Por Peter Symonds
02 de julio 2011
Tailandia se prepara para ir a las urnas el domingo, el resultado amenaza con desatar más disturbios políticos después de cinco años de lucha por el poder al interior de las elites gobernantes de Tailandia entre partidarios y detractores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra.
Un factor importante que agrega combustible a estas tensiones internas es la aguda rivalidad entre Estados Unidos y China. Bajo el gobierno de Obama, Estados Unidos ha intervenido agresivamente en Asia mediante el fortalecimiento de las relaciones militares en toda la región y alentando a los aliados regionales a tomar una postura más dura contra China sobre las cuestiones controvertidas, como las disputas marítimas en el Mar de China Meridional.
El Secretario de Estado Adjunto para Asuntos de Asia Oriental y Pacífico, Kurt Campbell, ya ha indicado que Estados Unidos tiene la intención de intervenir activamente en Tailandia. En declaraciones al Centro de Estudios Estratégicos Internacionales el 31 de mayo declaró que le gustaría ver "un compromiso más consecuente" en Tailandia. Después de referirse a la elección, Campbell agregó: "en general, creemos que como aliado del tratado, esta es una relación en la que debemos concentrarnos más y es probable que el curso de los próximos meses sea decisivo".
Un comentario del colega Josué Kurlantzick del Consejo de Relaciones Exteriores el 9 de junio hizo alusión a los métodos que el gobierno de Obama podría usar, la cínica bandera de los "derechos humanos" que está siendo explotada para justificar el bombardeo de Libia y otras intervenciones de EE.UU. en todo el mundo. "Sin duda la crisis política de Tailandia es un asunto interno y Estados Unidos no puede ejercer tanta influencia en la política interna de otro país. Sin embargo, Washington podría empezar a tratar a Tailandia igual que a otros países con graves problemas de derechos humanos".
Kurlantzick advirtió que Bangkok "se siente más cómodo con el creciente poder de China que la mayoría de otros países en el sudeste de Asia". Y continuó: "Estados Unidos no debería estar preocupado de que la crítica empuje a Tailandia por completo dentro del campamento chino. Washington todavía tiene un importante efecto multiplicador en el sudeste de Asia. Bangkok todavía no puede conseguir a partir de la relación con China lo que obtiene de Estados Unidos en términos de vínculos de alto nivel y entrenamiento militar, así como una eficaz cooperación de inteligencia".
Este nuevo enfoque en Tailandia proviene de un sentimiento en Washington de que China ha sido capaz de usar su poderío económico para fortalecer su influencia en Bangkok, en detrimento de muchos años de relaciones estratégicas con Estados Unidos. Los comentarios de Campbell indican que Estados Unidos no está dispuesto a permitir que el potencial de exacerbar la agitación política lo disuada de reafirmar su papel dominante en Bangkok.
Estados Unidos está acostumbrado a considerar a Tailandia como un estado cliente leal. Durante la Guerra Fría, Tailandia era un aliado útil. Envió tropas a la guerra liderada por Estados Unidos en Corea y se unió a la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO) en 1954. Durante la guerra de Vietnam, los militares norteamericanos asentaron decenas de miles de soldados en suelo tailandés y los bombardeos contra Vietnam del Norte despegaban de aeropuertos de Tailandia. Washington prestó asistencia directa a los regímenes de derecha en Bangkok en la lucha contra las guerrillas vinculadas al Partido Comunista de Tailandia (CPT).
Las frías relaciones entre Tailandia y China comenzaron a descongelarse después de que Washington llegó a un acercamiento con Pekín en 1972. Igual que Estados Unidos, Tailandia comparte un interés común con China en la contención de Vietnam después de la retirada militar estadounidense de Indochina en 1975. Tailandia estableció relaciones diplomáticas con China en el mismo año, con la ventaja añadida de que Beijing había cortado el apoyo al CPT ayudando así a los militares tailandeses a aplastar el movimiento guerrillero.
La invasión de Vietnam a Camboya en 1978 unió a China y Tailandia aún más cerca por un pacto de facto contra el "expansionismo de Vietnam." La junta tailandesa de derecha encabezado por el general Kriangsak Chomanand, sin duda con la aprobación de Washington, aceptó que los militares chinos utilizaran el territorio de Tailandia para abastecer a las guerrillas del Khmer Rouge contra el régimen pro-vietnamitas de Phnom Penh. A lo largo de la década de 1980, Tailandia y China signaron un acuerdo tácito de ayuda mutua en caso de una confrontación militar con Vietnam. Mientras que Tailandia mantenía estrechos lazos militares con Estados Unidos, también ha comprado armamento chino barato, incluidos tanques, artillería, misiles y fragatas.
