Los Zetas se reacomodan y Los
Templarios amenazan
29 de octubre de
2012
La ausencia del Lazca desató en las últimas semanas una serie de reacomodos
al interior de Los Zetas y el desplazamiento de Los Caballeros Templarios hacia
el noreste del país, para disputarle las plazas a esa organización que hoy
lidera Miguel Ángel Treviño Morales. Y mientras el exgobernador de Coahuila
Humberto Moreira sostiene que el asesinato de su hijo José Eduardo es una
venganza del Z-40, éste comienza a confrontarse con sus propios aliados.
“El procurador de Coahuila me dijo que el
asesinato de mi hijo fue una venganza por matar al sobrino del Z 40”, dijo
enfático el exgobernador Humberto Moreira el jueves 25 en una entrevista
radiofónica.
Y se soltó: la sola captura de los asesinos materiales no resuelve el crimen.
Ahora el poder del Estado mexicano está comprometido hasta que se capture a
Miguel Ángel Treviño Morales, quien es el virtual líder de Los Zetas desde que
elementos de la Secretaría de la Marina Armada de México (Semar) abatieron el
domingo 7 a Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, en un campo de beisbol en
Progreso.
“Esto no lo puedo aguantar. Yo no me había doblado, pero que maten a mi hijo,
eso no se puede aguantar. A mi hijo lo mataron en venganza por el asesinato del
sobrino del Z 40. Eso está claro”, reiteró Moreira.
El crimen de José Eduardo Moreira desencadenó una serie de acontecimientos en
la entidad, sobre todo porque ocurrió en medio del proceso de reconfiguración de
la organización criminal que ahora encabeza Treviño Morales. A las autoridades
les preocupa que, ante la caída del Lazca, los grupos que operan en el noreste
se lancen contra Treviño Morales.
Según la Semar, cuyos elementos siguen los pasos del Z-40, el capo podría ser
blanco del “fuego amigo” por parte de algunos zetas que se molestaron cuando uno
de los hermanos de Miguel Ángel, José Treviño Morales, fue detenido Estados
Unidos en junio pasado acusado de lavado de dinero a través de las empresas
Tremor Enterprises, Tremor Enterprises LLC, Zule Farms y 66 Land LLC. A los
sicarios les irritó saber que usaban los fondos de la organización criminal para
beneficio personal.
Desde principios de mes se inició la guerra contra El Z-40. En Monterrey,
Nuevo León, aparecieron varias narcomantas firmadas por Los Caballeros
Templarios, un grupo que hasta entonces no operaba en la capital regiomontana,
según admitió el vocero del Consejo de Seguridad estatal, Jorge Domene. “Sabemos
que todos estos acontecimientos son consecuencia de la caída del señor Lazcano”,
precisó el funcionario.
Esa misma organización colocó otras mantas en Guerrero, Guanajuato y
Michoacán con un mensaje explícito al Z-40:
“A todos los aliados e integrantes de Los Zetas, en especial a Miguel Ángel
Treviño, el Z-40, que se te olvidó toda la sangre de inocentes que han
derramado, realizando ataques en lugares públicos, entre otras cosas, todo por
su ambición, avaricia y hambre de poder, el cual quiere conseguir pasando por
encima del pueblo” (sic).
La muerte del Lazca provocó dudas y versiones contradictorias entre las
autoridades federales y estatales, una en particular según la cual El Lazca fue
“puesto” por miembros de su propio grupo.
Ese día, una llamada anónima alertó a los marinos sobre la presencia del
Lazca en un campo de beisbol en Progreso. Quien la hizo dio detalles sobre el
vehículo en el que iba el capo acompañado de varios pistoleros armados: una
camioneta Ford Ranger blanca de doble cabina.
En conferencia de prensa, el procurador estatal, Homero Ramos Gloria,
confirmó después que la Semar recibió datos precisos sobre la camioneta: “Al
llegar a un parque de beisbol que se encuentra en las inmediaciones (los
marinos) observaron sujetos en actitud sospechosa que circulaban en un vehículo
cuyas características son similares a las del que previamente había sido
reportado”.
Dijo que en el operativo de los marinos murió el conductor de la camioneta.
