jueves, 19 de julio de 2012

EL NARCOTRÁFICO PLANTEA UNA DIFÍCIL SITUACIÓN A PEÑA NIETO

Para el próximo presidente mexicano no existe una solución rápida al problema del narcotráfico
http://www.stratfor.com/geopolitical-diary/no-quick-cartel-fix-mexicos-next-president

Enrique Peña Nieto celebra su elección como próximo presidente de México. Pero después de su asunción el 1º de diciembre, el candidato se convertirá en presidente y Peña Nieto se encontrará cara a cara con las restricciones del mundo real que limitan las acciones de un jefe de Estado. Estas restricciones no existen cuando se es candidato en una campaña electoral, pero se vuelven decisivas después de las elecciones. Los objetivos que el candidato espera o que incluso prometió llevar a cabo -como la promesa de campaña del presidente norteamericano Barack Obama de cerrar el centro de detención de Guantánamo- de repente se convierten en algo mucho más difícil de lo que había parecido durante la campaña.
Peña Nieto se enfrentarán a esas mismas duras realidades el 1º de diciembre. Él, al igual que sus otros oponentes en la elección, se comprometió a reducir la violencia relacionada con los carteles de la droga que ha sacudido a México por años. Pero en la campaña electoral Peña Nieto nunca articuló realmente un plan coherente para hacerlo. En realidad todos dicen que no hay manera de reducir rápidamente la violencia de los carteles. Peña Nieto se comprometió a continuar el proceso de reforma policial sin fin en México, aumentar la financiación de la policía federal y crear una nueva fuerza policial paramilitar, pero ninguna de estas medidas puede tener un impacto rápido. Se necesitará tiempo para poner fin a los conflictos -ya se trate de las guerras entre los distintos carteles, la guerra entre el gobierno y los carteles, o la guerra que libran los carteles contra el pueblo mexicano.
Hay esperanzas de que el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Peña Nieto al poder podría significar un retorno a los días felices de la década de 1980 -un tiempo en el cual la violencia era rara, cuando los políticos corruptos se enriquecían mientras garantizaban el flujo de drogas a través de corredores sin control. Pero idealizar al PRI de tal manera hace caso omiso de la historia.
Sin duda fue el presidente Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), el primero que declaró la guerra a los carteles en el año 2005 y luego fue el presidente Felipe Calderón quien la expandió. Pero la guerra no provino exclusivamente de la ascensión del PAN al poder por sobre el PRI. La escalada abrupta en la violencia que obligó al PAN a utilizar a los militares en ciudades como Juárez y Veracruz no es resultado de la acción del gobierno contra los carteles. Más bien, la intensificación de la violencia se ha producido principalmente por la guerra de los carteles contra los carteles, que a su vez ha sido provocada por un cambio en la naturaleza de los carteles.
Hay un relato inexacto en la prensa que dice que Fox y Calderón fueron los primeros en utilizar el ejército mexicano contra los carteles. En realidad, los militares han sido utilizados durante décadas en Estados como Sinaloa y Chihuahua para erradicar los cultivos de droga y detener a los altos líderes de los carteles. El agente de la DEA Enrique Camarena, fue asesinado en 1985 después de haber proporcionado información que permitía a los militares mexicanos -no a la corrupta policía mexicana- llevar a cabo operaciones contra el entonces poderoso cartel de Guadalajara. Más de una década más tarde, el presidente Ernesto Zedillo del PRI desplegó a los militares para reprimir una ola de violencia en la ciudad fronteriza de Tijuana, perpetrada por la organización de los Arellano Félix (AFO), también conocida como el Cartel de Tijuana.
La AFO había construido un grupo ejecutor efectivo y mortal de policías, retirados y activos. En respuesta, los ortos carteles comenzaron a desarrollar sus propios grupos militarizados, fuertemente armados. Esta dinámica influyó directamente en la decisión del líder del cartel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, de reclutar soldados de las fuerzas especiales mexicanas del Grupo de Movilidad Aérea, que luego sería el grupo ejecutor conocido como Los Zetas.
Hoy en día cada cartel tiene una unidad ejecutora armada con armas y tácticas militares. Al igual que Los Zetas, los carteles también emplean a otros ex militares, a sicarios entrenados por ex militares y a mercenarios extranjeros. Por otra parte, Los Zetas se separaron del cartel del Golfo para formar su propia organización de tráfico de drogas y otros grupos de ejecutores hicieron lo mismo. Esta fragmentación provocó duros y sangrientos conflictos entre los antiguos aliados, y se multiplicó el número de carteles que desafían al gobierno.
Dado que las unidades se han convertido en ejecutores militarizados, la violencia que perpetran se ha vuelto más mortal y horrible. Hace una década, era raro oír hablar de una granada o un ataque con bomba en México. Hoy en día, este tipo de ataques ocurren con frecuencia. Los carteles también han hecho un uso prolífico de las demostraciones públicas de brutalidad en los últimos seis años, incluyendo decapitaciones cada vez más frecuentes y cuerpos que se cuelgan de los puentes sobre carreteras con mucho tráfico. Algunos grupos de ejecutores han comenzado a derramar un gran número de víctimas desmembradas en lugares públicos.
Los objetivos, ya sean físicos o simbólicos, de estos vertederos de cadáveres y de las decapitaciones en masa rara vez son los militares o el gobierno. De hecho, los carteles, como los Caballeros Templarios han dicho públicamente que no desean luchar contra el gobierno; sino solamente contra los rivales del cartel. Esto significa que la violencia de los carteles contra los carteles puede ocurrir y ocurre sin la intervención de la policía militar o federal.
Ciertamente, hubo (y hay) políticos corruptos del PRI que han hecho tratos con las figuras del narcotráfico, pero también hay políticos corruptos en el PAN. De hecho, el cartel del Golfo, el cartel de Juárez y Los Zetas han hecho declaraciones públicas acusando al gobierno de Calderón de favorecer al cartel de Sinaloa por sobre los otros grupos. Sin embargo, debido a la intensidad de la corriente de las diversas guerras entre carteles, que han producido una abundancia de sangre y de venganzas personales, sería muy difícil negociar una tregua entre todos los grupos. Numerosas treguas en el pasado han sido de corta duración.
Va a ser muy difícil para cualquier presidente mexicano reducir la violencia de los carteles sin antes forzar a los carteles más violentos a salir de la calle. Eso llevará tiempo. Notoriamente grupos violentos como Los Zetas y los Caballeros Templarios son muy poderosos y no desaparecerán fácilmente o en voz baja.

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