La sorprendente contraofensiva de las petromonarquías árabes
Alfredo Jalife-Rahme
Antes de las revueltas y revoluciones del mundo árabe, el bloque comercial y monetario (hoy en sorprendente transformación militarista) de las seis petromonarquías del Consejo de Cooperación de los Países Árabes del Golfo (CCPAG) –Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahrein, Omán y los Emiratos Árabes Unidos– hace menos de dos años se había atrevido a lanzar el proyecto temerario de una divisa común (el gulfo o khaleeji) para desplazar al dólar en la venta de sus hidrocarburos.
Existe abundante literatura que refiere que uno de los pecados capitales de Saddam Hussein a los ojos unilaterales de Estados Unidos (y, por extensión, de la OTAN) había sido el cobro de los hidrocarburos de Irak en euros (hoy vapuleados por la guerra de divisas desatada por Wall Street).Además de la captura de los hidrocarburos de Libia por la OTAN, ya no se diga de una parte sustancial del mayor acuífero de agua fresca del mundo en la región de Cirenaica (capital Bengasi), John Perkins –autor del libro impactante (por provenir de las entrañas del sionismo anglosajón financierista, que es inherentemente misántropo) de hace siete años Confesiones de un sicario económico– asevera que el proyecto de Muammar Kadafi de lanzar una divisa africana común (el dinar-oro) para sustituir al inservible dólar significó su desgracia con sus anteriores aliados de las plazas financieras de la OTAN (ICH, 26/4/11).
Ubico esta triple afrenta contra el dólar –de Irak, el CCPAG-6 y Libia, en un lapso de ocho años– para entender lo que aconteció ayer, sucede ahora y puede ocurrir en un futuro.
Sería un grave error de juicio soslayar tanto la crisis del financierista sionismo anglosajón como la sequía crediticia del modelo occidental capitalista en los acontecimientos que han sacudido al mundo árabe sin excepción.
La dupla invasora anglosajona hipotecó las finanzas de Irak. Ahora, Estados Unidos y Gran Bretaña capturaron más de 60 mil millones de dólares de los depósitos de Libia en sus bancos (con el pretexto humanitario).
El despojo obsceno de las finanzas de Irak y Libia, amén de la hipoteca de sus hidrocarburos, es un juego de niños comparado con lo que puede suceder con las colosales fortunas del CCPAG-6 que corren peligro de ser arrebatadas por el financierista sionismo anglosajón que ostenta la experiencia y la técnica inigualables de sus antecesores piratas, ya no se diga la cobertura militar nuclear de la OTAN.
En la fase de la sequía crediticia global, la suma de las reservas de divisas del CCPAG-6 lo colocaría en el cuarto lugar mundial con 555 mil 630 millones de dólares: detrás de China, Japón y la eurozona. Arabia Saudita sola (que de por sí ya ostenta el cuarto lugar mundial) aporta 82 por ciento de todas las reservas del CCPAG-6.
Más relevantemente, el CCPAG-6 posee sustanciales fondos soberanos de riqueza (wealth sovereign funds), de los mayores del mundo, que duplican sus reservas de divisas. Recomiendo el reporte al respecto de TheCityUk (abril de 2011).
En la delicada coyuntura de la crisis crediticia de Occidente, provocada por su lascivia especulativa, es mi muy humilde hipótesis que el financierista sionismo anglosajón se prepara a despojar al estilo pirata las riquezas acumuladas (reservas de divisas y fondos soberanos de riqueza) del CCPAG-6.
No hay que perder de vista el antecedente de que el siniestro Grupo Carlyle (propiedad catastral del nepotismo bushiano) estafó enormes sumas de dinero a Kuwait, uno de los miembros del CCPAG-6 (arabfinance, 2/12/09).
Dubai, uno de los siete de la federación de los Emiratos Árabes Unidos y relevante plaza financiera del CCPAG-6, todavía no se repone de su descalabro inmobiliario de hace menos de dos años.
