http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20110711/149678563.html
El pasado sábado, en el mapa político apareció Sudán del Sur como nuevo estado soberano en el mundo, tras anunciar oficialmente su separación de la República de Sudán.
La proclamación de independencia en Yuba, la nueva capital del país dio inicio a las festividades relacionadas con el nacimiento del nuevo estado cuyo futuro, según expertos puede ser sombrío por la amenaza de nuevos conflictos.
La proclamación de la independencia de Sudán del Sur puso fin a una guerra civil que duró 21 años. Ese conflicto que causó al menos 2 millones de muertos concluyó con la firma del denominado Tratado Universal de Paz firmado por las autoridades sudanesas y los separatistas del sur en 2005.
De acuerdo a ese tratado, Sudán del Sur obtuvo el estatuto de autonomía independiente, con derecho a convocar referendos para la separación definitiva de Sudán.
La autonomía no solucionó los problemas sociales de la población y se agudizaron los roces entre las autoridades sureñas y transcurridos cinco años finalmente convocaron el referendo de separación que tuvo lugar a comienzos del presente año. Según la votación del plebiscito, más del 98 % de la población de Sudán del Sur se manifestó a favor de la creación de un estado independiente.
Uno de los primeros países en reconocer la independencia de Sudán del Sur fue la república de Sudán. Como resultado de negociaciones, la frontera entre los dos países serán las que existían el 1 de enero de 1956, es decir, las que habían cuando estalló la primera guerra civil entre el norte y el sur de Sudán.
Entre los países que reconocen Sudán del Sur, que será el país 193 en el mundo y el 53 estado en el continente africano figura Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Canadá y Egipto.
A las celebraciones dedicadas a la proclamación de independencia el pasado 9 de julio la delegación oficial rusa estuvo encabezada por el representante del Kremlin para la cooperación con los países de África, Mijail Margélov, quien entregó al primer ministro del nuevo país una carta del presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, en la que se informa sobre el reconocimiento de Sudán del Sur por Moscú.
La aparición de Sudán del Sur fue un divorcio pactado por las partes y posiblemente, un importante precedente para la realidad geopolítica actual que debe buscar nuevas formulas para interpretar asuntos tan peliagudos como el derecho de los pueblos a la a autodeterminación y la conservación de las integridad territorial de los estados reconocidos en la ONU.
El referendo sobre la independencia de Sudán del Sur se organizó de tal forma que su victoria estaba segura. La participación del electorado para legitimizar la consulta fue el 60 % del padrón que se extendió únicamente a la parte de la población sudanesa interesada en la separación, es decir, a las urnas acudió únicamente la población del sur.
Teniendo en cuenta el elevado nivel de analfabetismo y para facilitar el desarrollo de la consulta, las hojas de votación tenían dibujos ilustrativos: una mano abierta que quería decir la independencia, y un puño cerrado para el elector que apoyaba la unidad territorial de Sudán.
Según expertos, la posibilidad de realizar un referendo de separación en esas condiciones solo evidencia que las autoridades de Jartum se resignaron a perder de esa parte del territorio del país.
Es evidente que fueron inútiles y contraproducentes los intentos del norte de imponer la cultura árabe y el Islam a las tribus de raza negra, muchos de las cuales profesan el cristianismo y paganismo.
pero para muchos expertos es extraña la incondicional disposición del presidente sudanés Omar al Bashir de permitir la separación del las regiones del sur teniendo en cuenta que allí se encuentran la mayor parte del petróleo que produce el país africano.
Todavía alucina más el gesto demostrado por al Bashir al dejar para el norte el pago de la deuda externa de todo el país valorada en 38.000 millones de dólares.
Algunos observadores interpretan la generosidad demostrada por el presidente sudanés como un intento para restablecer las buenas relaciones con Occidente, sobre todo porque el gobierno de EEUU impuso sanciones contra Sudán y el Tribunal Penal Internacional ha acusado a al Bashir de cometer delitos de genocidio en la región de Darfur, en el occidente del país.
