viernes, 8 de julio de 2011

TURQUÍA QUIERE VOLVER A SER LA "SUBLIME PUERTA". QUINTA PARTE

Problemas con las opciones turcas sobre Siria
24 de junio 2011 | 1608 GMT

Resumen
Turquía está considerando una serie de opciones para ayudar al presidente sirio Bashar al Assad a calmar la insurrección en su país. Sin embargo, estas opciones pueden aumentar el conflicto y desafiar la realidad geopolítica del Estado sirio.

Análisis
El Ministro de Relaciones Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, sostuvo una conversación telefónica con su homólogo sirio, Walid al-Moallem, el 23 de junio para discutir la situación de seguridad en Siria. También se discutió el movimiento de las tropas sirias y de los refugiados en la frontera sirio-turca, que ha creado tensión entre los dos países. El gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) turco ha realizado un gran esfuerzo en los últimos meses tratando de manejar la crisis con Siria. Las autoridades turcas han condenado públicamente al presidente sirio, Bashar al Assad por el uso que hace su régimen de la violencia para reprimir a la oposición y ha asesorado en silencio a Siria sobre cómo realizar las reformas que la conduzcan al mismo propósito. Incluso ha propiciado espacios abiertos para que las fuerzas de la oposición siria puedan organizase, incluyendo la Hermandad Musulmana siria (MB).
Algunas fuentes de Siria y Turquía indican que algunas de esas opciones turcas están siendo debatidas entre los asesores del régimen sirio. Tales opciones pueden representar un esfuerzo honesto de las autoridades turcas para estabilizar el país, pero son problemáticas cuando se aplican al caso de Siria.

Las opciones propuestas
Una de las opciones que Turquía está considerando es un modelo político similar al del sistema político libanés. Líbano opera en un sistema confesional en base a un censo de 1932 que divide el poder entre las sectas cristianas y musulmanas del país. La propuesta implicaría igualmente que Siria dividiera el poder entre la mayoría árabe del país -sunitas y kurdos-  y las minorías del país -alawitas, drusos y cristianos-. El sistema puede crear controles y contrapesos para evitar que cualquiera de los dos sectores monopolice el sistema político o imponga su voluntad sobre el otro.
Se rumorea que otra opción que se discute consiste en la eliminación del más joven Al Assad, su hermano Maher al-Assad, jefe de la Guardia Republicana, mediante su exilio en Turquía (Maher ha sido el líder del ejército sirio en la represión con mano dura en el país). Tal medida retrataría a Bashar como un reformista genuino con las manos atadas por el aparato de seguridad que heredó de su difunto padre, Hafez al Assad. Las autoridades turcas han evitado concentrar sus críticas por la represión en el presidente sirio en sí mismo y han centrado sus críticas en Maher. De acuerdo con un informe de Al Arabiya del 18 de junio, un emisario del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan viajó a Siria para instar a Bashar a desprenderse de su hermano – cosa que un informe del gobierno turco negó posteriormente.
Una tercera opción pide la legalización de la HM siria - en la actualidad, hay pena de muerte por la pertenencia al grupo. El gobierno sirio permitiría que la HM siria tuviera una cuota de participación política que no pondría en peligro el funcionamiento del marco político propuesto, ni conduciría a la islamización de la política siria.

Las desventajas de las opciones
Las opciones propuestas son en gran medida insostenibles. La suposición de que Siria puede ser demográficamente dividida en un sistema de reparto de poder similar al modelo libanés es errónea, porque tal hipótesis desafía la base geopolítica del Estado sirio. El Líbano está muy fragmentado, dividido entre chiítas, sunitas, cristianos y drusos. Tradicionalmente los cristianos y sunitas se han convertido en ricos que viven en las costas del país y las minorías, como los drusos, han mantenido su autonomía política porque viven en el interior montañoso. Esto ha dejado a la mayoría de los chiítas en la pobreza, viviendo en las partes restantes de territorio en el sur y en los suburbios de capital. La naturaleza altamente fraccionada del país da lugar a una intensa explotación por las potencias extranjeras, lo que impide que cualquier grupo domine al resto. Y también se presta a la guerra civil. Líbano no puede ser políticamente plenamente funcional, sino que es un sistema confesional que facilita el estancamiento político, algo considerado por muchos como preferible a la guerra civil.


