La vida, andanzas y tragedia del clan
Treviño
27 de octubre de
2012
Una vez que los gobiernos de México y de Estados Unidos declararon muerto
a Heriberto Lazcano, el liderazgo de Los Zetas pasó a Miguel Ángel Treviño
Morales, el Z-40, La
Mona o El Muerto. Pertenece a una extensa familia
de Nuevo Laredo, Tamaulipas, integrada por 13 hermanos, de los cuales por lo
menos seis han estado involucrados en el narcotráfico en los últimos 15 años. En
documentos de inteligencia de ambos países y expedientes de cortes
estadunidenses, Proceso encontró
datos reveladores sobre la vida, las actividades delictivas y la tragedia que
envuelven al clan Treviño.
El Z-40 nació el 28
de junio de 1973 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, bastión de Los Zetas desde hace
más de una década. Sus padres son Rodolfo Treviño, quien ya tenía 49 años cuando
Miguel Ángel nació, y María Arcelia Morales, entonces de 34.
La pareja Treviño Morales procreó una extensa familia: Juan Francisco
alias Kiko Ozuna (1955), Arcelia, Chelo (1957), Irma (1959),
Alicia (1961), Rodolfo (1963), María Guadalupe (1964), José (1966), Ana Isabel
(1968), Jesús (1970), Miguel Ángel (1973), Oscar Omar, Alejandro o
el 42 (1976), Cristina (1978) y Adolfo (1980).
De acuerdo con información de agencias gubernamentales de inteligencia, tanto
mexicanas como estadunidenses, hasta 2007 María Arcelia Morales estaba viva;
ahora tendría 74 años. Residía en Nuevo Laredo, contaba con pasaporte para
visitar de forma legal a algunos de sus hijos y nietos que viven en Estados
Unidos y tenía a su nombre una camioneta Lincoln Navigator.
La historia de los Treviño en el crimen inició hace 19 años, con Juan
Francisco, alias Kiko Ozuna, el primogénito de la pareja Treviño
Morales.
El 29 de diciembre de 1993, en una revisión al azar realizada por el servicio
de aduanas de Estados Unidos, el vehículo de Juan Francisco fue detenido y él
negó en dos ocasiones que llevara más de 10 mil dólares en efectivo. Al buscar
en el auto se encontraron 47 mil 984 dólares, que le fueron confiscados.
Ese año la DEA y la Patrulla Fronteriza habían emprendido una investigación
sobre tráfico de toneladas de mariguana de Nuevo Laredo a Texas, pero sólo
tenían algunas piezas del rompecabezas. De acuerdo con el expediente criminal
3:95-CR-189-R, radicado en la corte de distrito norte de Texas y del cual se
tiene copia, en octubre de 1994 el gobierno de Estados Unidos acusó formalmente
a Juan Francisco Treviño, a otro Treviño de nombre Armando –se desconoce si es
su familiar–, a Abraham Padilla (Benny), Abel López, Fernando
Quiroz (Vanna), Hipólito Ortiz (Polo), Oscar
de León (Pelón), y Edel Isaac, de asociación delictuosa por
poseer más de mil kilogramos de mariguana con intención de distribuirla. En ese
momento, Miguel Ángel Treviño Morales tenía sólo 21 años.
El 18 de octubre de 1994 Juan Francisco Treviño, Armando Treviño y Pedro
Sánchez comparecieron ante un funcionario judicial y, con base en la ley
vigente, pidieron un juicio rápido que debió llevarse a cabo en los setenta días
posteriores a que voluntariamente se presentaron ante la justicia.
El 26 de mayo de 1995 Juan Francisco presentó una moción para que se
desecharan los cargos en su contra por no habérsele enjuiciado de manera
expedita. El 15 de junio de 1995 un tribunal de primera instancia celebró una
audiencia y desestimó los cargos que se le fincaron en octubre de 1994.