Pero el altruismo del presidente únicamente abarca la deuda, porque ya anunció la puesta en marcha de una reforma constitucional para convertir a su país en un estado islámico regido por la Ley de Sharia y establecer el idioma árabe como la única lengua oficial.
En otras palabras, al Bashir aprovechará la secesión del sur para consolidar su poder en el resto del territorio bajo control, intento que preocupa a muchos expertos porque puede radicalizar las fuerzas islamistas en esa parte de África.
Hasta el momento la Constitución de la República de Sudán reconoce la diversidad religiosa, racial y cultural del país.
Además de la influencia Sharia que prevalece en las regiones del norte, en Sudán también existe el denominado “consenso popular” para otras regiones donde se tiene en cuenta las costumbre y las religiones de las tribus de raza negra. También hay tolerancia idiomática porque las lenguas oficiales en Sudán son el árabe, el inglés y los dialectos locales.
Pero todo esto con mucha probabilidad va a desaparecer en Sudán del Norte, lo que supone serias dificultades la población no árabe.
Según expertos rusos, los problemas también pueden afectar a Sudán del Sur que gasta la mayoría de su presupuesto para la compra de armas y penas un 12% para el desarrollo.
Esto se refleja en la miseria de su población del 90 % vive con menos de un dólar diario, y el 85 % de ellos analfabetos, según datos de la ONU.
La reconstrucción de Sudán del Sur también será difícil sobre todo si el gobierno de Yuba no logra ganarse la confianza y el apoyo de tribus influyentes que ya han exigido una participación directa en el control de los campos de hidrocarburos y una representación equitativa en el gobierno.
Al respecto, algunos expertos pesimistas pronostican que Sudán del Sur paulatinamente se convertirá en un segundo Somalí, un extenso territorio que no lo controla nadie, foco de piratería y extremismo.
Una segunda Somalía, esta vez en el continente africano, será un factor desestabilizador en ese continente de por sí complicado.
La proclamación de independencia en Yuba, la nueva capital del país dio inicio a las festividades relacionadas con el nacimiento del nuevo estado cuyo futuro, según expertos puede ser sombrío por la amenaza de nuevos conflictos.
La proclamación de la independencia de Sudán del Sur puso fin a una guerra civil que duró 21 años. Ese conflicto que causó al menos 2 millones de muertos concluyó con la firma del denominado Tratado Universal de Paz firmado por las autoridades sudanesas y los separatistas del sur en 2005.
De acuerdo a ese tratado, Sudán del Sur obtuvo el estatuto de autonomía independiente, con derecho a convocar referendos para la separación definitiva de Sudán.
La autonomía no solucionó los problemas sociales de la población y se agudizaron los roces entre las autoridades sureñas y transcurridos cinco años finalmente convocaron el referendo de separación que tuvo lugar a comienzos del presente año. Según la votación del plebiscito, más del 98 % de la población de Sudán del Sur se manifestó a favor de la creación de un estado independiente.
Uno de los primeros países en reconocer la independencia de Sudán del Sur fue la república de Sudán. Como resultado de negociaciones, la frontera entre los dos países serán las que existían el 1 de enero de 1956, es decir, las que habían cuando estalló la primera guerra civil entre el norte y el sur de Sudán.
Entre los países que reconocen Sudán del Sur, que será el país 193 en el mundo y el 53 estado en el continente africano figura Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Canadá y Egipto.
A las celebraciones dedicadas a la proclamación de independencia el pasado 9 de julio la delegación oficial rusa estuvo encabezada por el representante del Kremlin para la cooperación con los países de África, Mijail Margélov, quien entregó al primer ministro del nuevo país una carta del presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, en la que se informa sobre el reconocimiento de Sudán del Sur por Moscú.
