Maestría en Administración y
Políticas Públicas, IEXE, México. Especialista en políticas públicas de
seguridad. Consultora internacional. Fue profesora de Diseño de Políticas Públicas en la Licenciatura en Seguridad y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México. Vicepresidente ejecutiva del Centro de Estudios en Estrategia y Políticas Públicas - CEEYPP, Buenos Aires, Argentina. E-mail: yeseniatorres13@gmail.com
La inseguridad ha tomado en la región dimensiones
insospechadas con características complejas y resultados desfavorables para los
gobiernos que intervienen a través de políticas públicas. A pesar de que el
fracaso se atribuye a la naturaleza multifactorial y a la complejidad del
problema, la inversión realizada permanece constante y creciente.
Haciendo una revisión de las buenas
prácticas o de las experiencias exitosas en PPS, nos encontramos con un
panorama poco alentador.
La seguridad es concebida clásicamente como
una intervención realizada con el objetivo de contar con una policía mejor
equipada y capacitada, un sistema de justicia y control eficientes y otros
objetivos similares. Esto significa que
en general la seguridad se aborda a través de ejes inamovibles, dentro
de parámetros políticos donde los programas preventivos o acciones concretas de
carácter local carecen de presupuesto.
En esta lógica de diseño de PPS se destacan
los “gastos” en temas cuantitativos (centrados en qué se puede comprar),
dejando fuera los aspectos cualitativos (centrados en las transformaciones que
se buscan realizar).
Cabe preguntarse si para explicar y
entender en profundidad la inseguridad no es necesario conocer el lado cualitativo
del problema, ya que a menudo sucede que una inversión en equipamiento policial
se transforma en una amenaza para la ciudadanía y un factor con poca incidencia
en la delincuencia. En este tipo de acciones las personas se sienten
intimidadas y no protegidas y los resultados son escasos y contraproducentes.
Los estudios de seguridad “local” son limitados
o poco pertinentes para la toma de decisiones gubernamentales. Las políticas de
seguridad se han convertido en lineamientos eternos que transcienden a través
de los gobiernos convirtiéndose en políticas de Estado (cuando en realidad sólo
son rutinas organizacionales). Al final los resultados siempre son similares,
perpetuando el ciclo de inseguridad.
¿Será posible que pese a la complejidad
del problema no exista una forma creativa e innovadora de diseñar políticas públicas?
¿Por qué no pensar que la suma de
acciones concretas de intervención no tradicionales como el cambio ambiental en
micrositios problemáticos o los abordajes desde perspectivas geográficas,
históricas, sociales, culturales, económicas, de comunicación, pueden llevarnos
a otros resultados o al menos a generar nuevas vías de intervención?
La macroestructura representativa de las
PPS, marcada por una composición por ejes de intervención básicamente
cuantitativos, motiva desde su propia concepción original que los presupuestos
para intervenciones en micrositios sean prácticamente nulos. Se interviene de
una manera caótica y poco documentada que no lleva a experiencias replicables o
sistematizadas aun si existieran resultados positivos. En síntesis, las PPS
carecen de cientificidad.
Existen los recursos creativos para
pensar este problema en otros términos. Sin embargo se requiere de un
sobreesfuerzo para redimensionar, enfocar y reaprender constantemente de un problema
multifactorial, multidimensional y altamente complejo. La inseguridad está en
movimiento mientras las respuestas gubernamentales fluyen a poca velocidad,
marcadas por una mega-estructura de planeación llamada Plan de Seguridad
Nacional.
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