Aunque el Acuerdo de Paz de París en 1991 sobre la retirada militar de Vietnam y Camboya acabó con la necesidad de cooperación militar entre Tailandia y China, los lazos se mantuvieron estrechos. Tailandia desempeñó un papel clave para ayudar a China a normalizar las relaciones con los demás miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y de jugar un papel creciente en el organismo regional. Al igual que otros países de Asia, el ascenso económico de China asume cada vez más importancia para la economía de Tailandia. Las principales empresas de Tailandia, como el Grupo Charoen Pokphand, han invertido fuertemente en China y el comercio bilateral se triplicó desde $ 1.48 millones de dólares en 1991 a $ 4.05 mil millones en 1997.
La crisis financiera asiática de 1997-8, que comenzó con el colapso del baht tailandés, marcó un punto de inflexión en todo el sudeste asiático. Washington aprovechó la oportunidad para imponer a través del FMI medidas de reestructuración drástica en Tailandia, que condujeron a una contracción económica enorme, destruyeron una gran parte de las empresas tailandesas, haciendo que millones cayeran en la pobreza. Thaksin llegó al poder en 2001 prometiendo revertir la agenda del FMI, proteger a las empresas tailandesas y estimular la economía, incluso con dádivas a los pobres rurales.
En política exterior, Thaksin buscó el equilibrio entre la alianza estratégica de Tailandia con Estados Unidos y la creciente importancia de China para las empresas tailandesas. Dio pleno respaldo a la administración Bush en la "guerra contra el terror", permitiendo que los militares norteamericanos utilizaran los puertos y aeropuertos de Tailandia para el transporte de tropas, equipos y suministros a Afganistán e Irak. Tailandia envió una pequeña cantidad de tropas tailandesas para ambas ocupaciones lideradas por Estados Unidos, colaboró con la CIA en la caza de supuestos terroristas y al parecer funcionó como un centro secreto de interrogatorios a prisioneros "rendidos" de la CIA. En reconocimiento, Bush designó a Tailandia como un "importante aliado extra-OTAN", dándole al país un mayor acceso a la ayuda militar norteamericana.
Al mismo tiempo, sin embargo, la recuperación económica de Tailandia, al igual que gran parte del sudeste de Asia, se basaba en gran medida en abastecerse de la rápida expansión económica de China. Thaksin visitó China cinco veces y ha firmado un acuerdo de libre comercio con China en 2003. Mientras que Thaksin estaba en el poder el comercio con China pasó de $ 6.56 mil millones en 2001 a $ 25.33 mil millones en 2006. La inversión china comenzó a fluir en la industria de la construcción y las comunicaciones de Tailandia. La cooperación estratégica también se amplió con consultas anuales de defensa a partir de 2002, los intercambios militares regulares y los ejercicios conjuntos a pequeña escala.
Algunos sectores del tradicional stablishment tailandés -la monarquía, el ejército y la burocracia estatal- comenzaron a volverse contra Thaksin en 2005. Había prometido proteger a las empresas tailandesas, pero bajo la presión del capital internacional continuó con la apertura de la economía a la inversión extranjera. Por otra parte, el empresario multimillonario gobernó el país como si fuera Tailandia Inc. con él como director general, en beneficio de sus intereses familiares y cortando los sistemas de patrocinio que desde hacía mucho tiempo se centraban en las elites tradicionales. Sus métodos autocráticos de gobierno alienaron a sectores de las clases medias de Bangkok, a pesar de que mantuvo un considerable apoyo entre las masas rurales como resultado de las dádivas de su gobierno.
Las masivas protestas anti-Thaksin estallaron a principios de 2006 sobre la presunta corrupción en la venta de la enorme Shin Corp, dando lugar a meses de agitación política que culminaron con el derrocamiento de Thaksin en un golpe militar en septiembre. Cables de WikiLeaks revelaron que el embajador de Estados Unidos Ralph Boyce se reunió con el líder del golpe, el general Sonthi Boonyaratglin, a finales de agosto y efectivamente dio luz verde para derrocar a Thaksin. En línea con los comentarios de Boyce, la respuesta de Estados Unidos al golpe de Estado fue muy silenciosa, un llamado a un pronto retorno a la democracia y la suspensión de algún tipo de asistencia militar. Sin embargo, el juego conjunto de guerra Cobra Gold, pieza central de unos 40 ejercicios bilaterales, se adelantó en el 2007.
