El brillante periodista boliviano Luis Eduardo (Ted) Córdova Claure (http://www.tedcor.com) se despidió personalmente de todos sus amigos vía e-mail para comunicarles la primicia de su muerte, próxima e inminente. Ted Córdova nació en Bolivia en 1936, pero nunca firmó como "periodista boliviano", sino que siempre se llamó a sí mismo "periodista latinoamericano".
Ted escribe que morir es la noticia, mientras abandona la vida en su refugio de Havelock, Carolina del Norte, el lugar que, hace unos diez años, eligió junto a su esposa, Mary C. Boylan, como el más adecuado para solventar y enfrentar la enfermedad. Después de una vida entera de trabajo, desde que estudió periodismo en Chile a mediados del siglo pasado y ejerció esta profesión en Bolivia, Venezuela, Argentina y otros países, Córdova no adquirió protección social ni seguridad hospitalaria como para atender sus enfermedades, ni en su Bolivia natal, ni en ninguna de las naciones en que trabajó como periodista. Su compañera Mary, funcionaria irlandesa jubilada en la Unión Europea, decidió decidida a asistir a su pareja hasta el fin de sus días. La desprotección de Ted es común entre los periodistas latinoamericanos que tenemos su edad o... nos acercamos. En su blog, Ted publicó el año pasado una nota titulada 'Muerte anunciada de un periodista marca el fin de una era en TV de EE.UU.': El 5 de abril de este año el muy conocido periodista de origen canadiense Peter Jennings, de la cadena ABC TV, anunció serenamente en cámara que padecía de un cáncer pulmonar y que, en lo posible, seguiría trabajando. Este domingo 7 de agosto al anochecer murió en su domicilio de Nueva York, no muy lejos de los estudios donde, durante décadas, se proyectó hacia toda la nación (www.tedcor.com/global/glo090805.htm).
Ted todavía no ha muerto, pero sabe perfectamente qué es lo que viene. Y decidió marcar, a su propia manera, el viejo periodismo escrito de América Latina que él mismo encarnó. Su despedida es su lúcida crónica "Noticia y Abrazo Final", dirigida a sus amigos y conocidos. He aquí el texto completo de este inusual adiós de Ted:
Noticia y abrazo final
«Queridos amigos: les escribo con mi memoria reforzada por los buenos momentos que pasamos juntos. Los tengo muy cerca de mí ahora que me estoy muriendo. Es una agonía tranquila que me permite ciertas libertades, pero es una agonía inexorable. Cuando ocurra lo previsto, mi querida y abnegada esposa, Mary (mcboylan@hotmail.com) que me acompañó en todo este período, junto a nuestra maravillosa hija Fiona, les enviará el dato final. «Entretanto, me entrego a Dios con el recuerdo de ustedes, que me acompañaron en esa vida fascinante del periodismo. Gracias por todos los favores recibidos y va este abrazo final.
«El periodismo me agarró tanto, que me permitió enviar esta última noticia de mi muerte, a los 70 años y nueve días de vida en un mundo cada vez más caótico. Como escribí en anterior artículo, lo que lamento es no poder seguir escribiendo sobre el curioso proceso de deterioro del poder norteamericano.
«Justamente este mes se cumplen tres anos desde que el presidente Bush, en un gesto de dramatización, aterrizó en el portaaviones Lincoln. En un avión que él no piloteaba, se bajó disfrazado de piloto de guerra y proclamo la "victoria total". Todavía quedan mil días de su gestión presidencial y es muy complicado tratar de pronosticar qué otras escenificaciones ocurrirán. Está visto que no viviré para verlas y comentarlas. Puede ser que, después de otra gran mentira, se produzca un holocausto nuclear global.
