Ahora que se da como un hecho oficial la muerte de
Heriberto Lazcano, El
Lazca, la jefatura de Los Zetas recaerá en Miguel Ángel Treviño Morales, El
Z-40, siempre que éste pueda controlar a los grupos que lo consideran un
traidor. Aparentemente las dificultades para él ya comenzaron: Matamoros –nido
zeta– fue un caos de combates y bloqueos el fin de semana, señal de posibles
reacomodos. Por otra parte, el desaseo de la Marina en torno a las
circunstancias en las que presuntamente fue abatido el líder histórico del
grupo mafioso, así como el vergonzoso robo del cadáver, son tan burdos que
muchos especialistas –y la sociedad– dudan que en verdad El Lazca haya
muerto.
Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca,
oficialmente ya no existe.
Su anunciado sucesor, Miguel Ángel Treviño
Morales, El Z-40, tendrá que sumar a los seguidores que quedan de
aquél o acabar con ellos para redefinir a la organización delictiva. Los
expertos dudan que pueda cumplir alguna de esas dos misiones. La única certeza
que tienen es que la reestructuración traerá más violencia, como ha ocurrido
tras la caída de otros capos.
Treviño carece de la formación militar de El
Lazca. Comenzó robando vehículos y autopartes en Estados Unidos; aun
así, único civil entre los fundadores de Los Zetas, ascendió al liderazgo sólo
por estar cerca de Lazcano.
Si a El Lazca lo apodaban
también El Verdugo por sus métodos violentos, Treviño lo supera en
estas lides. Y su hermano Omar, El Z-42, más.
“En esa relación Lazcano era el estratega”, dice
una fuente oficial de seguridad. La permanencia de El Z-40 en
Los Zetas le ha permitido conocer la estructura y operación de distintas
organizaciones, principalmente del cártel del Golfo (CDG) y de La Familia
Michoacana. Formó parte del brazo armado de aquélla y a la segunda le dio
entrenamiento.
Fue uno de los consolidadores de Los Zetas como
cártel con presencia más allá de México. Estados Unidos lo tiene como uno de
sus objetivos a encarcelar. En tribunales federales de Texas y Washington se le
siguen juicios por tráfico de cocaína y mariguana y por lavado de dinero, igual
que al Z-42. Otro de sus hermanos, José, fue detenido en junio pasado
en Oklahoma, acusado de lavar dinero con la compra de ranchos y caballos de
carreras.
La justicia estadunidense tiene el historial de El
Z-40 como operador en el tráfico de droga y de lavado de dinero y
además como responsable de la compra de autoridades federales y estatales,
civiles y militares de México.
Entre las relaciones que se le atribuyen destaca
la de jefes y oficiales de la Marina con quienes supuestamente coordinó
detenciones de hombres de confianza del Lazca, del que al parecer ya
estaba distanciado.
Una de las fuentes consultadas por Proceso
describe a Treviño como un hombre grueso, de bigote y cabello corto y que suele
vestir camisetas tipo polo, pantalones de mezclilla y tenis. Uno de sus
refugios es la casa de su abuela en Piedras Negras, Coahuila.
Un teniente coronel retirado –quien combatió al
narcotráfico desde la Operación Cóndor en los setenta– considera que en los
próximos días se definirá si el grupo se divide o si El Z-40
mantiene el control. “Se verá si las facciones zetas de San Luis Potosí,
Zacatecas y Nuevo León se someterán a las órdenes de Treviño”, dice.
Lo que confirmaría esta eventualidad sería la
aparición de “narcomantas” acusando a El Z-40 de haber
traicionado a Salvador Alfonso Martínez Escobedo o Carlos García, La
Ardilla –uno de los hombres más cercanos al Lazca y quien fue
detenido un día antes de la muerte oficial de su jefe– para quedarse al frente
del cártel.
Por lo pronto Los Caballeros Templarios, escisión
de La Familia Michoacana, ya le declaró la guerra en mantas que colocó en Michoacán,
Guanajuato, Guerrero y el Estado de México después de la anunciada muerte de El
Lazca. Días antes ya habían advertido que llegarían hasta Nuevo León,
zona zeta, para enfrentar a Treviño.
Otro posible derrotero para Los Zetas es que la
captura de La Ardilla, Iván Velázquez Caballero, El Talibán y
la muerte del Lazcano dejara muchas células sueltas y que éstas “se vayan por
la libre”, como ocurrió en Monterrey después del atentado al casino Royale.
Las células sueltas de Monterrey pronto se
convirtieron en grupos autónomos y como consecuencia se redujeron en esa ciudad
los delitos de alto impacto, las matanzas y los enfrentamientos, pero se
dispararon los secuestros y las extorsiones.
Hace cinco años Nuevo León tenía en promedio uno o
dos secuestros por año. Ahora, según las estadísticas del Consejo de Seguridad,
hay al menos 25 plagios y levantones al mes. En el último año el ejército y la
Agencia Estatal de Investigaciones han desarticulado 165 bandas de
secuestradores y detenido a unos 12 mil delincuentes, muchos de ellos ex miembros
de Los Zetas y del CDG.
No hay comentarios:
Publicar un comentario