Un cambio cualitativo en la crisis del capitalismo mundial
Por Nick BeamsLa reciente degradación de la calificación crediticia de los Estados Unidos el pasado viernes significa que el 5 de Agosto del 2011 será reconocido como uno de los puntos de cambio claves en la histórica crisis del capitalismo estadounidense y mundial junto con el 15 de Setiembre del 2008, el día del colapso de Lehman Brothers, y el 15 de Agosto de 1971, el día en que el presidente Nixon retiró el respaldo en oro del dólar estadounidense.
Estas tres fechas están conectadas causalmente por una cadena de eventos que registra el declive histórico del capitalismo estadounidense, y con ello, todo el orden capitalista global.El motivo de corto plazo para la degradación por parte de Standard and Poor's fue anunciado por la agencia calificadora de riesgo citando: una insatisfacción con la cantidad de recortes a Medicare y otros programas de ayuda social anunciados en el acuerdo entre la administración Obama y el Congreso.
La degradación fue seguida por una histeria en los mercados bursátiles internacionales debido a los rumores que se esparcieron en los círculos financieros sobre degradaciones de créditos a otros países—Francia fue uno de los mencionados—y el colapso de los principales bancos.
La decisión de la Junta de la Reserva Federal de EE.UU. de continuar su política de tasa de interés ultra-bajas por lo menos otros dos años—una propia admisión de que sus políticas habían fallado y que no había ningún prospecto para la "recuperación" en la economía estadounidense—impulsó a los mercados por un día antes que otros 500 puntos cayesen ayer en Wall Street.
A pesar de que las caídas en el mercado accionarios fueron provocadas, por lo menos en parte, por la degradación de S&P, la misma decisión de la calificadora fue el resultado de profundos procesos históricos que se ven reflejados en la creciente turbulencia financiera. Subrayando el caos del mercado se encuentra el irreversible y prolongado declive en el poderío económico de los Estados Unidos, el cual jugó el rol clave en estabilizar al capitalismo mundial después de la Segunda Guerra Mundial.
Visto así, la disminución de la calificación de crédito de los EE.UU. no es simplemente un fenómeno estadounidense. Es una expresión concentrada de la crisis del orden capitalista global.
La primera señal vital del declive estadounidense se dio exactamente hace 40 años, cuando el presidente Nixon apareció en televisión la noche de un domingo para anunciarle al mundo que de ahora en adelante los EE.UU. no cumplirían sus compromisos bajo el tratado de Bretton Woods de 1944 para canjear los dólares estadounidenses circulando por el resto del mundo por oro al precio fijo de 35 dólares por onza. La decisión quebrantó el sistema de intercambio fijo de dividas que había desempeñado un rol tan decisivo en revivir el comercio y las inversiones globales después de la devastación de la década de 1930.
La causa inmediata de la decisión fue el desarrollo de un déficit comercial estadounidense. Pero el déficit mismo fue el resultado de un problema más fundamental en el sistema de Bretton Woods que había sido notado en la década previa por el economista belga Robert Triffin. Este había señalado que en condiciones en las cuales los dólares estadounidenses funcionaran efectivamente como moneda mundial, el mantenimiento de liquidez internacional dictaba la necesidad por una salida de dólares desde los EE.UU. Pero esa misma salida y la acumulación de bienes en dólares fuera de los EE.UU., muy por encima de sus valores en oro, minaban efectivamente la fundación del sistema de Bretton Woods: el compromiso de los Estados Unidos de canjear dólares por oro.
La eliminación del respaldo de oro no eliminó el rol del dólar como la moneda de reserva global. Pero sí significó que el sistema monetario internacional había perdido su ancla y se volvería cada vez más volátil. Aquella inestabilidad fue reflejada en una serie de tormentas financieras: la caída del dólar estadounidense en 1979, lo que llevó a la imposición de alzas de tasas de interés récord por el presidente de la Reserva Federal Paul Volcker; la crisis de la deuda Latino Americana a comienzos de los 1980; y el colapso global de los mercados bursátiles en octubre de 1987, producido, por lo menos en parte, por las diferencias entre las autoridades de EE.UU. y Alemania sobre las políticas de las tasas de interés.
En respuesta al colapso de 1987, el recién nombrado jefe de la Junta de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, instituyó la política que se desplegaría de ahora en adelante: cualquier crisis financiera sería confrontada por el Banco Central mediante el suministro de dinero barato para las principales instituciones y bancos financieros.