«El mundo se prepara más en fabricar misiles que en producir vacunas contra las pestes y pandemias. La Tierra se recalienta mientras comienza a escasear el agua potable. Por todo esto no es raro que haya un curioso fenómeno de fe, el revival de Jesucristo. En el cine, libros y cualquier forma de expresión nos encontramos con la figura iconográfica de Jesús de Nazareth y, por fin, la memoria de su filosofía de amor, compasión y justicia en una globalidad recargada de odios y prejuicios.
«Es cierto que antes de sentarme a la compu me tome un breve William Evans, repulsivo bourbon de Kentucky que justamente sirve para viajes largos, posiblemente sin retorno. Mi amada y abnegada esposa, Mary Boylan, les informará por esta misma vía cibernética, la fecha de mi partida definitiva. Escribo esto el miércoles 3 de mayo. Si algunos quieren volver a leerme, en mis libros o en mi website, les estaré muy agradecido desde la eternidad, como estoy ahora, porque me brindaron su amistad, sobre todo por lo que compartimos en el periodismo y en la vida.
«Un abrazote, Ted»
¿QUIÉN ES TED CÓRDOVA-CLAURE?
Una biografía de Ted debería indicar que trabajó para Prensa Latina en Chile en los primeros tiempos de esa agencia, después de terminar sus estudios en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, y que se trasladó a Venezuela en los años 60, donde se desempeñó en los medios de la época, entre otros, en El Nacional de Caracas. Regresó a Bolivia y dirigió la televisión pública hasta que fue derrocado el gobierno del presidente Juan José Torres, en 1971. Córdova fue acribillado en La Paz por una banda fascista al mando del sicario Fernando Monroy Murguía, alias el "Mosca Monroy", pero logró sobrevivir. Sus amigos lo trasladaron a una embajada y arribó a Chile, donde recibió atención médica y algunos huesos de sus brazos fueron sustituidos por piezas de metal, cuando aún gobernaba Salvador Allende. El general Torres tuvo menos suerte porque en 1976 fue asesinado en su exilio de Buenos Aires por fascistas bolivianos y argentinos a las órdenes del dictador Hugo Bánzer y se convirtió así en una de las primeras víctimas más relevantes de la Operación Cóndor.
Con motivo del golpe de Augusto Pinochet, del 11 de septiembre de 1973, Ted Córdova fijó su residencia en Buenos Aires, donde se desempeñó en el diario La Opinión, de Jacobo Timmerman, hasta que la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) lo condenó a morir en 1974. Ted decidió emigrar de Buenos Aires en octubre de 1974, rumbo a Venezuela. Por casualidad, nos encontramos como compañeros de viaje en un vuelo de la desaparecida Branif y participamos juntos en el Primer Encuentro Latinoamericano de Periodistas, la reunión realizada en Caracas que dio origen a la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) constituida en México dos años después, justamente hace 30 años, en junio de 1976. (Por curiosidades del destino, me tocó participar en una delegación de la naciente FELAP que acudió al aeropuerto de Ciudad de México a recibir los restos del general Torres, que viajaron acompañados de su familia).
Ted se quedó trabajando en Venezuela hasta comienzos de los años 90. Se desempeñó como jefe de internacionales de El Nacional, trabajó en El Diario de Caracas (una suerte de réplica de La Opinión y del naciente El País, de Madrid) y más tarde se convirtió en asesor de la Delegación para América Latina de la Comisión de la entonces llamada "Europa de los 9", la Comunidad Europea (CE), antecesora de la Unión Europea. En esos tiempos, Caracas, albergaba tantos organismos como una Ginebra de América Latina. Ya en esos tiempos, Ted se ufanaba de trabajar con una computadora, un artefacto absolutamente desconocido para la mayoría de los periodistas.
¿ADIÓS AL SIBARITISMO?
