jueves, 5 de abril de 2012

EMIGRACIÓN EUROPEA


Emigración en la periferia de la Eurozona


Análisis
Durante gran parte de los siglos 19 y 20, los países de la periferia europea -Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España- han experimentado una fuerte emigración hacia otras partes de Europa y el mundo motivada principalmente por la búsqueda de mejores perspectivas económicas en otras partes. Sin embargo, la estabilidad económica que acompañó la entrada de estos países en la Unión Europea a finales de 1990 y principios de 2000 cambió su perfil y los convirtieron en destinos de inmigración. En las dos décadas anteriores a la crisis financiera internacional que comenzó en 2007, España, Irlanda, Grecia, Portugal e Italia tuvieron tasas de inmigración que superaron a las de emigración. En cierta medida, la crisis financiera ha vuelto a estos países a su perfil "tradicional" de emigración. La mayoría de las personas que salen son extranjeros, ya que las tasas de desempleo son generalmente más altas entre los extranjeros. Sin embargo, algunos informes sugieren que un número considerable de nacionales portugueses, irlandeses, italianos, griegos y españoles, en particular jóvenes hombres y mujeres con educación superior se están moviendo hacia el extranjero. En el corto plazo, la inmigración ofrece algún alivio a las tensiones sociales generadas por el aumento del desempleo. A medida que los trabajadores desempleados abandonan el país, la oferta de trabajo disminuye. Por otra parte, la emigración de las personas desempleadas reduce a corto plazo el gasto público en programas sociales. A la larga, sin embargo, las altas tasas de emigración crean al menos dos problemas en estos países. En primer lugar, existe el peligro de una "fuga de cerebros", ya que estos países corren el riesgo de perder una importante población altamente calificada. En segundo lugar el aumento de la emigración puede deteriorar todavía más los problemas demográficos ya existentes en Europa, especialmente en un momento en que Europa muestra bajas tasas de natalidad y envejecimiento de la población. Las olas de inmigración desde la década de 1990 hasta mediados de los años 2000 (de jóvenes trabajadores, a veces trayendo a sus familias con ellos) han mitigado este problema un poco, pero la emigración (externa e interna) actual de los jóvenes lo agravan. La combinación de alta emigración, baja inmigración y envejecimiento de la población significa que hay menos trabajadores que pagan impuestos y más jubilados que cobran pensiones y hacen uso de servicios sociales, lo que hará que los planes de recorte presupuestario que están realizando estos países sean aún más difíciles.


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