miércoles, 24 de abril de 2013

BRASIL, INFLACION Y DESACELERAMIENTO

La economía brasileña es acosada por la inflación y la desaceleración de la producción
Por Bill Van Auken
23 Abril 2013
http://www.wsws.org/es/articles/2013/apr2013/spa1-a23_prn.shtml

IBGE, la agencia de estadísticas de Brasil, anunció que la tasa de inflación del país se ha disparado hasta atravesar el límite puesto por el gobierno el mes pasado, alcanzando 6.59% en los últimos 12 meses. Esta ha marcado la primera vez desde Noviembre del 2011 que la tasa ha excedido el límite al que el gobierno apunta.
La subida de la inflación ha sido causada por un fuerte incremento en el precio de la comida y otros artículos de consumo, con la clase trabajadora y los pobres brasileños recibiendo un mayor impacto que las cifras oficiales sugieren.
En comparación con el año pasado, el precio de los tomates y las papas casi se duplicaron, mientras que el arroz ha subido 30 por ciento y los frijoles casi 28 por ciento.
Subrayando el incremento de los precios de comida se encuentra tanto la especulación de mercancías y la concentración cada vez mayor del sector agricultura en las manos de agronegocios que producen mercancías para la exportación -principalmente soya- en vez del mercado de consumo doméstico.
El ministro de finanzas brasileño Guido Mantega respondió a las últimas cifras declarando que la inflación es "dañina a toda la economía entera" y de que el gobierno "no escatimará esfuerzos para que la inflación no sea propagada".
Las cifras de inflación son malas noticias para el gobierno del Partido de los Trabajadores de la presidenta Dilma Rousseff, el cual busca utilizar los recortes a los impuestos y las bajas tasas de interés para estimular al crecimiento casi estancado de Brasil, cuya economía de $2.2 trillones está proyectada en convertirse en la quinta más grande del mundo en el año 2015.
Los economistas predicen que la tasa de inflación obligará al banco central de Brasil a levantar las tasas de interés de su récord bajo de 7.25 por ciento a 8.5 por ciento.
Brasil ha establecido repetidos recortes a las tasas de interés desde Agosto del 2011 para dar marcha atrás a la descendiente producción industrial, la cual el año pasado cayó por más del 20 por ciento y continuó hacia abajo en los primeros meses de este año. El producto bruto interno, mientras tanto, se alzó con un anémico 0.9 por ciento en el 2012, el más bajo de las llamadas naciones emergentes del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
La caída del crecimiento ha sido atribuido a una fuerte caída tanto en las inversiones extranjeras como domésticas así como una estrepitosa caída en la tasa de crecimiento de comercio con China, el principal socio comercial de Brasil y mayor inversionista extranjero. El mineral de hierro, el acero y la soya conforman casi el 80 por ciento de las exportaciones de Brasil a China, y la caída de los precios de las mercaderías han golpeado duro debido a que el propio crecimiento económico de China ha caído a su nivel más bajo desde 1999.
Brasilia se encuentra iniciando negociaciones formales con la Unión Europea este verano para alcanzar un acuerdo de libre comercio cuyo objetivo es bajar su dependencia a China-. El gobierno de Rousseff ha buscado implementar una serie de medidas que tienen como objetivo incrementar las inversiones y el crecimiento a través del desarrollo del mercado doméstico, pero al parecer con pocos resultados. Previas iniciativas habían incluido tasas de interés baratas, duros impuestos a las transacciones financieras para detener la afluencia especulativa de capital de inversiones extranjera, imponer recortes a la tasa de electricidad -principalmente para beneficiar los sectores de minería e industria- e intervenciones repetidas para ajustar la tasa de interés de Brasil.
Desde que tomase el poder a comienzos del 2011, Rousseff ha abogado las privatizaciones, particularmente en el sector de la transportación, incluyendo los aeropuertos, los puertos, las carreteras y las vías férreas y dirigido recortes de impuestos a los negocios, mientras que al mismo tiempo toman un abordaje confrontacional y de línea dura, como la que mostraron a una huelga masiva de unos 400,000 empleados federales el pasado Agosto.
Se reporta que Rousseff mantiene reuniones regulares con los principales ejecutivos de negocios brasileños y organizando "foros de CEOs" en Palacio do Planalto, el palacio presidencial brasileño, para poder adaptar mejor las políticas de su gobierno a los intereses lucrativos de la aristocracia financiera del país.
Entre las últimas iniciativas del gobierno, anunció a comienzos de mes que extenderá rebajas de impuestos a la nómina a 14 sectores más de la economía: incluyendo construcción, ingeniería, vías férreas y navíos (shipping). Previamente, tales rebajas de impuestos eran otorgados a la industria automotriz y manufacturadoras de bienes duraderos. Se espera que las nuevas concesiones otorguen unos $2.7 mil millones en ingresos federales.
Después de una década en el poder, los primeros ocho de ellos bajo el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, un ex sindicalista de los trabajadores metalúrgicos, las políticas económicas centrales del Partido de los Trabajadores (Partido dos Trabalhadores-PT) son completamente pro-capitalistas y mayormente forman parte de la continuidad de la llamada agenda neo-liberal introducida por previos gobiernos.
Al mismo tiempo, han buscado calmar el malestar social con programas de asistencia social mínimos, el principal siendo la "bolsa familia", que provee un pequeño sueldo de dinero para las familias más pobres en el país.
Aunque el gobierno se jacta de que estas políticas han elevado por encima de la pobreza a 40 millones de brasileños, esta es una cuestión de ser elevado por un poco encima de los límites de la pobreza, algo que la inflación sostenida puede erosionar rápidamente.
Cada vez más, los sectores capitalistas de Brasil insisten con que la única manera de restaurar el crecimiento es bajar los costos, lo que significaría recortar los salarios y los beneficios sociales para los trabajadores brasileños. Semejante curso inevitablemente pondrá al llamado Partido de los Trabajadores en una confrontación directa con la clase trabajadora brasileña.
Hay señales crecientes de que la combinación de inflación y estancamiento económico están creando las condiciones para semejante choque.
En la ciudad sureña de Porto Alegre, una serie de protestas que han incluido confrontaciones directas entre los manifestantes y la policía militar erupcionaron en respuesta a un intento de aumentar los pasajes de buses. La última de estas manifestaciones el 1 de Abril mostró al menos a 6,000 estudiantes y trabajadores paralizando las calles de la ciudad. Poco después, una corte intervino con un mandato judicial bloqueando el aumento de pasajes.
Y en el noroeste del país, en la región Amazonas, el gobierno de Rousseff envío tropas armadas para reprimir una huelga de unos 25.000 trabajadores que construyen el complejo hidroeléctrico del Río Madeira. La unidad militar de la Força Nacional fue desplegada bajo pretexto de que previas huelgas habían llevado a violentas confrontaciones.
"El objetivo es asegurar la seguridad del pueblo, la propiedad y el mantenimiento del orden público, proteger las obras de infraestructura de las plantas", decía una declaración de Brasilia. Los proyectos están siendo construidos por los conglomerados de construcción Camargo Correa y Odebrecht; ambos han forjado lazos cercanos con el gobierno del PT.
Las compañías han empezado a despedir a los trabajadores. Más de 450 fueron despedidos el sábado pasado, el ejército los obligó a entregar sus insignias de identificación".
Aparte de luchar por la mejora de sueldos y condiciones, los trabajadores exigen la desafiliación de su sindicato, al cual acusan de no haber apoyado su lucha.

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