sábado, 30 de abril de 2011

HEROES DE PAPEL


No me acuerdo cómo se llamaba el obrero que murió con una bayoneta en el estómago en la línea de producción de la Renault de Córdoba el 24 de marzo de 1976, tampoco sé el nombre de alguno de los obreros de los talleres navales de la Isla Maciel que pararon contra el golpe y menos todavía me acuerdo del obrero que se suicidó en la textil Nueva Pompeya cuando el escuadrón militar iba a detenerlo. Estábamos muy ocupados con mi amigo Pablo, Jorge, Alicia, la Juju y algunos más en reorganizarnos para enfrentar la represión, los nombres se nos escapaban de la memoria, la cantidad de muertos nos abrumaba, cualquier noche parecía la última.
Creo que nunca sabré el nombre de tantos muertos tan queridos. Me dicen hoy que en Argentina murió un escritor que era un gran luchador. No me pareció así cuando desde la clandestinidad leíamos que Videla era un general democrático o cuando nos habló de los dos demonios en el Nunca Más, no lo contábamos como uno de los nuestros. Nunca le pedimos que sea un héroe y tampoco lo apilamos entre los traidores. Pero es exagerado honrarlo como un luchador al mismo tiempo que nos olvidamos de los miles de argentinos que silenciosamente no pudieron / pudimos más que aguantar, luchar y sobrevivir en medio de la tormenta de derrota que se nos venía encima.
En honor a todos ellos, a todos nosotros, solo recordemos con orgullo y honor a un simple muchacho de 15 años, que torturado hasta la muerte nunca dijo el lugar donde se escondía la persona a quien los esbirros buscaban: el negrito Floreal Avellaneda. Tuvo la desgracia de ser un morocho adolescente comunista de familia obrera, las cosas que nos hacen sentir valientes.
Si nos llenamos de héroes de papel, sólo escribiremos una historia llena de novelas. Hagamos justicia con Sábato, olvidémonos pronto de él.

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