martes, 19 de abril de 2011

ESTADOS UNIDOS PIERDE LA GUERRA EN PERU

Perú tuvo un crecimiento sostenido del PBI durante toda la década anterior, a un ritmo que incluso se ha incrementado en el último quinquenio: 7.6 en 2006, 8.9 en 2007, 9.8 en 2008, 0.9 en 2009, 7.8 en 2010.
Con justa razón el gobierno de Alan García y el empresariado peruano hablan de “milagro peruano”. En  un país con un 44.5% de pobres, 10% de indigentes, 80% de trabajadores informales y salarios congelados desde 1994, el verdadero milagro es que el régimen político haya sobrevivido siguiendo los lineamientos neoliberales durante tantos años y con tanto éxito. Los pasados 10 años de crecimiento económico han fortalecido la exclusión y la desigualdad, y la disputa por el reparto de la renta nacional pasó ahora de las calles a las urnas.

Los resultados de las elecciones peruanas son un terremoto político. Pese al “milagro económico” la mayoría de la población ha elegido por una opción electoral que sigue incomodando a la burguesía limeña, en contra de la opción del establishment, que con cierta vergüenza terminó apostando por el retorno de la mafia fujimorista.

En el  medio, los candidatos neoliberales, Castañeda, Toledo y Kuczynski, perdieron toda relevancia. Calificados como candidatos del crecimiento económico en determinados momentos de la campaña fueron los favoritos de las encuestas pero a medida que se acercaba el día de las elecciones fueron cayendo en las preferencias.

Ollanta Humala Tasso es un militar retirado, de 48 años, candidato del partido nacionalista Gana Perú, una fusión de su Partido Nacionalista Peruano con otras agrupaciones de izquierda, y obtuvo el 31.8% de los votos en la primera vuelta electoral y 46 bancas en el congreso. Keiko Fujimori, actual diputada, tiene 35 años y es presidenta del partido Fuerza 2011.  Sacó 23.5% de los votos y 38 bancas en el Congreso. Ambos candidatos obtuvieron sus votos en el interior del país. Preanunciando la actual catástrofe nacional, en octubre de 2010 en el tradicional bastión neoliberal de Lima, donde la derecha cosecha sus votos, triunfó la candidata de la izquierda Susana Villarán.

El APRA de Alan García, el actual presidente, apenas llegó al 5% de los votos. Al día siguiente la bolsa de valores cayó, el dólar subió al igual que los alimentos y los artículos de primera necesidad, se anunciaron aplazamientos de planes de inversión externa, se auguraba un futuro de inflación.

Mientras se desarrollaba la campaña electoral, Ollanta Humala no lograba despegar del 10% de las preferencias electorales. Los candidatos de la burguesía estaban seguros de que la amenaza del 2006 no se iba a repetir, ya no era necesario constituir otra alianza de “Todos contra Ollanta”. Se dedicaron con libertad y desparpajo a insultarse, lanzarse acusaciones de todo tipo y popularizar apodos burlones. Ollanta Humala insistió con sus consignas centrales: reforma de la Constitución de la dictadura fujimorista o retorno a la constitución de 1979; redistribución de la riqueza nacional en beneficio de las zonas serranas y sureñas, aumento del sueldo mínimo actualmente en 215 dólares, pensión a los mayores de 65 años, nacionalización del gas, impuesto a las ganancias extraordinarias de las mineras.

Cuando comenzó a despuntar en las encuestas, pasó a ocupar el centro de la escena. A partir del lunes 28 de marzo todos los segmentos de la derecha peruana apelaron a la vieja receta del miedo: detrás de Ollanta está Chávez, es un candidato como la sandía: blanco por fuera, rojo por dentro, es un lobo con piel de cordero, un “cáncer terminal”, un “salto al vacío”. Si al comienzo de la campaña sostenían que la existencia de cuatro  candidaturas compitiendo entre sí era un escenario pluralista altamente favorable porque permitía escoger en democracia la alternativa más justa para la “afirmación del proceso”, ahora se lamentaban por la dispersión del electorado. Mientras en la izquierda solo quedó Ollanta Humala en la competencia, tras el abandono de Alberto Pizango, el Padre Arana, el Movimiento Nueva Izquierda y Manuel Rodríguez Cuadros, en la derecha había 4 candidatos para elegir: Kuczynski, Castañeda, Fujimori y Toledo. Para quienes buscaban una alternativa al sistema, solo quedaba Ollanta Humala. La desesperación de la burguesía se plasmó en los llamados a los candidatos para que “depongan sus intereses” y se unieran. Incluso solicitaron la renuncia de alguno de ellos para cerrarle el paso a Ollanta Humala. En el último tramo de la campaña comenzó a quedar claro que la derecha estaba dispuesta a apoyar la candidatura de la mafia fujimorista. Mientras toda la derecha se arrinconaba cada vez más hacia el extremo, Ollanta Humala ocupó toda la izquierda y se corrió hacia el centro.