Si Washington esperaba que el golpe socavara las relaciones chino-tailandesa, quedó decepcionado. Beijing envió rápidamente a Bangkok altos funcionarios incluyendo al Consejero de Estado Tang Jiaxuan en una muestra de apoyo al régimen. El primer ministro de la junta, Surayud Chulanont, visitó Beijing a mediados de 2007 para firmar importantes acuerdos, entre ellos el plan de acción conjunto entre China y Tailandia para la cooperación estratégica. Entre otras propuestas figuraba uno de los más grandes enlaces de transporte de China que podría transformar a Tailandia en un eje de la actividad económica china en el sudeste de Asia y aún más allá.
Una mayor agitación política estalló en 2008 después de que el partido pro-Thaksin ganó las elecciones nacionales y formó gobierno. Meses de protestas anti-Thaksin, tácitamente respaldadas por la monarquía y los militares, y la expulsión de dos primeros ministros pro-Thaksin en lo que sólo puede ser descripto como golpes de estado judiciales, culminaron con la instalación de Abhisit Vejjajiva y su Partido Demócrata en el poder. Fuertes protestas contra el gobierno en 2010, en las que las zonas urbanas y rurales empobrecidas expresaron cada vez más sus preocupaciones sociales, fueron brutalmente reprimidas en una ofensiva del ejército en mayo, que dejó 91 muertos y muchos más heridos.
La administración Obama dejó en claro sus intenciones de hacer retroceder la influencia china en Asia con un discurso de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, en julio de 2009 en una cumbre de la ASEAN en Tailandia, declarando tajantemente que Estados Unidos estaban "de vuelta en el sudeste de Asia". Desde entonces, Clinton y otros funcionarios de Estados Unidos han intervenido en forma provocativa en las disputas marítimas entre China y sus vecinos de la ASEAN en el Mar Meridional de China, insistiendo en que Estados Unidos tiene un "interés nacional" en garantizar el libre acceso a las aguas.
De acuerdo con un documento de antecedentes sobre las relaciones entre Estados Unidos y Tailandia publicado el pasado mes de febrero por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, "el cada vez mayor compromiso de Estados Unidos con Indonesia y los problemas internos que tiene Tailandia parecen haberse atenuado la importancia de la relación entre Estados Unidos y Tailandia en el sudeste de Asia". Al mismo tiempo el documento señala la importancia estratégica de Tailandia e insta a una mayor concentración en el país declarando: "una de las principales motivaciones para mantener relaciones sólidas con Bangkok es la competencia en curso con China por la influencia en el sudeste de Asia".
Hasta la fecha los esfuerzos del subsecretario de Estado Campbell han sido en gran medida contraproducentes. Intervino directamente en la crisis política de mayo del año pasado tratando de lograr un compromiso entre el gobierno y la oposición y por lo tanto mejorar la posición de Estados Unidos en Bangkok, pocos días antes de la ofensiva militar. Indignado por las acciones de Campbell, Abhisit tomó la inusual decisión de enviar un emisario a Washington para emitir una reprimenda formal por la interferencia política de Estados Unidos.
Tal acción habría sido prácticamente imposible hace dos décadas. El ascenso de China, sin embargo, ha cambiado radicalmente las relaciones de poder en Asia haciendo posible un margen de maniobra de los gobiernos regionales dado el equilibrio precario entre Pekín y Washington. El gobierno de Obama tiene claramente la intención de corregir esa situación, tratando de explotar temas como el Mar del Sur de China abriendo una brecha entre China y los países de la ASEAN. En el caso de Tailandia, que no tiene intereses directos en el Mar Meridional de China, Estados Unidos podría usar para el mismo propósito la preocupación de Bangkok por la construcción de represas chinas en la parte alta del río Mekong. En 2009 Estados Unidos creó la Iniciativa del Mekong Inferior, con Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam y excluyendo a China, para tener una mayor voz en los asuntos regionales.
Sea cual sea el resultado inmediato de las elecciones de mañana en Tailandia, los comentarios de Campbell para el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, el mes pasado son una señal de que Washington tiene la intención de intervenir agresivamente en la política tailandesa para reforzar la influencia norteamericana a costa de China, agravando una situación ya explosiva en el país.
