentencia condenatoria olvidando con ello el debido proceso penal y el respeto a los derechos humanos.

lunes, 4 de febrero de 2019

NUEVO PRESIDENTE EN EL SALVADOR

El Salvador, más que el voto
Juan Pablo Calderón Patiño

Hace más de una centuria cuando los franceses decidieron que Panamá representaba la mejor opción para el paso entre el Atlántico y el Pacífico, la faena más dura fue empezar a trazar la línea de navegación. Sin las grandes máquinas de ahora, la mano del hombre empezó la primera edificación. Los pantanos, el criminal calor húmedo, el enjambre de bichos tropicales, eran la muerte.
Preocupados los franceses supieron de una escuadrilla de trabajadores salvadoreños que no le tenían miedo al trabajo. Ellos fueron los primeros héroes de ese canal transoceánico. Su muestra de valentía, resistencia y lucha corre en el mismo paralelo de su historia como Estado en el Istmo centroamericano, una república del ramillete de repúblicas de la escisión de mal llamado Imperio mexicano que después tomó decisión libertaria como país independiente. Hoy los salvadoreños salen a votar esperando no recurrir a la segunda vuelta programada el 10 de marzo. 
El “Pulgarcito de América” como le llamaba Gabriela Mistral, el país más densamente poblado por kilómetro cuadrado en el Hemisferio, acude a una elección que no ha podido dejar de arrastrar la herencia del siglo XX que le costó una de las mayores y sangrientas guerras civiles de América Latina, además del recurrente intervencionismo de Washington. 
Con todo, la paz firmada en enero de 1992 en el Alcázar de Chapultepec en Ciudad de México, fue un hito y una victoria combinada de la diplomacia regional y del Sistema de Naciones Unidas. En el prólogo de la paz y transformados en partidos políticos, la Alianza Republicana Nacionalista (creada por el fundador de los tristes escuadrones de la muerte y con dos ex presidentes en proceso penal, uno en prisión y otro fallecido) y el antiguo combatiente, Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN, con su primer presidente asilado en Nicaragua y con orden de detención por la Fiscalía de El Salvador), la alternancia en la Presidencia ha sido una constante y en su último tramo uno de los combatientes insurgentes, es Presidente de la República. 
Ahora, la violencia se ha transformado en un cocktail de sumo peligroso; pobreza, migración, corrupción y hartazgo de una población que de sus seis millones de habitantes, tienen casi una tercera parte viviendo en Estados Unidos, lo que permite a El Salvador que aterricen más de cinco mil millones de dólares en remesas año por año, superior a sus divisas por café (su variedad arábiga llamada “Pacamara” es de una altísima calidad y dicen es el grano que consumen en el Palacio de Buckingham) o algodón. 
La resistencia del cambio de los partidos tradicionales más la ceguera ideológica del FMLN, tiene en la antesala del poder a uno de los que fue “suyo” y que con sus siglas fue Alcalde de San Salvador. Nayib Bukele, de 37 años y que retoma la corriente “anti sistema político” que recorre desde Brasilia a Londres y desde Washington a Ankara. 
No será tarea fácil porque en juego está más que la relación con la Venezuela en crisis, lo que está en el debate son los mecanismos de integración regional centroamericana cuando ninguno de sus países por sí solos puede tejer el desarrollo que merecen sus habitantes. 
Que tome en cuenta eso México que debe comprender el papel histórico que no transita sólo con la “administración de la diplomacia” sino con un quehacer diplomático a la altura de los retos. De nueva cuenta, los salvadoreños evocan a esa cuadrilla de trabajadores que iniciaron la primer apertura del Canal panameño con más que agallas. 
Ante el presumible fin de otro sistema de partidos agotado, estoy seguro que el poeta guerrillero Roque Dalton (ultimado en el error más grande y salvaje de sus compañeros guerrilleros), regalaría otras líneas en su obra “Las historias prohibidas de Pulgarcito” que enseña que por más que la paz se haya firmado, la liberación nacional es tarea colectiva y épica cotidiana.