La estrategia del temor no dio resultado, era la segunda vez que se hacía después del exitoso estreno de 2006. Este nuevo intento fue una tragedia.

Mientras se realizaba la elección nacional los campesinos de la localidad de Cocachacra en el departamento de Islay luchaban contra la minera Southern. Al costo de 3 muertos y 50 heridos lograron evitar la instalación de la explotación extractiva en su localidad. Luchas similares se están llevando adelante en Espinar, Canchis, Ñuno, Madre de Dios y Cuzco. Estos levantamientos son prolongación de la derrota sufrida por el gobierno de Alan García en junio de 2009 en la localidad amazónica de Baguá, que culminó con el retiro por parte del gobierno nacional de los artículos cuestionados de la llamada “Ley de la Selva” en lo que fue la peor derrota de la burguesía mundial en Perú en el último quinquenio.

La burguesía peruana está muy preocupada. Eso explica que el presidente Alan García busque suscribir un acuerdo internacional con Chile, Colombia, Costa Rica y México para la construcción de un eje continental de alineamiento con Estados Unidos.

La votación que coloca a Ollanta Humala a un paso de convertirse en presidente de Perú expresa el reclamo de la mayoría de los peruanos por un cambio de modelo económico. El agotamiento de este modelo que impide toda política de desarrollo industrial, que genera una corrupción incontrolable y que condena a la mayoría de la población a la pobreza, es la base objetiva del probable triunfo de Ollanta Humala.

La voluntad de cambio ha crecido desde 2006, pero los asesores brasileños de campaña y la influencia de los “intelectuales por el cambio”, un sector de la vieja izquierda, algunos de cuyos miembros fueron altos funcionarios del gobierno neoliberal de Toledo, han presionado por un giro hacia el centro cuya principal consecuencia programática fue el abandono de la propuesta de convocar a una Asamblea Constituyente que reemplace la dictatorial constitución de Fujimori. Ahora propone la derogación de esa Constitución de 1993 y el retorno de la Constitución de 1979. En ese contexto de viraje al centro se inscribe su despegue de Hugo Chávez, su viaje a Washington, sus visitas a la embajada de Estados Unidos y su entrevista con el cardenal Juan Luis Cipriani, ante quien se comprometió a no impulsar una ley de aborto y a no apoyar la unión civil entre personas del mismo sexo. Sin embargo para la burguesía nada de esto parece suficiente. Y a pesar de estos cambios el electorado ha decidido confiar en él, porque el resto de los candidatos ya fueron parte del poder y son responsables del drama que abate a millones de peruanos en la pobreza, la corrupción y el crimen organizado.

Dos cosas son intocables en Perú: la Constitución y el modelo económico. Es muy probable que ambas cambien si Ollanta Humala es presidente.

En el juego de alianzas que se tejerán hasta junio, Pedro Pablo Kuczynski ya dijo que no votará por Ollanta Humala y Alejandro Toledo dijo que no votará por Keiko Fujimori. Los 3 candidatos derrotados (Kuczynski, Toledo y Castañeda) sumaron el 45% de los votos en la primera vuelta. Vargas Llosa declaró que jamás votará por Fujimori. “Con Humala quiero ver lo que va a pasar; cuáles son realmente las condiciones en las que él va a establecer alianzas”, dijo a la Televisión Nacional chilena.

La segunda vuelta se realiza el 5 de junio y el vencedor asume su mandato el 28 de julio.

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