Un factor importante que agrega combustible a estas tensiones internas es la aguda rivalidad entre Estados Unidos y China. Bajo el gobierno de Obama, Estados Unidos ha intervenido agresivamente en Asia mediante el fortalecimiento de las relaciones militares en toda la región y alentando a los aliados regionales a tomar una postura más dura contra China sobre las cuestiones controvertidas, como las disputas marítimas en el Mar de China Meridional.
El Secretario de Estado Adjunto para Asuntos de Asia Oriental y Pacífico, Kurt Campbell, ya ha indicado que Estados Unidos tiene la intención de intervenir activamente en Tailandia. En declaraciones al Centro de Estudios Estratégicos Internacionales el 31 de mayo declaró que le gustaría ver "un compromiso más consecuente" en Tailandia. Después de referirse a la elección, Campbell agregó: "en general, creemos que como aliado del tratado, esta es una relación en la que debemos concentrarnos más y es probable que el curso de los próximos meses sea decisivo".
Un comentario del colega Josué Kurlantzick del Consejo de Relaciones Exteriores el 9 de junio hizo alusión a los métodos que el gobierno de Obama podría usar, la cínica bandera de los "derechos humanos" que está siendo explotada para justificar el bombardeo de Libia y otras intervenciones de EE.UU. en todo el mundo. "Sin duda la crisis política de Tailandia es un asunto interno y Estados Unidos no puede ejercer tanta influencia en la política interna de otro país. Sin embargo, Washington podría empezar a tratar a Tailandia igual que a otros países con graves problemas de derechos humanos".
Kurlantzick advirtió que Bangkok "se siente más cómodo con el creciente poder de China que la mayoría de otros países en el sudeste de Asia". Y continuó: "Estados Unidos no debería estar preocupado de que la crítica empuje a Tailandia por completo dentro del campamento chino. Washington todavía tiene un importante efecto multiplicador en el sudeste de Asia. Bangkok todavía no puede conseguir a partir de la relación con China lo que obtiene de Estados Unidos en términos de vínculos de alto nivel y entrenamiento militar, así como una eficaz cooperación de inteligencia".
Este nuevo enfoque en Tailandia proviene de un sentimiento en Washington de que China ha sido capaz de usar su poderío económico para fortalecer su influencia en Bangkok, en detrimento de muchos años de relaciones estratégicas con Estados Unidos. Los comentarios de Campbell indican que Estados Unidos no está dispuesto a permitir que el potencial de exacerbar la agitación política lo disuada de reafirmar su papel dominante en Bangkok.
Estados Unidos está acostumbrado a considerar a Tailandia como un estado cliente leal. Durante la Guerra Fría, Tailandia era un aliado útil. Envió tropas a la guerra liderada por Estados Unidos en Corea y se unió a la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO) en 1954. Durante la guerra de Vietnam, los militares norteamericanos asentaron decenas de miles de soldados en suelo tailandés y los bombardeos contra Vietnam del Norte despegaban de aeropuertos de Tailandia. Washington prestó asistencia directa a los regímenes de derecha en Bangkok en la lucha contra las guerrillas vinculadas al Partido Comunista de Tailandia (CPT).
Las frías relaciones entre Tailandia y China comenzaron a descongelarse después de que Washington llegó a un acercamiento con Pekín en 1972. Igual que Estados Unidos, Tailandia comparte un interés común con China en la contención de Vietnam después de la retirada militar estadounidense de Indochina en 1975. Tailandia estableció relaciones diplomáticas con China en el mismo año, con la ventaja añadida de que Beijing había cortado el apoyo al CPT ayudando así a los militares tailandeses a aplastar el movimiento guerrillero.
La invasión de Vietnam a Camboya en 1978 unió a China y Tailandia aún más cerca por un pacto de facto contra el "expansionismo de Vietnam." La junta tailandesa de derecha encabezado por el general Kriangsak Chomanand, sin duda con la aprobación de Washington, aceptó que los militares chinos utilizaran el territorio de Tailandia para abastecer a las guerrillas del Khmer Rouge contra el régimen pro-vietnamitas de Phnom Penh. A lo largo de la década de 1980, Tailandia y China signaron un acuerdo tácito de ayuda mutua en caso de una confrontación militar con Vietnam. Mientras que Tailandia mantenía estrechos lazos militares con Estados Unidos, también ha comprado armamento chino barato, incluidos tanques, artillería, misiles y fragatas.
