viernes, 4 de enero de 2019

GEOPOLÍTICA DE LA FRAGMENTACIÓN


Geopolítica de la fragmentación, una sociedad nueva en un mundo viejo
Miguel Angel Barrios y Norberto Emmerich

El año que se inicia preanuncia una economía mundial en desaceleramiento, principalmente por la tensión comercial global más la suba de tasas y la caída del impulso fiscal generado por el recorte de impuestos en Estados Unidos. El desgaste comercial también afecta a China cuya tasa de crecimiento caerá al 6.2%, la más baja de los últimos 28 años, obligándola a sostenerse en el consumo interno y el aumento del déficit fiscal. Con un magro crecimiento del 1.7%, América Latina sentirá el impacto de la crisis.
Sin embargo estos bajos indicadores de crecimiento económico reflejan más las posturas anquilosadas de los decisores políticos que las dinámicas productivas de las sociedades nacionales. La renuncia del secretario de Defensa americano Jim Mattis carga de incertidumbre la postura estadounidense ante sus desafíos globales con Irán, Corea del Norte y su repliegue en Siria. El “shutdown” del gobierno por el desacuerdo sobre la construcción del muro con México es una muestra del bajo grado de responsabilidad alcanzado en la cima de los problemas mundiales. El manejo de la crisis de los “chalecos amarillos” en Francia no merece mejor opinión, ya que reducir el impuesto a las rentas de capital, desaparecer el impuesto a las grandes fortunas y aumentar el impuesto a los combustibles es una forma muy desacertada de implementar la defensa del medio ambiente.
En el otro lado del tablero mundial los avances tecnológicos en manos de una generación de grandes emprendedores, han hecho del conocimiento el nuevo “dinero” global y han cambiado la dinámica evolutiva del tiempo. Mediante el uso de la creatividad más que del dinero, la centralidad en la innovación coloca a ciertos segmentos sociales en una autopista diferente, sin compromisos con el pasado y sin debate público. Las startups que proliferan en los diferentes Sillicon Valley del mundo no esperan regulaciones favorables ni subsidios estatales para implementar programas y lanzar productos al mercado.
Entre el furibundo proteccionismo comercial y político por un lado y la rauda penetración en el futuro por el otro, el Estado nacional se defiende con amenazas de guerra clásica soberana y las sociedades huyen de la incertidumbre y la pobreza generalizada apelando al orden dictatorial en la política y la creatividad innovadora en la economía.
Un progreso que más avanza cuanto más retrocede es la convocatoria a una geopolítica de la fragmentación, donde conviven el alto desarrollo tecnológico con los rasgos más atrasados del orden social.
La caravana migratoria, muy lejos de los anuncios publicistas de “guerra híbrida”, decantó en un tema de seguridad interior mexicana, convirtiendo al país en la oficina trasera de la burocracia migratoria americana. Lo mismo sucede con las amenazas sobre los recursos naturales de la Triple Frontera, más a cargo de los sicarios del PCC y sus franquicias locales que del Comando Sur. En la guerra del litio entre Argentina, Bolivia y Chile no hay agresión externa y la resolución queda al arbitrio de la capacidad comercial de cada país. En la política internacional actual la dilución de la politicidad ya no es una sorpresa y la tercerización de la política exterior estadounidense en manos de sus agentes latinoamericanos se torna más habitual. La política migratoria pro americana ejecutada por México, la entrega "soberana" del Amazonas a las inversiones mundiales, la gestión criminal de la Triple Frontera por parte del PCC, la gendarmerización de la Patagonia argentina y el lamentable rol del Grupo de Lima son los ejemplos más notorios. En estos tiempos fragmentados Estados Unidos necesita un menor uso de las intervenciones directas, lo que implica un costo menor en el ejercicio de una soberanía mundial desgastada.
Crecen los déficits fiscales y los gastos en armamentos, mientras América Latina debilita sus políticas de integración y demora eternamente la formación de una masa crítica sustentadora de proyectos que fortalezcan la creación de riqueza.
En los cuatro puntos cardinales del mundo todas las miradas se vuelcan hacia el interior, donde crecen la falta de confianza de los consumidores y los ciudadanos hacia sus respectivos gobiernos, incapaces de conducir y conducirse. En un mundo sin rumbo fijo, la fragmentación de las unidades políticas y la pérdida del sentido de pertenencia a una misma comunidad son inevitables.

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