La aparición de Sudán del Sur fue un divorcio pactado por las partes y posiblemente, un importante precedente para la realidad geopolítica actual que debe buscar nuevas formulas para interpretar asuntos tan peliagudos como el derecho de los pueblos a la a autodeterminación y la conservación de las integridad territorial de los estados reconocidos en la ONU.
El referendo sobre la independencia de Sudán del Sur se organizó de tal forma que su victoria estaba segura. La participación del electorado para legitimizar la consulta fue el 60 % del padrón que se extendió únicamente a la parte de la población sudanesa interesada en la separación, es decir, a las urnas acudió únicamente la población del sur.
Teniendo en cuenta el elevado nivel de analfabetismo y para facilitar el desarrollo de la consulta, las hojas de votación tenían dibujos ilustrativos: una mano abierta que quería decir la independencia, y un puño cerrado para el elector que apoyaba la unidad territorial de Sudán.
Según expertos, la posibilidad de realizar un referendo de separación en esas condiciones solo evidencia que las autoridades de Jartum se resignaron a perder de esa parte del territorio del país.
Es evidente que fueron inútiles y contraproducentes los intentos del norte de imponer la cultura árabe y el Islam a las tribus de raza negra, muchos de las cuales profesan el cristianismo y paganismo.
pero para muchos expertos es extraña la incondicional disposición del presidente sudanés Omar al Bashir de permitir la separación del las regiones del sur teniendo en cuenta que allí se encuentran la mayor parte del petróleo que produce el país africano.
Todavía alucina más el gesto demostrado por al Bashir al dejar para el norte el pago de la deuda externa de todo el país valorada en 38.000 millones de dólares.
Algunos observadores interpretan la generosidad demostrada por el presidente sudanés como un intento para restablecer las buenas relaciones con Occidente, sobre todo porque el gobierno de EEUU impuso sanciones contra Sudán y el Tribunal Penal Internacional ha acusado a al Bashir de cometer delitos de genocidio en la región de Darfur, en el occidente del país.
Pero el altruismo del presidente únicamente abarca la deuda, porque ya anunció la puesta en marcha de una reforma constitucional para convertir a su país en un estado islámico regido por la Ley de Sharia y establecer el idioma árabe como la única lengua oficial.
En otras palabras, al Bashir aprovechará la secesión del sur para consolidar su poder en el resto del territorio bajo control, intento que preocupa a muchos expertos porque puede radicalizar las fuerzas islamistas en esa parte de África.
Hasta el momento la Constitución de la República de Sudán reconoce la diversidad religiosa, racial y cultural del país.
Además de la influencia Sharia que prevalece en las regiones del norte, en Sudán también existe el denominado “consenso popular” para otras regiones donde se tiene en cuenta las costumbre y las religiones de las tribus de raza negra. También hay tolerancia idiomática porque las lenguas oficiales en Sudán son el árabe, el inglés y los dialectos locales.
Pero todo esto con mucha probabilidad va a desaparecer en Sudán del Norte, lo que supone serias dificultades la población no árabe.
Según expertos rusos, los problemas también pueden afectar a Sudán del Sur que gasta la mayoría de su presupuesto para la compra de armas y penas un 12% para el desarrollo.
Esto se refleja en la miseria de su población del 90 % vive con menos de un dólar diario, y el 85 % de ellos analfabetos, según datos de la ONU.
La reconstrucción de Sudán del Sur también será difícil sobre todo si el gobierno de Yuba no logra ganarse la confianza y el apoyo de tribus influyentes que ya han exigido una participación directa en el control de los campos de hidrocarburos y una representación equitativa en el gobierno.
Al respecto, algunos expertos pesimistas pronostican que Sudán del Sur paulatinamente se convertirá en un segundo Somalí, un extenso territorio que no lo controla nadie, foco de piratería y extremismo.
Una segunda Somalía, esta vez en el continente africano, será un factor desestabilizador en ese continente de por sí complicado.
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