Mientras casi toda la izquierda latinoamericana sostiene que el imperialismo quiere tumbar a Gadafi, lo cierto es que los ingresos derivados del petróleo siguen ingresando diariamente a la economía libia. Y el imperialismo no embargó las cuentas del Fondo Soberano de Libia en las multinacionales europeas. Y además no impuso el cierre del espacio aéreo.
Por otro lado no hay muchos indicios de que la ayuda a la oposición asentada en Bengasi haya sido efectiva. Queda claro que los sectores opositores no son homogéneos, hay allí monárquicos y proimperialistas junto a fuertes sectores revolucionarios democráticos. A pesar del fuerte desintérés de los países del ALBA por la suerte de los comités populares, éstos se oponen al avance sobre Trípoli y siguen convocando al alzamiento popular en todo el país. Estados Unidos desconfía de la "anarquía" que reina en la oposición y prefiere que Gadafi retome el control del país. El ALBA y Estados Unidos pregonan con distinto discurso la misma salida: la reasunción de Gadafi y la negociación con la oposición armada. En ese escenario, Estados Unidos podría imponer sus condiciones: ingresar al negocio petrolero en Libia. Parece una reedición de los viejos acuerdos de Suez, cuando Estados Unidos ayudó a expulsar a Francia y Gran Bretaña del Medio Oriente a cambio de su propio ingreso. Episodio que fue a su vez la eterna repetición de la estrategia aplicada en la guerra contra España a fines del siglo XIX, cuando Estados Unidos descubre la posibilidad imperialista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario