29 de junio 2011 | 0210 GMT
Según los rumores citados por fuentes anónimas del gobierno de Bahrein y Arabia el martes, los más de 1.000 soldados bajo comando saudí, pertenecientes a las fuerzas del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), desplegados en Bahrein en la primavera para sofocar un levantamiento chiíta, han comenzado a retirarse ya que la situación de seguridad en la isla se ha estabilizado. Fuentes en los gobiernos de Arabia Saudita y Bahrein, aclararon que habrá una reducción de las fuerzas de la GCC, pero no una retirada total. Una fuente de Arabia explicó que se construirá una base permanente para estacionar tropas no saudíes, lista para entrar en acción rápidamente, con refuerzos saudíes a menos de tres horas de distancia a través de la calzada que une Bahrein con Arabia Saudí.
Cuando las fuerzas del CCG intervinieron en Bahrein a mediados de marzo, a petición de la familia real de Bahrein, las monarquías árabes del Golfo Pérsico estaban en estado de pánico. Un levantamiento chiíta en Bahrein podría activar la disidencia en los centros de población chiíta en el este de Arabia, en particular en la provincia oriental de Arabia Saudita, rica en petróleo. Las posibilidades de la disidencia podrían ser altas si Irán manejaba sus fuerzas bajo las circunstancias adecuadas. Liderados por Arabia Saudita, los países del CCG se movieron rápidamente para ayudar a Bahrein a reprimir las manifestaciones, aportando seguridad y poderes combinados de inteligencia para identificar y neutralizar los activos iraníes sospechados de moverse dentro de la sociedad de Bahrein.
Hasta ahora el manejo del CCG de la crisis en Bahrein ha funcionado. Los elementos más desestabilizadores de la oposición han sido encarcelados y un gran número de ciudadanos de Bahrein apoyaron un retorno de la normalidad en las calles. El Gobierno de Bahrein está pasando de la restauración al mantenimiento del orden público, reduciendo gradualmente la presencia de seguridad en las calles. A partir del 2 de julio el gobierno abrirá un diálogo nacional con diversos grupos de la sociedad civil. El Gobierno trata de dar la impresión de que es sincero acerca enfrentar las demandas de la oposición, siempre que dichas demandas se discutan en un marco ordenado. Cabe señalar que hasta el momento el Diálogo Nacional no incluye al más grande grupo de la oposición chií de Bahrein, Al Wefaq.
La visión de las fuerzas del CCG volviendo a casa en vehículos blindados, mientras los funcionarios del gobierno de Bahrein hablaban con un grupo selecto de líderes de la oposición puede dar la impresión de que la calma ha vuelto a Bahrein. Sin embargo se debe comprender la dinámica mucho más profunda entre árabes y persas para ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Irán no ha sido capaz de explotar al máximo la ola de descontento chiíta que afectó a Bahrein y Teherán históricamente tiene grandes limitaciones para proyectar su influencia hacia sus correligionarios en el este de Arabia. Sin embargo también se han recogido indicios de que Irán estaba jugando un juego mucho más sofisticado, teniendo cuidado de conservar sus recursos contando a su favor con la percepción de una ocupación wahabí en una tierra de mayoría chií como elemento para exacerbar los problemas locales y el estrés de los Estados del CCG con el paso del tiempo. Teniendo a los estados árabes en la frontera, el principal objetivo de Irán es garantizar una retirada total de las tropas de Estados Unidos de Irak, un área donde se han originado históricamente las amenazas a la república islámica.
Esta realidad hace hincapié en Arabia Saudí, un estado que ya soporta la carga de la gestión de una situación explosiva en Yemen, mientras resuelve los problemas de sucesión en su propio país y, lo que es más crítico, trata de averiguar el mejor camino a seguir en el trato con Irán. Cada vez es más evidente que Estados Unidos está demasiado distraído para contrarrestar la influencia de Irán de manera significativa en el corto plazo, especialmente cuando Teherán parece tener el empuje necesario para evitar que Estados Unidos extienda su presencia militar en Irak. Arabia Saudita y sus aliados árabes han comenzado a preguntarse si Estados Unidos se ha quedado temporalmente a un lado en su largo conflicto con Irán y está intentando forjar un entendimiento a corto plazo con la república islámica. Tal comprensión podría ampliar la esfera de influencia de Irán en la región en relación a Estados Unidos, dejando a Arabia Saudita bajo una profunda sensación de traición y vulnerabilidad. No hay indicios claros de que las negociaciones entre Estados Unidos e Irán hayan llegado a tal punto, pero los saudíes tienen que contar con esa posibilidad. Es bueno preguntarse si Riyadh, dado que no puede confiar plenamente en las intenciones de Estados Unidos, está considerando seriamente la posibilidad de alcanzar su propio acuerdo con Irán.
Esta lógica lleva a echar un vistazo más cercano a lo que estaba sucediendo detrás de bastidores en los rumores de retirada de Arabia de Bahrein. Los estados del CCG e Irán están en un callejón sin salida. Los árabes exigen que Irán cese con la intromisión en sus asuntos e Irán reclama que las fuerzas del CCG deben retirarse totalmente de Bahrein. Al explicar el plan para la reconfiguración de las fuerzas del CCG en Bahrein, una fuente diplomática saudí mencionaba conversaciones en curso entre Arabia Saudita e Irán y dijo que hay indicios de que Irán podría estar retrocediendo en sus actividades encubiertas en Bahrein. Esta afirmación, obviamente, requiere de mayor investigación. De ser cierto, podría representar un paso preliminar pero de gran importancia en el desarrollo del diálogo entre Irán y Arabia Saudí. No se espera que ninguna de las partes muestre su juego por completo en las primeras etapas de este diálogo, sino que manifieste señales de buena fe. Una reducción de las fuerzas del CCG antes de las conversaciones del Diálogo Nacional en Bahrein podría crear un buen ambiente para nuevas conversaciones.