Kiko Ozuna pensó que saldría inmediatamente de prisión. No contaba
con que días antes, el 7 de junio, la fiscalía había iniciado una nueva
acusación contra él por otra conspiración para distribuir más de una tonelada de
mariguana en territorio estadunidense. Mientras esperaba el juicio expedito, la
DEA obtuvo pruebas suficientes para incriminarlo. Como en la mayoría de los
casos, la agencia lo consiguió a través de cómplices que se acogieron al
programa de informantes y testigos protegidos. Esas declaraciones hundieron por
completo a Juan Francisco.
Everardo Ramírez, presentado por la fiscalía como testigo del gobierno,
declaró en la corte que un sujeto de apellidos Tovar Ozuna le presentó a Juan
Francisco Treviño, quien le ofreció empleo. El trabajo consistía en transportar
mariguana de Nuevo Laredo a Dallas. El primer deber de Ramírez era almacenar la
hierba en su casa durante varios días y luego llevarla a la casa de Pablo de
Luna.
“Al siguiente mes, a petición de Tovar Ozuna, Ramírez estuvo de acuerdo en
almacenar y entregar mariguana que iba a ser transportada a Dallas. El trabajo
de Tovar para Juan Treviño era cruzar la mariguana por el río (Bravo) a Ramírez.
A su vez, Ramírez la llevaba a casa de Pablo de Luna, donde era almacenada y
luego transportada a través de una empresa de la frontera”, señala el expediente
judicial.
Ramírez declaró que había participado en el tráfico de mariguana de Nuevo
Laredo a Dallas cerca de tres veces al mes durante año y medio. Añadió que la
mayor carga de droga que almacenó fue de 600 libras (272 kilogramos) y que en
territorio estadunidense transportaban la droga en camionetas Suburban que
utilizaban los caminos privados de un rancho de gran extensión para eludir los
controles policiales. Frank Staggs, el dueño del rancho, declaró que el cuidador
de su propiedad era Armando Treviño.
Everardo Ramírez también declaró que iba a encontrarse en un hotel de Dallas
con José Treviño Morales, hermano de Juan Francisco, quien se encargaría de
pagarle por sus servicios. El gobierno de Estados Unidos se tardó años en
detectar y frenar las actividades delictivas de José, quien 17 años después
resultó ser la cabeza de la red de lavado de dinero de Los Zetas en ese país a
través del negocio de los caballos de carreras cuarto de milla.
Otro delator clave fue Joe Chávez, quien trabajaba para Kiko Ozuna.
En diciembre de 1993 se acercó al agente especial de la DEA Armando Ramírez para
ofrecerse como informante. “Él tenía la sensación de que esta cosa (la red
delictiva) iba a derrumbarse”, se señala en el expediente judicial. El 24 de
enero de 1994 Joe dio el pitazo al agente especial de la DEA sobre un cargamento
de mariguana que se iba a entregar en Dallas el 26 de enero. El agente Ramírez,
encubierto, ayudó a Joe Chávez a cargar más de 463 kilos de mariguana en una
Suburban anexa a una casa móvil, en Laredo.
Cuando el cargamento llegó a Dallas ya los esperaban unos agentes, que
arrestaron a Riky Treviño y Abel López. “Chávez declaró que la mariguana
confiscada estaba destinada o pertenecía a Juan Francisco Treviño Morales”, se
afirma en los documentos de la corte. Eso fue suficiente para que el mayor de
los hermanos Treviño perdiera toda ilusión de salir de la cárcel.
El 1 de diciembre de 1995 Kiko Ozuna fue condenado a 22 años de
prisión, que se cumplen en 2017, cuando él tenga 62 años. Fue recluido en un
centro penitenciario cercano a Laredo y, de acuerdo con la sentencia, al salir
tendrá una libertad supervisada durante cinco años “en condiciones normales y
con cuatro condiciones adicionales”.
Juan Francisco Treviño Morales sigue en prisión. Su hermano menor, Miguel
Ángel, siguió sus pasos y lo superó, hasta convertirse en el líder de una de las
organizaciones criminales más poderosas del continente: Los Zetas, a la que el
año pasado el gobierno de Barak Obama calificó de “amenaza global” comparable
con la Camorra de Italia, los Yakuza en Japón y el Círculo de los Hermanos en
Rusia.
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