Por razones literarias y periodísticas, comenzó a firmar sus artículos e identificarse justificadamente como "Ted Córdova-Claure, periodista latinoamericano", algo más que boliviano y con un guión entremedio de sus apellidos hispano y anglosajón. El periodista recibió el primer aviso de salud mientras trabajaba en El Nacional, bajo la forma de un preinfarto. Su torrente sanguíneo contenía demasiados colesteroles malos y alguna pizca de alcohol y, claro, con cierta razón. En nuestro almuerzo tradicional del cocido gallego de los miércoles en alguna "picada" de la Avenida Casanova caraqueña, los demás comensales separábamos cuidadosamente la grasa del tocino, por considerarla una ingesta innecesaria en esas latitudes donde jamás hace frío, pero Ted engullía todo. El vino era entonces demasiado caro en Venezuela, más costoso que la comida, así que almorzábamos con whisky, muchísimo más económico, y por supuesto, cerveza. Los "demás comensales" no éramos más que este servidor y Ernesto Salazar, un talentoso periodista peruano que también se avecindó en Caracas para trabajar en la CE. El susto que le dio la experiencia del primer aviso, Ted lo transformó en un ameno libro que publiqué en mi sello Ernesto Carmona Editor con el título de "Adiós al Sibaritismo", un texto lleno de sabrosos relatos sobre la gula en general y la adicción de los periodistas a la buena mesa, una inclinación que Ted dijo haber abandonado para siempre. Pero el periodista latinoamericano amaba demasiado la vida. Y quizás, su intención no fue del todo sincera y eso fue lo que advertí en la mismísima presentación del best seller, efectuada en el restaurante El Cid, de Caracas, con buena mesa y buenos tragos, todo lo contrario de lo que se espera en una ceremonia formal de despedida del sibaritismo.
Y Ted siguió por ese camino, así como jamás abandonó sus convicciones éticas, críticas y democráticas. Ahora mismo confiesa que redactó su despedida del mundo y de sus amigos después de empinarse un trago, en su silla de ruedas: "Es cierto que antes de sentarme a la compu me tome un breve William Evans, repulsivo bourbon de Kentucky que justamente sirve para viajes largos, posiblemente sin retorno", escribió.
Por esos años 80 publicamos en Caracas otro de sus libros, "Testigo de la Crisis", su visión de la embarrada latinoamericana que estaba acometiendo Ronald Reagan. Haciendo gala de un discurso fundamentalista y anticomunista, el ex actor hollywoodense emprendió "en nombre de Dios" las guerras sucias de Nicaragua y Centro América, pero por debajo de la retórica, las financió ilegalmente con dinero de la droga y ventas prohibidas de armas a Irán, que contradictoriamente también era el "enemigo" gobernado por los clérigos musulmanes.
Desde Caracas, Ted regresó a Bolivia para vivir allí casi toda la década del 90. Dirigió simultáneamente dos periódicos de La Paz, Última Hora y La 5ª, pero también escribió columnas en La Razón, Los Tiempos y El Mundo. El "orden mundial" que proclamaran Reagan y su vicepresidente George Bush lo retrucó en otro libro, 'Nuevo Desorden Mundial'. A través de su vida publicó numerosos textos, entre otros, 'Al filo de la Revolución', 'Chile ¿Si?, Chile No' y 'España, el Destape'. Manejaba el inglés, el italiano, el portugués, el francés y, desde luego, sus lenguas nativas, el español y el quechua.
MÁS DATOS CURRICULARES
Ted fue uno de los periodistas precursores en el uso del ciberespacio, desde que "internetizó" su newsletter "Orbita Bip", que comenzó a publicar en Caracas en 1987, cuando la red todavía era un misterio para muchos periodistas. El nombre de la publicación se inspiró en el pito (bip, bip.) que hizo sonar el Sputnik soviético, el primer satélite lanzado al espacio en 1957. Desde que su enfermedad lo puso en una silla de ruedas, a fines de los 90, Ted no dejó de trabajar en su hogar para alimentar la newsletter electrónica y su sitio web. Y siempre se mantuvo en contacto con sus amigos, pese a sus dificultades para escribir, por problemas de motricidad fina, no intelectuales, derivados de sus accidentes vasculares.