Un segundo hombre –El Lazca– descendió de la unidad e intentó huir, pero fue
alcanzado por las balas de los marinos, quienes estaban a 300 metros de
distancia.
La presencia del capo era un secreto a voces en el poblado de Sabinas, donde,
según los lugareños, tenía comprada a la policía.
En la entrevista radiofónica, Humberto Moreira insistió que Heriberto Lazcano
residía en Progreso, pues se había convertido en un “empresario” minero. “Ese es
el nuevo negocio del narco en Coahuila”, subrayó el exgobernador.
E insistió: “Se debe investigar a los nuevos mineros de la región carbonífera
de Coahuila. Hay empresarios que le compran el carbón a los
narcotraficantes”.
Y lanzó la acusación: Los “narcoempresarios” que hacen negocios con la
delincuencia organizada también son corresponsables de la muerte de José
Eduardo.
Un funcionario estatal, quien pidió omitir su nombre, asegura que las
autoridades federales sabían desde principios de año que Lazcano se movía como
pez en el agua en el circuito Monclova, Sabinas, Piedras Negras. Incluso, según
él, la madrugada del 22 de abril, cuando la Banda Jerez amenizaba una fiesta en
el Centro de Eventos de la Sección 38 del SNTE, realizaron un operativo en
Monclova para capturarlo.
Alrededor de la 1:30, cuando el convivio estaba en su apogeo, 300 efectivos
del Ejército y de la Semar irrumpieron en el local, mientras un helicóptero
sobrevolaba la zona. Detuvieron a 100 personas y a 17 integrantes de la banda.
Los militares aseguraron varios vehículos y armas de fuego, pero El Lazca
escapó, indica la fuente.
La Banda Jerez emitió un comunicado que anunciaba el concierto del 21 de
abril, al que incluso acudieron muchas familias con niños a disfrutar de su
música, cuando “sorpresivamente arribaron al lugar efectivos del Ejército, los
cuales se llevaron a 17 integrantes de la banda junto con meseros del evento y
los trasladaron a las instalaciones de la PGR”.
Tras rendir su declaración, decía el comunicado, “nos dejaron libres tras
cerciorarse de que no había delito que perseguir”. La Banda Jerez insistió en
que no tenía ninguna relación con el capo, aunque sus integrantes admitieron que
el 2 de febrero último, durante los festejos de la Patrona de Pachuca, Hidalgo,
tocaron en la iglesia que El Lazca mandó construir. Ahí, comentaron,
interpretaron un corrido dirigido al capo cuya letra dice: “Utilizando
estrategia al enemigo encarar y al gobierno darle guerra… Nunca lo verán
correr”.
La lucha por el noreste
La cabeza de Miguel Ángel Treviño Morales es cada vez más codiciada en el
noreste. Además de Los Caballeros Templarios, en la región lo buscan los
sicarios del Chapo Guzmán, sobre todo en las tres principales plazas
tamaulipecas antaño controladas por Los Zetas: Nuevo Laredo, Ciudad Victoria y
Mante.
A su vez, la Semar continúa diezmando a la organización en el norte de
Coahuila. El domingo 14 capturó a Miguel Ángel Rodríguez Díaz, alias El Metro
Alfa, jefe regional para Piedras Negras, Ciudad Acuña y Sabinas, donde operaba
Alejandro Treviño Mor
ales, alias El Z-42 u Omar, por cuya captura las
autoridades mexicanas ofrecen 30 millones de pesos.Las baterías de la Marina se centran ahora en el Z-40, quien ha perdido
eficacia al estar sobrexpuesto con los acontecimientos de las últimas semanas.
En el interior de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) algunos mandos
prevén una división en el interior de la organización, toda vez que, dicen, El
Z-40 carece de la experiencia militar del Lazca, lo que le permitió a él y a sus
allegados posicionar a Los Zetas como el segundo cártel del país.
El Z-40 empezó a encumbrarse a partir de 2004, cuando fue jefe de sicarios en
Nuevo Laredo, luego ascendió a jefe de plaza y en 2007 fue trasladado como
responsable del grupo en Veracruz. La muerte y detención de los fundadores del
grupo le permitió escalar hasta llegar al segundo puesto en la organización.
