Emigración en la periferia de la Eurozona
Análisis
Durante gran parte de los siglos 19 y 20, los países de
la periferia europea -Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España- han
experimentado una fuerte emigración hacia otras partes de Europa y el mundo
motivada principalmente por la búsqueda de mejores perspectivas económicas en
otras partes. Sin embargo, la estabilidad económica que acompañó la entrada de
estos países en la Unión Europea a finales de 1990 y principios de 2000 cambió
su perfil y los convirtieron en destinos de inmigración. En las dos décadas
anteriores a la crisis financiera internacional que comenzó en 2007, España,
Irlanda, Grecia, Portugal e Italia tuvieron tasas de inmigración que superaron
a las de emigración. En cierta medida, la crisis financiera ha vuelto a estos
países a su perfil "tradicional" de emigración. La mayoría de las
personas que salen son extranjeros, ya que las tasas de desempleo son
generalmente más altas entre los extranjeros. Sin embargo, algunos informes
sugieren que un número considerable de nacionales portugueses, irlandeses,
italianos, griegos y españoles, en particular jóvenes hombres y mujeres con
educación superior se están moviendo hacia el extranjero. En el corto plazo, la
inmigración ofrece algún alivio a las tensiones sociales generadas por el
aumento del desempleo. A medida que los trabajadores desempleados abandonan el
país, la oferta de trabajo disminuye. Por otra parte, la emigración de las
personas desempleadas reduce a corto plazo el gasto público en programas
sociales. A la larga, sin embargo, las altas tasas de emigración crean al menos
dos problemas en estos países. En primer lugar, existe el peligro de una
"fuga de cerebros", ya que estos países corren el riesgo de perder
una importante población altamente calificada. En segundo lugar el aumento de la
emigración puede deteriorar todavía más los problemas demográficos ya
existentes en Europa, especialmente en un momento en que Europa muestra bajas
tasas de natalidad y envejecimiento de la población. Las olas de inmigración
desde la década de 1990 hasta mediados de los años 2000 (de jóvenes
trabajadores, a veces trayendo a sus familias con ellos) han mitigado este
problema un poco, pero la emigración (externa e interna) actual de los jóvenes
lo agravan. La combinación de alta emigración, baja inmigración y
envejecimiento de la población significa que hay menos trabajadores que pagan
impuestos y más jubilados que cobran pensiones y hacen uso de servicios
sociales, lo que hará que los planes de recorte presupuestario que están
realizando estos países sean aún más difíciles.
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