Norberto Emmerich
El economista Nouriel Roubini sostiene
que la economía mundial atravesó desde la crisis de 2008 varios años de
crecimiento lento e inconsistente y ahora se encuentra en una etapa de crecimiento
por la combinación de estímulos fiscales en Estados Unidos y China y estímulos
monetarios en Japón, Europa y China, aunque predice el reingreso a un panorama
de crisis mundial en 2020.
México, así lo afirma el Banco Mundial,
crecerá 2.2% en 2018 y un porcentaje similar en 2019 aunque sin la fortaleza suficiente
para traccionar a otras economías de la región con expectativas menores. La
perspectiva de crecimiento tiende a la baja respecto al anterior pronóstico de
2.5% e impactará en el primer año de gobierno del nuevo presidente López
Obrador.
En el período inmediato los actores
mantendrán su cautela respecto al USMCA (ex TLCAN) porque la incertidumbre en
materia comercial se alimenta de la aprobación del acuerdo por parte de los
poderes legislativos, lo que depende de la incierta homogeneidad de la bancada
de Morena.
Si Andrés Manuel López Obrador no
impulsa una reforma tributaria ni incentiva una mayor producción de petróleo
se verá obligado a gobernar con el menor nivel de ingresos públicos desde el
año 2009, con apenas el 21.7% del PIB. Sin embargo operan a su favor los nuevos
hallazgos petroleros, la delimitación de dos previos y el inicio del desarrollo
de dos depósitos más. Con ello Pemex sumará 210,000 barriles diarios de
petróleo en los próximos dos años.
El próximo gobierno enfrenta al menos
tres retos: sustentar la solidez macroeconómica, garantizar una política
fiscal robusta y reducir la corrupción e inseguridad. Sí cumplirá los dos
primeros, pero ya podemos afirmar que no podrá con el tercer requisito, lo que
traerá desconfianza de los inversores. Aunque la actividad mexicana seguirá
sostenida en la demanda de Estados Unidos, que se expande de manera
consistente, el crecimiento mexicano ha sido históricamente modesto en
comparación con su potencial. “El performance no corresponde a su calibre” dice
Gian Maria Milesi, subdirector de Investigación Económica del FMI.Es aceptado
que México tiene una gestión macroeconómica sólida, pero puede hacer más que
eso. Uno de los factores que explica la lentitud "es la prevalencia de la
corrupción y la inseguridad”.
Todos estos factores explican el
retraimiento de la política exterior mexicana en el próximo sexenio, más
apegado a Estados Unidos de lo que sus electores pudieran prever, incluso en
sus estrategias de seguridad.
Las finanzas mundiales se endurecieron por
el alza de las tasas de interés de Estados Unidos desencadenando una presión
sobre los mercados emergentes localizada en Turquía, Argentina y Brasil donde los
desequilibrios fiscales y políticos motivaron un catastrófico ajuste de carteras.
Mientras el crecimiento mundial se
estima en 3.7% en 2018 y 2019, liderado por India y China, el crecimiento
conjunto del PIB en América Latina será apenas del 0.6% con Sudamérica en una
clara recesión que pronostica apenas el 0.1%, en el umbral de la parálisis. Las
economías de Venezuela, Brasil y Argentina serán las de peor crecimiento en la
región.
Venezuela sufrirá una caída del 8.4%,
Brasil crecerá 1.4% en 2018 y 2.2% en 2019; Argentina caerá un 2.6% en 2018 y
1.6% en 2019. Paraguay experimentará el mayor crecimiento sudamericano en 2018
con 4.4% en 2018, lo siguen Bolivia y Chile. Fuera de Venezuela, Argentina es
el único país de la región cuya economía caerá en 2018 y en 2019. Sin embargo
el FMI justifica la pendiente porque “se necesita un ajuste fiscal inicial
significativo para disminuir la carga de financiamiento y colocar a la deuda
pública en una trayectoria descendente". La duda es política y radica en
la capacidad del gobierno para aplicar exitosamente el ajuste y sobrevivir a la
experiencia.