Él fue uno de los artífices del posicionamiento del Cártel del Golfo-Zetas en
Centroamérica, cuando estuvo al mando de los sicarios que eliminaron a varios
capos regionales, entre ellos a Juan José León, alias Juancho, en marzo de 2008
en Guatemala.
De acuerdo con la Policía Nacional Civil de ese país, Juancho fue emboscado
por un grupo de pistoleros mexicanos cuando se dirigía al balneario La Laguna,
Río Hondo, en el departamento de Zacapa. En el enfrentamiento cayeron Juancho y
su grupo, así como el mexicano Arturo Damián Casanova.
Tras la refriega, los uniformados detuvieron a tres tamaulipecos: Roberto
Rodríguez Cárdenas, de 28 años; Luis Ernesto Lugo, de 21 años, y Roberto de León
Gómez, quienes confesaron pertenecer a Los Zetas y estar al servicio del Cártel
del Golfo.
Uno de los sicarios que participó en la emboscada fue Daniel de Jesús
Elizondo Ramírez, alias El Loco, quien posteriormente escaló en la organización
hasta llegar a ser el jefe de la estratégica plaza de Cadereyta, Nuevo León,
hasta que fue detenido por tropas de la Sedena el 18 de mayo último. Según las
autoridades, fue él quien arrojó los 49 cadáveres descuartizados en una
carretera de Cadereyta la madrugada del 13 de mayo pasado.
Elizondo Ramírez declaró a los militares que El Z-40 encabezó el grupo de
sicarios que ejecutó a Juancho en Guatemala en marzo de 2008.
Las pugnas internas
Las desavenencias en el interior de Los Zetas comenzaron precisamente después
de los sucesos de Guatemala, en los que murió Arturo Damián Casanova. Iván
Vázquez Caballero, alias El Talibán, acusó al Z-40 de esa muerte y de haber
entregado a las autoridades a varios jefes regionales, como El Hummer, Enrique
Rejón Aguilar, El Mamito, y El Tatanka para quedarse al frente de la
organización.
Los ataques contra El Z-40 se avivaron en las últimas semanas, cuando
aparecieron en Nuevo Laredo varias narcomantas en las que se acusaba al Z-40 de
entregar a las autoridades al Talibán y a Mauricio Ramírez Tamez, alias El
Diamante, este último detenido el miércoles 10.
Días después, un grupo de zetas decidió abandonar la organización para crear
el nuevo cártel de Los Legionarios, lo que representa el primer revés para
Miguel Ángel Treviño Morales: “Los Legionarios somos un grupo de zetas renegados
que fuimos traicionados por Z-40”, según la proclama del nuevo grupo.
Sus integrantes relatan que estuvieron bajo las órdenes de El Talibán, El
Mamito, uno de los fundadores de Los Zetas, y otro comandante al que apodan El
Pegui, quienes, aseguran, fueron traicionados por Treviño Morales y entregados a
la Policía Federal.
“Los Legionarios tenemos claramente la orden de exterminar sólo a la gente de
Los Zetas y familias… OJO X OJO”, decía la proclama de Los Legionarios, quienes
aseguran que tienen bases en San Luis Potosí, Zacatecas, Monterrey y Nuevo
Laredo. “Nuestro negocio es el narcotráfico, sólo y exclusivamente, respetamos a
las fuerzas federales y la lucha que hacen para terminar con el narco”, concluye
el texto.
Según ellos, ya eliminaron a ocho “lacras” e insisten en que terminarán con
la gente del Z-40, así como a los policías federales que lo protegen.
De acuerdo con un oficial de la IV Región Militar consultado por Proceso, las
pugnas intestinas se intensificaron tras la captura de José Treviño Morales y su
esposa en Oklahoma, quienes usaban los fondos de la organización para beneficio
personal.
El periodista británico Ioan Grillo, autor del libro El narco, sostiene que
es predecible una agudización de la narcoguerra por la división de Los
Zetas.
“La ruptura podría generar violencia extrema pues ellos controlan 17 estados,
tienen muchas células, mucha gente y gran armamento. Cuando se fracturan los
cárteles hay más violencia. Así pasó cuando se dividió el cártel del Chapo
Guzmán y cuando Los Zetas se escindieron del Cártel del Golfo”, comenta a
Proceso.
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