Afganistán: hacia un final distante
Por George Friedman
El Secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, sugirió la semana pasada que Estados Unidos podría terminar las operaciones de combate en Afganistán a finales de 2013, mucho antes de la fecha límite de 2014 cuando ceda el control total a Kabul. Las tropas permanecerán en Afganistán hasta 2014, según lo acordado en la Cumbre de Lisboa 2010, y se dedicará sólo a dos funciones hasta 2014 e incluso después: una de las funciones sería la continuación del entrenamiento de las fuerzas de seguridad afganas. La otra implicaría una unidad de operaciones especiales que llevan a cabo operaciones de captura o muerte contra objetivos de alto valor.
Junto con este anuncio, la Casa Blanca dio al New York Times algunos detalles sobre las negociaciones que se han venido realizando con los talibanes. Según el Times, el mulá Mohammad Omar, el líder de la mayoría de los talibanes afganos, hizo gestiones el verano pasado para negociar con la Casa Blanca. Un intermediario que hablaba por el mulá Omar entregó la propuesta, un documento sin firma, supuestamente del Mullah Omar que no pudo ser ratificado como auténtico. La carta exigía la liberación de algunos prisioneros talibanes antes de iniciar cualquier negociación. A pesar de las ambigüedades, que incluían la negación pública de los talibanes de que la oferta provino del Mullah Omar, los funcionarios estadounidenses, que obviamente se basaron en otra información de inteligencia, consideraron a la propuesta como auténtica y representativa de las opiniones de los líderes talibanes y, muy probablemente también del mismo Mullah Omar.
La idea de negociar con los talibanes no es nueva. Las conversaciones, a diferencia de las negociaciones en las que se negocian términos específicos, se han prolongado durante algún tiempo. Varios intentos anteriores han fracasado, incluyendo una ocasión cuando el supuesto representante resultó ser un fraude. Sin embargo, de acuerdo con el reporte del Times, las negociaciones tomaron cierto grado de especificidad el verano pasado. Comenzaron en noviembre de 2010, iniciadas por un hombre llamado Tayyab Agha, quien dijo hablar en nombre de Mullah Omar. La administración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no da mucha importancia a la autenticación de la presente oferta y a la autoridad del intermediario. La cuestión sobre la mesa es la liberación de los cautivos talibanes como una muestra de la seriedad americana.
Los talibanes muestran como que ya han hecho una gran concesión. Su demanda original era la retirada completa de las fuerzas occidentales de Afganistán como una condición previa para las negociaciones. Las conversaciones han continuado a pesar de la negativa de Estados Unidos a cumplir esa exigencia. Los talibanes cambiaron su posición de fijar un calendario muy específico para la retirada, algo a lo que Panetta aludió la semana pasada, aunque no fuera un calendario para el gusto de los talibanes. Dos años más de operaciones de combate -por no hablar de un tiempo no especificado en el que las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos continuarán trabajando en Afganistán- es mucho tiempo. Además, Estados Unidos no ha cumplido con la liberación de los talibanes, un tema que no ha surgido como un tema de campaña en la elección presidencial de Estados Unidos.
Sin embargo, las operaciones estadounidenses se han vuelto menos agresivas. Esto es en parte debido a la temporada: es invierno en Afganistán, una época del año en que las operaciones a gran escala son impracticables en muchas áreas. Al mismo tiempo, no se está viendo el nivel de operaciones que hemos visto en los inviernos anteriores, después de que Obama aumentó el número de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán. Esto refleja en parte los límites del poder militar de Estados Unidos en Afganistán. Independientemente del motivo, los talibanes lo interpretan como una señal y en Washington también se entiende como una señal.
El canal paquistaní a los talibanes
Para seguir con las negociaciones en marcha, Estados Unidos tenían que satisfacer dos condiciones: la primera fue que las negociaciones no podrían darse sin la participación pakistaní. Las acusaciones estadounidenses de que los militares en Pakistán mantienen estrechos vínculos con los talibanes, sin duda eran verdaderas. A la inversa, esto significa Pakistán representa un canal claro que Estados Unidos podría utilizar para llegar a los talibanes. Ese canal permitió que la administración de Obama llegara a la conclusión de que no tenía ninguna esperanza de dividir de manera significativa a los talibanes.
