lunes, 13 de mayo de 2013

MÉXICO NO LOGRÓ ALCANZAR LA CONDUCCIÓN DE LA OMC. ¿POR QUÉ?

Adiós OMC... otra derrota
Juan Pablo Calderón Patiño*
http://www.mexicoylacuencadelpacifico.cucsh.udg.mx/noticia/adios_omc_otra_derrota   
Departamento de Estudios del Pacífico, Universidad de Guadalajara

A muchos ha sorprendido la derrota de Herminio Blanco para la Dirección General de la Organización Mundial de Comercio (OMC), herencia del Acuerdo General de Aranceles y Comercio, el GATT, al que México ingresó en 1986. Muchos equivocadamente han señalado que a partir de ese año la liberalización de la economía mexicana iniciaba, sin advertir, como mencionan los especialistas, que antes de ese año México ya había iniciado su proceso de apertura; proceso que continuó con especial ahínco confundiéndose con un deporte nacional al firmar acuerdos de libre comercio con diversas latitudes del orbe. 
Sin entrar en detalle de las cartas de un técnico experto en comercio exterior que fue uno de los arquitectos en las negociaciones de México con América del Norte y después con la Unión Europea, y que llegó a una reñida final con el diplomático brasileño después de depurar en otras etapas a nueve candidatos, es necesario plantearse más de una interrogante. La primera. En un terreno de riesgo, es ¿Por qué el Presidente Enrique Peña Nieto avaló la candidatura de México sin antes hacer una reflexión dura sobre los costos de una gris, a veces autista y arrinconada política exterior que fue la divisa en más de una década? 
¿Por qué caer en el riesgo de pagar los trastos rotos de administraciones anteriores ajenas a las de su partido, cuando por encima de la oportunidad del regreso de hacer política con el retorno del PRI al poder no había tiempo de perfilar la estrategia de transformación en política exterior, y donde no basta sólo mencionar las directrices que había mencionado el Presidente de la República?
Sorprendió a muchos que la Secretaría de Relaciones Exteriores nombrara como la responsable de llevar a la OMC a Herminio Blanco, a una embajadora que fue una de las culpables de los desatinos de la diplomacia mexicana en los últimos dos sexenios. Pareciera irresponsable que “ante la falta de cuadros” se optara por alguien del pasado inmediato que, sin medias tintas de colaboracionismo, fue partícipe de errores que el PRI criticó desde la oposición.
El apoyo de Washington y de Bruselas a la candidatura de Blanco parecía la mayor divisa para enfriar la champagne que al final reventó en decepción. Pareciera que en principio el diagnóstico falló y se creyó que en el mundo todavía validaban las elecciones para cargos en el sistema internacional con el sólo apoyo del norte….
Un grave error el no saber cómo despertar equilibrios con países emergentes, además de poner en evidencia la debilidad mexicana actual en lo que otrora fue su mayor fortaleza en el sistema multilateral. Se acudió a África, al sureste asiático y a Medio Oriente sólo en coyuntura. La débil presencia mexicana en esas regiones (¡¡¡con embajadas concurrentes a veces para más de ocho países!!!) es un asunto a revisar como el de acrecentar el número de miembros del Servicio Exterior Mexicano que en términos proporcionales sigue siendo igual a la de los años 70. ¿Merece eso el país que es la doceava economía del mundo y la primera exportadora de América Latina?
Se confundió en estos años al activismo diplomático con hacer cumbres y enviar candidaturas. Parece que México perdió su antigua capacidad de proponer ideas en el sistema multilateral con el soporte legitimador de la continuación de aspiraciones nacionales, como lo fue en la UNESCO con Jaime Torres Bodet, o los esfuerzos de México en el Derecho del Mar con Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa. Esa es una de las lecciones clave en la pasada elección de la OMC. Si no somos capaces de imprimir la vena de transformación mexicana, no podemos colgarnos de la percepción dura de que el contrario diga “es el candidato de Washington o de la ortodoxia financiera que tiene al mundo de cabeza”, como lo representó la candidatura de Agustín Carstens para el FMI. 
Antes de la OMC, México ya había perdido en los últimos años varias posiciones fundamentales en los sistemas internacional y regional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) con la fallida candidatura del Dr. Julio Frenk; igualmente la Organización Panamericana de la Salud (OPS) con la candidatura del Dr. Jaime Sepúlveda Amor. En el sistema interamericano, México -más por ocurrencia del régimen en turno y por la irresponsabilidad de buscar “salidas elegantes” a personajes- decidió fuera de tiempo y rompiendo acuerdos previos de apoyo a Chile (país con el que se había firmado la Alianza Estratégica) suscribir la irresponsable aventura del entonces Secretario Luis Ernesto Derbez para la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA). 
Los éxitos de José Ángel Gurría en la principal oficina de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el “secretariado general de la globalización” como a él le gusta mencionar y del brillante jurista y diplomático Bernardo Sepúlveda Amor como Juez y Vicepresidente de la Corte Internacional de Justicia, fueron resultado de su calidad profesional, su solvencia moral y de la trascendencia que lograron en sus posiciones como Secretarios de Estado en dos administraciones presidenciales con el PRI. A los ganadores de la primer alternancia eso nunca les gustó, por ello no es de sorprender el escuchar “ganaron a pesar de …”
Académicos y diplomáticos han lanzado la advertencia de que se debe arrastrar el lápiz en la política exterior. Creo que es una sentencia real, pero no basta; serviría con la correspondiente voluntad política del titular del Ejecutivo Federal, que es el responsable del quehacer de la política exterior por mandato constitucional
Frente al agotamiento de los tiempos para la redacción del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 se debe enfatizar ¿qué queremos de la política exterior y cómo buscar el perfeccionamiento de los diversos medios para alcanzar los objetivos? La tarea es generacional, pero el Presidente Peña Nieto tiene la iniciativa para corregir el camino. La misión de México como actor de responsabilidad global que ha mencionado el Ejecutivo Federal, hoy tiene el reto de conciliar diplomacia y política exterior, principio y acción. 
7 mayo, 2013.
*Maestría en Relaciones Internacionales en El Colegio de Veracruz.

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