No pudiendo teclear la computadora, Ted se proveyó hace años del software que permite dictar al aparato, aquel que convierte la voz en texto. Siempre su esposa Mary daba el retoque final a sus crónicas y notas. Aunque siempre cultivó exquisitamente la lengua de Cervantes (y también el inglés), muchas veces el "apurruñamiento" de letras y palabras en sus mensajes de correo dejaban entrever la desesperante limitación de un intelectual ansioso por comunicarse y decidido a vencer la imposible flexibilidad de los dedos frente al teclado. Y con la ingenuidad tan típica de los niños y los viejos, los periodistas e incluso los mejores amigos, creíamos que Ted estaba "mejor" cuando escribía 'menos 'apurruñado'".
La última vez que lo vi en persona fue en un viaje suyo a Santiago, con Mary, a comienzos de la década del 90. Soñé con ir a verlo a Carolina del Norte, con la idea de la despedida, pero nunca se dio el viaje. Armando datos de memoria y consultando libros viejos y fuentes variadas, la vida profesional de Ted a partir de 1973 y hasta su traslado a Carolina del Norte está jalonada más o menos por los siguientes episodios:
1971-1973: Corresponsal de 'La Opinión' de Buenos Aires en Chile, con desempeños previos como corresponsal viajero en Naciones Unidas (Nueva York), Londres y Hong Kong, escribiendo simultáneamente para varios diarios de América del Sur.
1973-1976: Editor internacional de 'La Opinión', en Buenos Aires.
1976-1977: Editor internacional del semanario Resumen de Caracas, corresponsal en Venezuela y el Caribe del Excelsior de México.
1977-1978 Corresponsal de la Cadena Capriles de Venezuela en España y corresponsal en viaje para Cambio 16 de Madrid.
1978-1979: Editor asistente del magazine Auténtico, de Carlos y Sofia Rangel, Caracas.
1979-1983: Editor internacional del diario El Nacional, en Caracas.
1980-1988: Corresponsal en Venezuela de la Cadena Caracol, de Bogotá.
1984-1989: Columnista de los periódicos El Nacional y El Diario de Caracas, Hoy de Quito, Ultima Hora de La Paz, Semana de Bogotá, Expreso de Lima, El Periodista de Buenos Aires, entre otros medios.
1984-1989: Asesor político de la Comunidad Europea (Bruselas-Caracas).
1989-1993: Consejero editorial de Khana Cruz Editores, editora de los periódicos Última Hora y La Quinta, de La Paz.
1993-1994: Director de los diarios Ultima Hora y La Quinta, en La Paz, Bolivia.
1973-1976: Editor internacional de 'La Opinión', en Buenos Aires.
1976-1977: Editor internacional del semanario Resumen de Caracas, corresponsal en Venezuela y el Caribe del Excelsior de México.
1977-1978 Corresponsal de la Cadena Capriles de Venezuela en España y corresponsal en viaje para Cambio 16 de Madrid.
1978-1979: Editor asistente del magazine Auténtico, de Carlos y Sofia Rangel, Caracas.
1979-1983: Editor internacional del diario El Nacional, en Caracas.
1980-1988: Corresponsal en Venezuela de la Cadena Caracol, de Bogotá.
1984-1989: Columnista de los periódicos El Nacional y El Diario de Caracas, Hoy de Quito, Ultima Hora de La Paz, Semana de Bogotá, Expreso de Lima, El Periodista de Buenos Aires, entre otros medios.
1984-1989: Asesor político de la Comunidad Europea (Bruselas-Caracas).
1989-1993: Consejero editorial de Khana Cruz Editores, editora de los periódicos Última Hora y La Quinta, de La Paz.
1993-1994: Director de los diarios Ultima Hora y La Quinta, en La Paz, Bolivia.
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