Aunque el Acuerdo de Paz de París en 1991 sobre la retirada militar de Vietnam y Camboya acabó con la necesidad de cooperación militar entre Tailandia y China, los lazos se mantuvieron estrechos. Tailandia desempeñó un papel clave para ayudar a China a normalizar las relaciones con los demás miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y de jugar un papel creciente en el organismo regional. Al igual que otros países de Asia, el ascenso económico de China asume cada vez más importancia para la economía de Tailandia. Las principales empresas de Tailandia, como el Grupo Charoen Pokphand, han invertido fuertemente en China y el comercio bilateral se triplicó desde $ 1.48 millones de dólares en 1991 a $ 4.05 mil millones en 1997.
La crisis financiera asiática de 1997-8, que comenzó con el colapso del baht tailandés, marcó un punto de inflexión en todo el sudeste asiático. Washington aprovechó la oportunidad para imponer a través del FMI medidas de reestructuración drástica en Tailandia, que condujeron a una contracción económica enorme, destruyeron una gran parte de las empresas tailandesas, haciendo que millones cayeran en la pobreza. Thaksin llegó al poder en 2001 prometiendo revertir la agenda del FMI, proteger a las empresas tailandesas y estimular la economía, incluso con dádivas a los pobres rurales.
En política exterior, Thaksin buscó el equilibrio entre la alianza estratégica de Tailandia con Estados Unidos y la creciente importancia de China para las empresas tailandesas. Dio pleno respaldo a la administración Bush en la "guerra contra el terror", permitiendo que los militares norteamericanos utilizaran los puertos y aeropuertos de Tailandia para el transporte de tropas, equipos y suministros a Afganistán e Irak. Tailandia envió una pequeña cantidad de tropas tailandesas para ambas ocupaciones lideradas por Estados Unidos, colaboró con la CIA en la caza de supuestos terroristas y al parecer funcionó como un centro secreto de interrogatorios a prisioneros "rendidos" de la CIA. En reconocimiento, Bush designó a Tailandia como un "importante aliado extra-OTAN", dándole al país un mayor acceso a la ayuda militar norteamericana.
Al mismo tiempo, sin embargo, la recuperación económica de Tailandia, al igual que gran parte del sudeste de Asia, se basaba en gran medida en abastecerse de la rápida expansión económica de China. Thaksin visitó China cinco veces y ha firmado un acuerdo de libre comercio con China en 2003. Mientras que Thaksin estaba en el poder el comercio con China pasó de $ 6.56 mil millones en 2001 a $ 25.33 mil millones en 2006. La inversión china comenzó a fluir en la industria de la construcción y las comunicaciones de Tailandia. La cooperación estratégica también se amplió con consultas anuales de defensa a partir de 2002, los intercambios militares regulares y los ejercicios conjuntos a pequeña escala.
Algunos sectores del tradicional stablishment tailandés -la monarquía, el ejército y la burocracia estatal- comenzaron a volverse contra Thaksin en 2005. Había prometido proteger a las empresas tailandesas, pero bajo la presión del capital internacional continuó con la apertura de la economía a la inversión extranjera. Por otra parte, el empresario multimillonario gobernó el país como si fuera Tailandia Inc. con él como director general, en beneficio de sus intereses familiares y cortando los sistemas de patrocinio que desde hacía mucho tiempo se centraban en las elites tradicionales. Sus métodos autocráticos de gobierno alienaron a sectores de las clases medias de Bangkok, a pesar de que mantuvo un considerable apoyo entre las masas rurales como resultado de las dádivas de su gobierno.
Las masivas protestas anti-Thaksin estallaron a principios de 2006 sobre la presunta corrupción en la venta de la enorme Shin Corp, dando lugar a meses de agitación política que culminaron con el derrocamiento de Thaksin en un golpe militar en septiembre. Cables de WikiLeaks revelaron que el embajador de Estados Unidos Ralph Boyce se reunió con el líder del golpe, el general Sonthi Boonyaratglin, a finales de agosto y efectivamente dio luz verde para derrocar a Thaksin. En línea con los comentarios de Boyce, la respuesta de Estados Unidos al golpe de Estado fue muy silenciosa, un llamado a un pronto retorno a la democracia y la suspensión de algún tipo de asistencia militar. Sin embargo, el juego conjunto de guerra Cobra Gold, pieza central de unos 40 ejercicios bilaterales, se adelantó en el 2007.
