martes, 21 de junio de 2016

RECHAZO A LA PRESENCIA MILITAR DE ESTADOS UNIDOS EN OKINAWA, JAPÓN

Crece la oposición a las bases militares estadounidenses en Okinawa
Por Ben McGrath

En una protesta masiva realizada el domingo 19 de junio en Okinawa, Japón, los manifestantes denunciaron la presencia militar de Estados Unidos en la prefectura, así como también los planes para reubicar una base de marines americanos en otro lugar de la isla. Los organizadores dijeron que participaron unas 65.000 personas, transformándose en la manifestación más grande en la isla desde las protestas de 1995 por la violación a una niña de 12 años de edad por tres soldados estadounidenses.
Los manifestantes se reunieron en Naha, la capital de Okinawa, llevando carteles que decían: "Nuestro enojo está más allá del límite" y "Cansados de los marines de Estados Unidos" para condenar la violación y el asesinato el mes pasado de Rina Shimabukuro, una mujer de Okinawa 20 años de edad. Kenneth Franklin Gadson (que también se conoce con el nombre de su esposa Shinzato), un contratista militar de Estados Unidos, reconoció el crimen y fue detenido el 19 de mayo, el mismo día que fue descubierto el cuerpo de la mujer. Shimabukuro estaba desaparecida desde el mes de abril y su cuerpo fue hallado en una zona boscosa.
Los manifestantes exigieron la retirada del cuerpo de marines de Estados Unidos de la Estación Aérea de Futenma y de otras bases militares de Okinawa. El gobierno central planea trasladar la base de Futenma a Henoko, a lo largo de la costa de la isla. Una reciente encuesta del periódico Ryukyu Shimpo  y de la televisión de Okinawa revelaron que el 83,8 por ciento de las personas en la prefectura se oponen al plan de reubicación.
La construcción de la base de Henoko está detenida desde marzo, tras una decisión para resolver una demanda que el gobierno central había interpuesto contra el gobierno de la prefectura de Okinawa. El ministro de tierras, Keiichi Ishii, exigió al gobernador Takeshi Onaga, quien derogó un permiso de recuperación de tierras para la construcción de la base en el pasado mes de octubre, que revirtiera su decisión, con el fin de permitir que el trabajo continúe. Onaga se dirigió al Consejo de la Administración Central y al Consejo local de Controversias de Gobierno, por disposición de la Corte. El 17 de junio el Consejo decidió no emitir una decisión sobre el asunto y pidió "discusiones sinceras" entre las partes.
La furia de las personas en la prefectura va más allá de los crímenes cometidos por el personal militar de los Estados Unidos. Más de la mitad de los 47.000 soldados estadounidenses radicados en Japón se encuentran en Okinawa, ocupando numerosas bases que se asientan sobre aproximadamente una quinta parte del espacio total de la tierra. Muchas personas todavía albergan resentimiento hacia los EE.UU., que tomaron Okinawa al final de la Segunda Guerra Mundial, matando a 100.000 civiles y ocupando la isla hasta 1972.
La cuestión está estrechamente ligada a la presión por la remilitarización de Japón llevada adelante por el primer ministro, Shinzo Abe, y por el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD). Los trabajadores y los jóvenes en Okinawa y en todo Japón han denunciado reiteradamente la legislación militar que fue dictada por el Congreso en septiembre pasado para permitir el ejercicio por parte de Tokio de la denominada "autodefensa colectiva", es decir, la capacidad para intervenir en las guerras lideradas por Estados Unidos en el extranjero.
El gobierno de Abe ha integrado a los militares japoneses en el "giro asiático" de Estados Unidos y en la acumulación de fuerzas militares en la región contra China. Okinawa, una isla ubicada directamente en forma adyacente al territorio continental chino, es un elemento crucial para la estrategia de guerra del Pentágono, que consiste en un asalto aéreo masivo y de misiles sobre los objetivos chinos de buques y bases militares cercanas.