Las seis petromonarquías del CCPAG creado hace 30 años tienen un territorio de casi 2.7 millones de kilómetros cuadrados, una población total de casi 45 millones, un PIB (medido en poder adquisitivo) de 1.95 billones de dólares (¡67.86 por ciento del total de los 22 países del mundo árabe!), produce alrededor de 15 millones de barriles al día y, sobre todo, detenta alrededor de 45 por ciento de las reservas de petróleo y 25 por ciento del gas a escala planetaria.
Las seis bases militares de Estados Unidos (y una de Francia en los Emiratos Árabes Unidos) en el CCPAG-6, más que para protegerlo de sus enemigos (como publicitan) parecerían servir de gravamen indirecto a la producción y tránsito de los hidrocarburos del Golfo Pérsico (con excepción de Irán).
A raíz de la revolución del jazmín el CCPAG-6 cambió sorprendentemente su rostro.
El derrocamiento y ahorcamiento del sunita Saddam Hussein por la invasión de la dupla anglosajona favoreció en última instancia a la teocracia chiíta de Irán, lo cual empezó a alterar la correlación de fuerzas en el Golfo Pérsico en detrimento del CCPAG-6, cuyos aliados fueron puestos en jaque a principios de año desde Yemen (Ali Abdalá Saleh) hasta Líbano (el depuesto primer ministro sunita Saad Hariri).
Pero nada se compara, primero, a la defenestración de Hosni Mubarak, amigo del rey Abdalá de Arabia Saudita ni, luego, a la revuelta de los chiítas de Bahrein (75 por ciento de la población) contra la petromonarquía sunita minoritaria local, lo cual desembocó en la intervención militar del CCPAG-6.
La caída de las dos principales potencias militares sunnitas del mundo árabe (Irak y Egipto) angustió a los petromonarcas del CCPAG-6, quienes han pasado a una vigorosa contraofensiva en cuatro frentes: 1) encabezados por Qatar (y su poderosa televisora Al Jazeera), que ostenta el mayor PIB per cápita del mundo, que impresionó hasta a Obama (¡145 mil 300 dólares!; el de México es de 13 mil 800 dólares), apoyaron la revuelta de Cirenaica (capital Bengasi) contra Kadafi, de quien se cobraron afrentas añejas; 2) dejan que corra la revuelta contra Bashar Assad en Siria –el portal israelí Debka (11/5/11) afirma que el poderoso príncipe Bandar Bin Sultan (anterior embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos e íntimo de Baby Bush) opera directamente la rebelión para dañar los intereses de Irán en Siria, Líbano y los territorios palestinos ocupados–; 3) aprietan las tuercas sunitas en Líbano, y 4) negocian la salida decorosa de Ali Abdalá Saleh de Yemen.
Mientras mejoran las relaciones de Egipto con Irán, las del CCAPG-6 (con sus matices y sutilezas individuales) empeoran dramáticamente con el país persa.
Como consecuencia de la era post Bin Laden, la volátil situación en Pakistán (el verdadero aliado militar sunita de Arabia Saudita y dotado con entre 90 y 110 bombas nucleares) afecta el flanco oriental del CCPAG-6, quien en forma espectacular invitó a otras dos monarquías árabes a integrarse en su seno: Jordania (contigua a Arabia Saudita) y Marruecos (muy distante), quienes no son muy pudientes que se diga.
Que el total de las ocho monarquías árabes hayan conformado un nuevo bloque ha llevado a algunos analistas de la península arábiga a proclamar la muerte de la Liga Árabe (de 22 países), tradicionalmente dominada por la muy capaz diplomacia egipcia.
Asistimos a dos tendencias centrífugas en el mundo árabe: por un lado, la revolución del jazmín, cuyo principal activo es Egipto y, por otro, el CCPAG-6 inmensamente rico en todo, menos en agua, armas y ejércitos.
¿Sucumbirán el CCPAG-6 e Irán en la trampa que, a mi juicio, les ha tendido el financierista sionismo anglosajón?
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