Algunos saben nadar donde no hay agua. Justamente
gracias a la crisis el mercado argentino es el de más rápido crecimiento en el
mundo para la empresa de transporte Uber. El deterioro laboral, la ausencia de
regulaciones y los bajos precios hacen crecer este mercado alternativo de
transporte de pasajeros.
Las amenazas del proteccionismo y la
tensión financiera por el endurecimiento de las condiciones monetarias de
Estados Unidos son factores de riesgo en un escenario de escalada en la guerra
comercial entre Estados Unidos y China, lo que ensombrece las expectativas
económicas de los países latinoamericanos y puede empujarlos a alineamientos desesperados.
Conviven un orden político multipolar con un orden comercial bipolar, un
proceso incipiente que está sucediendo ante nuestros ojos y se torna
crecientemente violento.
Mientras tanto la tasa de desempleo en
Estados Unidos cayó a su nivel más bajo en 49 años hasta un 3.7%, lo que convoca
a una mejoría de las condiciones laborales. En agosto los salarios subieron un
2.9%, el nivel más alto en los últimos 9 años; en setiembre subieron un 2.8%. Sabiendo
que la economía estadounidense debe absorber 120.000 empleos mensuales para sustentar
el ritmo de incorporación de la población al mercado laboral, el dato no es
menor.
El Acuerdo México-Estados Unidos-Canadá
(USMCA) es parte de la guerra comercial con China, transformada en el pivote de
la política exterior americana. El USCMA podría ser un modelo de acuerdo
mediante el cual la administración Trump incluye cláusulas especiales para
presionar la apertura china, tal como afirmó el secretario de Comercio Wilbur
Ross.
Estados Unidos está en las etapas
iniciales de negociación con Japón y la Unión Europea para reducir aranceles y
barreras regulatorias, con las que busca reducir su déficit en el comercio de
autos y otros bienes. Si la UE y Japón adhieren a disposiciones similares a la
incluida en el USMCA, sería una señal de que están alineados con Washington
en sus intentos de aumentar la presión sobre China, la segunda economía del
mundo, para obligarlo a producir cambios en su política económica que
desdibujen su perfil en la competencia comercial global.
Por su lado Brasil está recuperándose de
una de las recesiones más severas de su historia. Siendo la primera economía de
Latinoamérica y la octava potencia mundial cuenta con un gran caudal de
recuperación, pero lo hará a costa de los ciudadanos brasileños y con un cierto
grado de “desobediencia” hacia Estados Unidos, si la administración Trump
insiste con la cláusula “USMCA”. Los lazos que vinculan a Brasil con China
están cimentados en una larga relación de tres décadas y en acuerdos
estratégicos formales muy ambiciosos (BRICs).
El resultado electoral que consagra una
abultada victoria para Jair Bolsonaro en primera vuelta alegró mucho a los
inversionistas de San Pablo y también a los inversionistas chilenos y españoles
en Brasil. El partido de Bolsonaro pasó de 8 a 52 diputados en la Cámara baja
(el PT queda con 56 diputados) y logró 4 escaños en el Senado.
Aunque el gobierno argentino sostiene un
perfil geopolítico desajustado y cambiante, le interesa la consolidación de la
institucionalidad brasileña y de su desarrollo económico; prefiere que
cualquiera sea el gobierno nada cambie demasiado. Sin capacidad de velar por sí
mismo el país está a merced de sus vecinos, los que no son tan ricos pero están
comportándose como más poderosos. Eso supone tomar decisiones en su nombre y
sin consultas, dejando a la Argentina en un eterna pelea contra molinos de
viento.
Entre la guerra comercial, el
endurecimiento monetario y las incertidumbres locales (p.e. Italia) se pueden
detonar nuevos episodios de aversión al riesgo, como el sucedido con Turquía,
incrementando los retos a mercados emergentes como Brasil y Argentina.
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