Si Washington esperaba que el golpe socavara las relaciones chino-tailandesa, quedó decepcionado. Beijing envió rápidamente a Bangkok altos funcionarios incluyendo al Consejero de Estado Tang Jiaxuan en una muestra de apoyo al régimen. El primer ministro de la junta, Surayud Chulanont, visitó Beijing a mediados de 2007 para firmar importantes acuerdos, entre ellos el plan de acción conjunto entre China y Tailandia para la cooperación estratégica. Entre otras propuestas figuraba uno de los más grandes enlaces de transporte de China que podría transformar a Tailandia en un eje de la actividad económica china en el sudeste de Asia y aún más allá.
Una mayor agitación política estalló en 2008 después de que el partido pro-Thaksin ganó las elecciones nacionales y formó gobierno. Meses de protestas anti-Thaksin, tácitamente respaldadas por la monarquía y los militares, y la expulsión de dos primeros ministros pro-Thaksin en lo que sólo puede ser descripto como golpes de estado judiciales, culminaron con la instalación de Abhisit Vejjajiva y su Partido Demócrata en el poder. Fuertes protestas contra el gobierno en 2010, en las que las zonas urbanas y rurales empobrecidas expresaron cada vez más sus preocupaciones sociales, fueron brutalmente reprimidas en una ofensiva del ejército en mayo, que dejó 91 muertos y muchos más heridos.
La administración Obama dejó en claro sus intenciones de hacer retroceder la influencia china en Asia con un discurso de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, en julio de 2009 en una cumbre de la ASEAN en Tailandia, declarando tajantemente que Estados Unidos estaban "de vuelta en el sudeste de Asia". Desde entonces, Clinton y otros funcionarios de Estados Unidos han intervenido en forma provocativa en las disputas marítimas entre China y sus vecinos de la ASEAN en el Mar Meridional de China, insistiendo en que Estados Unidos tiene un "interés nacional" en garantizar el libre acceso a las aguas.
De acuerdo con un documento de antecedentes sobre las relaciones entre Estados Unidos y Tailandia publicado el pasado mes de febrero por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, "el cada vez mayor compromiso de Estados Unidos con Indonesia y los problemas internos que tiene Tailandia parecen haberse atenuado la importancia de la relación entre Estados Unidos y Tailandia en el sudeste de Asia". Al mismo tiempo el documento señala la importancia estratégica de Tailandia e insta a una mayor concentración en el país declarando: "una de las principales motivaciones para mantener relaciones sólidas con Bangkok es la competencia en curso con China por la influencia en el sudeste de Asia".
Hasta la fecha los esfuerzos del subsecretario de Estado Campbell han sido en gran medida contraproducentes. Intervino directamente en la crisis política de mayo del año pasado tratando de lograr un compromiso entre el gobierno y la oposición y por lo tanto mejorar la posición de Estados Unidos en Bangkok, pocos días antes de la ofensiva militar. Indignado por las acciones de Campbell, Abhisit tomó la inusual decisión de enviar un emisario a Washington para emitir una reprimenda formal por la interferencia política de Estados Unidos.
Tal acción habría sido prácticamente imposible hace dos décadas. El ascenso de China, sin embargo, ha cambiado radicalmente las relaciones de poder en Asia haciendo posible un margen de maniobra de los gobiernos regionales dado el equilibrio precario entre Pekín y Washington. El gobierno de Obama tiene claramente la intención de corregir esa situación, tratando de explotar temas como el Mar del Sur de China abriendo una brecha entre China y los países de la ASEAN. En el caso de Tailandia, que no tiene intereses directos en el Mar Meridional de China, Estados Unidos podría usar para el mismo propósito la preocupación de Bangkok por la construcción de represas chinas en la parte alta del río Mekong. En 2009 Estados Unidos creó la Iniciativa del Mekong Inferior, con Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam y excluyendo a China, para tener una mayor voz en los asuntos regionales.
Sea cual sea el resultado inmediato de las elecciones de mañana en Tailandia, los comentarios de Campbell para el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, el mes pasado son una señal de que Washington tiene la intención de intervenir agresivamente en la política tailandesa para reforzar la influencia norteamericana a costa de China, agravando una situación ya explosiva en el país.
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