Ciertamente, los talibanes son un grupo operativo difuso. Aun así, el mulá Omar se encuentra en su centro, con los operadores políticos que lo rodean representando al buró político de los talibanes. La línea de comunicación con los talibanes se efectúa a través de Pakistán y termina en el mulá Omar. Esto significa que la expectativa de Estados Unidos de dividir políticamente a los talibanes y llevar a cabo negociaciones entre distintas facciones no son realistas. Sobre todo después de una serie de ataques y atentados suicidas en Kabul, en el otoño pasado, donde también se hizo evidente que Estados Unidos no sería capaz de manejar las negociaciones a largo plazo con el presidente afgano Hamid Karzai y sus asesores como canal principal.
Los paquistaníes y los talibanes también tuvieron que enfrentar ciertas realidades. Los talibanes habían afirmado que Estados Unidos y sus aliados en Afganistán habían perdido. Esto sustenta su demanda de una inmediata retirada de Estados Unidos; su oferta de retirada sin hostigamiento se hizo bajo el supuesto de que Estados Unidos tenía una derrotada fuerza militar en situación de riesgo.
La realidad era que, aunque Estados Unidos no había ganado la guerra en Afganistán y con toda probabilidad no podría derrotar militarmente a los talibanes, estaba lejos de ser derrotado. Estados Unidos se mantuvo y sigue siendo capaz de llevar a cabo operaciones en Afganistán y donde lo desee. Los talibanes no han llegado al punto en que operativamente pueden derrotar a las fuerzas militares desplegadas contra ellos. Cuando existen grandes fuerzas occidentales, los talibanes deben declinar el combate y desengancharse o ser aniquilados. Lo más importante es que no hay una presión abrumadora del público americano para el retiro, lo que no es el caso de algunos aliados de Estados Unidos. Sin embargo en estas elecciones es probable que Obama sea desafiado por candidatos que apoyan su posición en Afganistán o que desean una postura más agresiva. Mitt Romney, por ejemplo, no sólo rechazó la idea de liberar a los combatientes talibanes, sino que también dijo en respuesta a una pregunta que su estrategia en Afganistán era "ganarles".
Estados Unidos hipotéticamente podría permanecer en Afganistán indefinidamente, dado el costo actual y estructura de la fuerza. Pero es poco probable derrotar a una guerrilla con apoyo y refugio en la frontera con Pakistán, con una capacidad de inteligencia excelente y con unidades capaces de operar de forma independiente. Pero tampoco los talibanes pueden derrotar a las fuerzas de la coalición.
Estancamiento en Afganistán
Esto convierte la situación en un punto muerto, que los estadounidenses esperan resolver mediante la creación de un Estado afgano bajo Karzai y con una fuerza de seguridad y militares capaces y dispuestos a atacar a los talibanes. El problema central de este plan es el mismo problema que existía durante la fase de vietnamización de la guerra de Vietnam. El ejército afgano debe reclutar tropas y algunos de los voluntarios más entusiastas serán agentes de los talibanes. Estos agentes serán indistinguibles de los soldados que luchen contra los talibanes y su presencia tendrá dos consecuencias: en primer lugar, la inteligencia que proporcionarán a los talibanes hará que fracase la ofensiva del ejército afgano. En segundo lugar, el uso sagaz de estos operativos pondrá en peligro la cohesión y la moral de las fuerzas afganas. La sorpresa es fundamental en la localización, la participación y la destrucción de una fuerza guerrillera. Las fuerzas de seguridad afganas se enfrentan al mismo problema que la del ejército de Vietnam del Sur. Les faltará el elemento sorpresa y algunas de sus unidades no serán confiables.
En consecuencia, la estrategia de Estados Unidos de utilizar el punto muerto para la construcción de una fuerza militar capaz parece poco probable de tener éxito, incluso dejando de lado la cuestión de la fragmentación de la nación afgana y los problemas internos del gobierno de Karzai. Los talibanes están íntimamente familiarizados con el dilema de Estados Unidos y están en condiciones de elegir entre dos estrategias. Una de ellas es aumentar su ritmo de las operaciones y aumentar así las bajas estadounidenses antes de las elecciones de noviembre. Sin embargo, esta estrategia provocará que las bajas talibanes aumenten aún más dramáticamente, y su impacto en las elecciones no estaría claro. Los talibanes son más proclives a seguir una segunda estrategia, que consiste en aceptar el estancamiento y permitir que los Estados Unidos traten de construir un ejército afgano.
Al igual que los talibanes, Estados Unidos es consciente de la dificultad de construir un ejército afgano. Asimismo, entiende que es improbable que el despliegue de tropas en Afganistán lleve a algún lado. No tiene que huir de la derrota en Afganistán, pero hay razones estratégicas para salir, empezando por el hecho de que la situación militar es tan satisfactoria como probablemente nunca lo será. La mejora de la situación implicaría incurrir en gastos sin obtener nada de ganancia. Con Estados Unidos reduciendo su presupuesto militar, con los problemas graves que surgen en Irán y en todo el mundo árabe y un nuevo énfasis de la Marina de, la Infantería de Marina y la Fuerza Aérea en el Pacífico, el mundo se está moviendo adelante. Un conflicto violento aún congelado en Afganistán, simplemente no beneficia a los Estados Unidos.