Además, la demografía de Siria está abrumadoramente a favor de los sunitas que representan alrededor de las tres cuartas partes de la población del país, con aproximadamente 22 millones de personas. El tercio restante de la población se compone de las minorías: los alauitas comprenden del 7 al 10% de la población (cuando se combinan con los chiítas y los ismaelitas, los musulmanes no suníes promedian alrededor del 13%). Los cristianos de diversas variaciones constituyen alrededor del 10% de la población, mientras que la cantidad de montañeses drusos es de aproximadamente el 3%.
Ante esta realidad geográfica y demográfica, la importancia de los alauitas, dirigidos por el clan Al Assad, fue un proceso arduo y sólo fue posible por una confluencia entre el patrocinio francés y, todavía más importante, la severa fragmentación de los sunitas. Bajo Al Assad los alauitas fueron capaces de mantenerse en el poder durante los últimos 40 años debido a la experiencia política y el puño de hierro del fallecido Hafez. Los alauitas también saben que si su poder se debilita, la mayoría sunita se esforzará por restaurar su dominio en el país a sus expensas. Los sunnitas tienen pocas razones para dividir el poder por igual con las minorías del país, ya que son la mayoría, y menos aún a la luz del hecho de que pasaron las últimas cuatro décadas bajo el control alauí. En otras palabras, se trata de una crisis existencial de los alauitas.
Un elemento crucial de la unidad de los alawitas es la unidad del clan al Assad, la única familia alauí que ha sido capaz de reunir a la naturalmente rebelde secta y explotar las divisiones sunitas. Los alauitas, por lo tanto, harán todo lo posible para permanecer unidos y aferrarse a lo que han logrado. La segunda opción de Turquía viola esta unidad, llamando al presidente a eliminar a su hermano menor -un movimiento que podría provocar graves luchas intestinas dentro del régimen. Dado que la legitimidad de Bashar, en parte, depende de la credibilidad de Maher en el ejército, la marginación de su hermano menor es plausible, aunque poco probable. Hafez ha exiliado a su hermano menor, Rifaat, que consiguió gran apoyo de los militares, después de un intento de golpe de Estado. Queda por ver si Bashar podría hacer este movimiento y todavía mantener vivo su régimen. Después de todo, Bashar no es su padre, y desde que sucedió a su padre en 2000 debido a que su hermano Basilio, el sucesor designado, había muerto en un accidente automovilístico en 1994, el joven presidente se ha esforzado por imponer su autoridad sobre la vieja guardia del régimen.
En cuanto al empuje turco para conseguir que Siria legalice la HM en Siria, el régimen sirio está mostrando poca inclinación hacia la apertura del sistema político de una manera que suponga un perjuicio para el monopolio del Partido Baath -pilar fundamental de apoyo al régimen- y mucho menos ofrecer una apertura política a los islamistas sirios. Al Assad ha hecho promesas ambiguas sobre las reformas políticas pero como la seguridad es su principal preocupación es poco probable que haga serias concesiones hacia la liberalización del sistema político.
En cuanto a Turquía el escenario ideal en la crisis siria es un acuerdo político que desinfle la protesta y por lo tanto contenga el flujo de refugiados sirios a Turquía mientras la apertura del sistema político de Siria permite el crecimiento de las fuerzas sunitas. El AKP  tiene interés en el desarrollo de las fuerzas moderadas islamistas, como dice ser la HM siria, para promocionar su visión para el mundo árabe. Al mantener un equilibrio tanto con el régimen como con los grupos de la oposición, Turquía espera construir una significativa de influencia sobre el Estado. De esta manera Turquía podría conducir un desarrollo político a largo plazo en el que los sunitas retomen el poder paulatinamente y pueda evitarse una fractura violenta del poder.
Las opciones de Turquía estudian la posibilidad de que Siria pueda tener como objetivo la creación de un escenario de este tipo, pero si se ejecuta es más probable que surja una crisis dentro del régimen de Al Assad y se abra un vacío de poder. Esto llega en un momento en que todas las fuerzas externas, incluyendo a Turquía, todavía están luchando para identificar una oposición sunita viable, después de cuatro décadas de gobierno alauí.

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