Los políticos locales como el gobernador Onaga, un ex miembro del PLD, están tratando de desviar la ira popular a lo largo de líneas estrechas y parroquiales. "Los crímenes viciosos no pueden ser tolerados", dijo Onaga durante un discurso en la protesta del domingo. El gobernador ha hecho campaña como un oponente de las bases estadounidenses en su prefectura, buscando apoyo para ganar las elecciones. Sin embargo, él y los suyos explotan las frustraciones de la gente común; no se oponen al militarismo, sino que buscan impulsar su propia posición política.
El gobernador es un firme partidario de la alianza Estados Unidos, afirmando en julio pasado que "he servido como un político hace más de 30 años y he apoyado el acuerdo de seguridad entre EEUU y Japón". Onaga habla en nombre de una franja de líderes de negocios locales que ven las bases de Estados Unidos como el "mayor obstáculo" para el desarrollo económico, del que no disfrutan los trabajadores de Okinawa, que están entre los más pobres en Japón.
Los partidos de la oposición también están explotando el generalizado sentimiento anti-guerra con fines electorales. Mientras que el Partido Democrático (DP) afirma estar en contra de la revisión de la constitución post-Segunda Guerra Mundial para permitir el despliegue de los militares japoneses, el partido y su líder, Katsuya Okada, han expresado en el pasado su apoyo a dichas medidas, cuando estuvieron en el gobierno entre los años 2009 y 2012. Otros partidos políticos, como el Partido Comunista japonés y el Partido Socialdemócrata, presentan al DP como una alternativa al actual gobierno con el fin de mantener a los trabajadores y a los jóvenes vinculados al marco parlamentario.
Estados Unidos también está tratando de contrarrestar la oposición a su presencia. Durante la cumbre del G7 que tuvo lugar en Japón el mes de mayo, el presidente Barack Obama se vio obligado a abordar el asesinato de Okinawa diciendo que "Estados Unidos seguirá cooperando plenamente con la investigación y garantizando que la búsqueda de justicia se realice bajo el sistema legal japonés". Obama estaba claramente preocupado por el creciente reclamo para revisar el Acuerdo de Estatus de Fuerzas (SOFA), que fue firmado originalmente en 1960 y sanciona sobre cómo deben ser legalmente tratado el personal de Estados Unidos. Muchas personas en Japón sienten que el SOFA proporciona una protección indebida a los soldados estadounidenses que cometen delitos.
Además del asesinato de Rina Shimabukuro, ha habido una serie de otros delitos en los últimos meses. El ejército ha impuesto un toque de queda en Okinawa que prohibe al personal estadounidense beber en público y los obliga a estar en casa o en la base antes de caer la noche. A principios de junio, la Armada de Estados Unidos impuso una prohibición especial de beber a los 18.600 marines estacionados en Japón tras la detención de un marine americano sospechado de conducir en estado de intoxicación después de estar involucrado en un accidente automovilístico que hirió a dos personas en Okinawa. Esta prohibición fue moderada recientemente, pero todavía está prohibido beber fuera de la base o en el exterior de las viviendas.
A principios de este año, dos militares estadounidenses fueron detenidos por agredir sexualmente a las mujeres japonesas en casos separados. Justin Castellanos, de 24 años de edad, un marine alistado, se declaró culpable en mayo de violar a una turista japonés en Okinawa el 13 de marzo Unos días más tarde, el 18 de mayo, un teniente de la marina de guerra de 33 años de edad, fue detenido en el aeropuerto internacional de Narita. Según los informes, había manoseado a una joven universitaria de 19 años de edad, golpeándola luego repetidamente en la cabeza durante un vuelo de San Diego.
Todos estos incidentes están impulsando una profunda hostilidad contra la presencia militar de Estados Unidos en Japón. Sin embargo, Washington no va a consentir las demandas para remover cualquiera de las bases que son centrales en sus preparativos en la futura guerra contra China.


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