Esto, por supuesto, deja una pregunta crucial: ¿Afganistán se convertirá en una base de Al Qaeda o de los grupos yihadistas transnacionales en el caso de una retirada de Estados Unidos? Es cierto que estos grupos se pueden formar en cualquier parte, pero el hecho es que se formaron en Afganistán, cuando el mulá Omar estaba a cargo. Los negociadores, sin duda, han prometido que, a cambio de la retirada, se harán cargo de la supresión de los elementos yihadistas. Pero confiar en los talibanes, o creyendo en quienes en Pakistán consideran una ofensa violenta el asesinato de Osama Bin Laden, plantea riesgos evidentes para Estados Unidos. En verdad, el riesgo no aumenta mucho más: Afganistán no es necesario para los yihadistas, que son naturalmente fragmentados y la amenaza de su resurgimiento como santuario siempre estará presente. Aun así, la cuestión seguirá siendo un punto de fricción en las negociaciones. Estados Unidos quiere mantener una fuerza residual para hacer frente a la amenaza yihadista, algo a lo que los talibanes y Pakistán se opondrán.
El papel de Pakistán
En este sentido, en realidad las negociaciones se reducen a Pakistán quien está dispuesto a soportar la carga en caso de una retirada de Estados Unidos.
Estados Unidos no se fía de los talibanes o de muchos de esos funcionarios paquistaníes que hablan para y por los talibanes. Pero Estados Unidos también sabe dos cosas: en primer lugar, que el futuro de Afganistán es de fundamental interés para Pakistán. La inestabilidad o la influencia iraní en India o Pakistán no son del interés de Pakistán. Por lo tanto, los paquistaníes jugarán un papel destacado en Afganistán, como lo hicieron después del fin de la ocupación soviética. En segundo lugar, Estados Unidos sabe que la India sigue siendo un importante adversario de Pakistán. Los paquistaníes han tratado de jugar la carta de China para poner nervioso a Estados Unidos respecto a Pakistán. Pero el hecho es que el Ejército Popular de Liberación chino no tiene la formación y la logística para apoyar a Pakistán contra la India, y lo último que quiere Pakistán es un gran despliegue militar chino en Pakistán. De hecho, eso es lo último que China quiere.
El problema con el tiempo se reduce a esto: Estados Unidos quiere un gobierno de coalición en la que los elementos talibanes tomen posiciones en la estructura actual del gabinete del régimen de Karzai. Los talibanes quieren un gobierno completamente nuevo en el que los elementos de la estructura de poder existente (Karzai ha prometido que no buscará un tercer período, su actual período termina en 2014) puedan tener una posición, pero que sería un régimen totalmente nuevo. En cualquier caso, los talibanes suponen, tal como los vietnamitas del norte asumieron hace una generación, que un acuerdo político seguido de una retirada de Estados Unidos, después de un "tiempo prudencial", dará lugar a un régimen dominado por los talibanes.
En última instancia, Estados Unidos podrían permanecer en Afganistán indefinidamente y no hay nada que los talibanes puedan hacer al respecto. Pero Estados Unidos no puede derrotar a los talibanes. Los talibanes no tienen a dónde ir y no tienen ningún deseo de retirarse. Los Estados Unidos tienen otros asuntos que atender y no hay un interés primordial estratégico en Afganistán. Desde el punto de vista americano, su presencia en Afganistán no reduce las amenazas islamistas a su patria pero sí absorbe los recursos militares.
Lo que consume a Estados Unidos en la actualidad, como lo fue en 1971, es el complejo proceso de elaboración de un camino político desde la situación actual hasta el final inevitable. Esto no es fácil, ya que la manera en que Estados Unidos se retire influirá en su posición en la región tanto como lo haría su presencia por tiempo indefinido. Esta es la razón por la cual la administración está tan ansiosa por seguir la iniciativa en curso y se preparó para liberar a los prisioneros como un gesto. También por ello se entiende por qué el Talibán aceptará un gobierno de coalición por un tiempo y por qué Pakistán ofrece las garantías que puedan hacer honor.
Sin embargo, llegar al final de esta guerra será un proceso complejo que requerirá mucho tiempo, durante el cual la lucha va a continuar. Pero el cómo nunca es trivial para poner fin a una guerra.
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