Cuando las fuerzas del CCG intervinieron en Bahrein a mediados de marzo, a petición de la familia real de Bahrein, las monarquías árabes del Golfo Pérsico estaban en estado de pánico. Un levantamiento chiíta en Bahrein podría activar la disidencia en los centros de población chiíta en el este de Arabia, en particular en la provincia oriental de Arabia Saudita, rica en petróleo. Las posibilidades de la disidencia podrían ser altas si Irán manejaba sus fuerzas bajo las circunstancias adecuadas. Liderados por Arabia Saudita, los países del CCG se movieron rápidamente para ayudar a Bahrein a reprimir las manifestaciones, aportando seguridad y poderes combinados de inteligencia para identificar y neutralizar los activos iraníes sospechados de moverse dentro de la sociedad de Bahrein.
Hasta ahora el manejo del CCG de la crisis en Bahrein ha funcionado. Los elementos más desestabilizadores de la oposición han sido encarcelados y un gran número de ciudadanos de Bahrein apoyaron un retorno de la normalidad en las calles. El Gobierno de Bahrein está pasando de la restauración al mantenimiento del orden público, reduciendo gradualmente la presencia de seguridad en las calles. A partir del 2 de julio el gobierno abrirá un diálogo nacional con diversos grupos de la sociedad civil. El Gobierno trata de dar la impresión de que es sincero acerca enfrentar las demandas de la oposición, siempre que dichas demandas se discutan en un marco ordenado. Cabe señalar que hasta el momento el Diálogo Nacional no incluye al más grande grupo de la oposición chií de Bahrein, Al Wefaq.
La visión de las fuerzas del CCG volviendo a casa en vehículos blindados, mientras los funcionarios del gobierno de Bahrein hablaban con un grupo selecto de líderes de la oposición puede dar la impresión de que la calma ha vuelto a Bahrein. Sin embargo se debe comprender la dinámica mucho más profunda entre árabes y persas para ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Irán no ha sido capaz de explotar al máximo la ola de descontento chiíta que afectó a Bahrein y Teherán históricamente tiene grandes limitaciones para proyectar su influencia hacia sus correligionarios en el este de Arabia. Sin embargo también se han recogido indicios de que Irán estaba jugando un juego mucho más sofisticado, teniendo cuidado de conservar sus recursos contando a su favor con la percepción de una ocupación wahabí en una tierra de mayoría chií como elemento para exacerbar los problemas locales y el estrés de los Estados del CCG con el paso del tiempo. Teniendo a los estados árabes en la frontera, el principal objetivo de Irán es garantizar una retirada total de las tropas de Estados Unidos de Irak, un área donde se han originado históricamente las amenazas a la república islámica.
Esta realidad hace hincapié en Arabia Saudí, un estado que ya soporta la carga de la gestión de una situación explosiva en Yemen, mientras resuelve los problemas de sucesión en su propio país y, lo que es más crítico, trata de averiguar el mejor camino a seguir en el trato con Irán. Cada vez es más evidente que Estados Unidos está demasiado distraído para contrarrestar la influencia de Irán de manera significativa en el corto plazo, especialmente cuando Teherán parece tener el empuje necesario para evitar que Estados Unidos extienda su presencia militar en Irak. Arabia Saudita y sus aliados árabes han comenzado a preguntarse si Estados Unidos se ha quedado temporalmente a un lado en su largo conflicto con Irán y está intentando forjar un entendimiento a corto plazo con la república islámica. Tal comprensión podría ampliar la esfera de influencia de Irán en la región en relación a Estados Unidos, dejando a Arabia Saudita bajo una profunda sensación de traición y vulnerabilidad. No hay indicios claros de que las negociaciones entre Estados Unidos e Irán hayan llegado a tal punto, pero los saudíes tienen que contar con esa posibilidad. Es bueno preguntarse si Riyadh, dado que no puede confiar plenamente en las intenciones de Estados Unidos, está considerando seriamente la posibilidad de alcanzar su propio acuerdo con Irán.
Esta lógica lleva a echar un vistazo más cercano a lo que estaba sucediendo detrás de bastidores en los rumores de retirada de Arabia de Bahrein. Los estados del CCG e Irán están en un callejón sin salida. Los árabes exigen que Irán cese con la intromisión en sus asuntos e Irán reclama que las fuerzas del CCG deben retirarse totalmente de Bahrein. Al explicar el plan para la reconfiguración de las fuerzas del CCG en Bahrein, una fuente diplomática saudí mencionaba conversaciones en curso entre Arabia Saudita e Irán y dijo que hay indicios de que Irán podría estar retrocediendo en sus actividades encubiertas en Bahrein. Esta afirmación, obviamente, requiere de mayor investigación. De ser cierto, podría representar un paso preliminar pero de gran importancia en el desarrollo del diálogo entre Irán y Arabia Saudí. No se espera que ninguna de las partes muestre su juego por completo en las primeras etapas de este diálogo, sino que manifieste señales de buena fe. Una reducción de las fuerzas del CCG antes de las conversaciones del Diálogo Nacional en Bahrein podría crear un buen ambiente para nuevas conversaciones.
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