A pesar de que esta política ayudó a estimular el crecimiento de la economía estadounidense por los próximos 20 años, lo hizo promoviendo formas cada vez más parasíticas de acumulación. El capitalismo estadounidense había llegado a la preeminencia global sobre la base de su producción industrial y los grandes avances que facilitó en la productividad del trabajo. Ahora la industria estaba siendo destruida y externalizada mientras que el financiamiento reemplazó a la producción como fuente principal de ganancias, un proceso que asumió formas grotescas en las burbujas de vivienda y sub-prime (las hipotecas basura).
Incluso cuando la economía estadounidense experimentó expansión durante los 1990 y en la primera década del nuevo siglo, este mismo crecimiento ocultó una contradicción cada vez más profunda: la moneda de la reserva mundial, el dólar, era la moneda de la nación más endeudada del mundo. Esto jamás había ocurrido antes en la historia del capitalismo mundial.
En las décadas previas al estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914, la economía global reposaba sobre la libra británica. La libra esterlina era efectivamente tan buena como el oro porque Gran Bretaña era el principal suministrador de capital para el resto del mundo. Aunque había sido superado como "el taller del mundo", era aún el principal financiero del mundo, tanto por el rol global de sus bancos y casas financieras, como también por los amplios recursos financieros que era capaz de extraer de sus colonias, sobre todas la India.
La primera guerra mundial asestó un gran golpe a la posición financiera británica de la cual nunca pudo recuperarse. Debido a la ausencia de una moneda que pudiese funcionar como moneda mundial, el sistema financiero internacional se desintegró en el período entre las guerras y la economía mundial se fracturó entre bloques de comercio y moneda rivales. Sólo con el surgimiento del rol dominante global de los EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial se estableció un nuevo sistema financiero internacional.
Este sistema hoy se encuentra en un estado avanzado de desintegración como resultado de la decadencia y putrefacción de su pilar central, la economía estadounidense.
El significado de la degradación del crédito ha sido descartado por algunos comentaristas debido a que, en las palabras de Greenspan existe "cero probabilidades" de moratoria porque los EE.UU. "siempre pueden imprimir dinero" para pagar sus deudas. Una perspectiva tan ignorante como esta pasa por encima el hecho de que incluso antes de que la cuestión de una moratoria estadounidense surgiera (y dada la moratoria del 15 de Agosto de 1971 tal evento puede tomar lugar antes de que lo que muchos puedan imaginarse) la decisión socava aún más el sistema financiero global.
El capitalismo mundial se encuentra operando ahora sin un sistema monetario estable. Bajo el capitalismo, el dinero tiene que desempeñar dos funciones principales: como un medio de intercambio y como depósito (medida) de valor. Ambas de estas funciones están siendo completamente quebrantadas por la continua devaluación del dólar estadounidense, lo cual conlleva consecuencias de largo alcance.
El impacto en su función como medio de intercambio se ve reflejado en la subida de precios en los productos básicos que se intercambian globalmente como la comida y el combustible, lo cual lleva a la inflación por todo el mundo, sobre todo en los denominados países menos desarrollados, provocando una erupción de la lucha de clases como puede verse tan claro en el Medio Oriente.
Asimismo, la función de depósito de valor está siendo socavada debido a que el dólar está cayendo en contra de todas las principales monedas como resultado de las políticas de dinero barato del Fed. No es de extrañar que las autoridades chinas, que tienen más de $1.2 billones invertidos en la deuda estadounidense, estén demandando que las autoridades monetarias estadounidenses pongan a la moneda bajo control. Cada día que cae valor de los activos financieros chinos invertidos en los mercados estadounidenses, trae más de cerca al momento en que estas pérdidas impacten a la estabilidad del ya frágil sistema financiero y bancario chino.
Las autoridades chinas han vuelto a llamar por el establecimiento de una nueva moneda de reserva global, no vinculada directamente a los EE.UU. o a cualquier otra moneda nacional. Pero tal como el destino del euro confirma, hoy siendo desgarrado por rivalidades nacionales y conflictos entre los poderes de la eurozona, no existe ningún prospecto para tal desarrollo. Ninguna moneda, agrupamiento de monedas o síntesis de monedas puede reemplazar al dólar como moneda mundial.
No hay ningún conjunto de políticas económicas o mecanismos que puedan resolver la crisis presente. La experiencia histórica señala al retorno, y de una forma incluso más explosiva, a las condiciones de los 1930.
En aquel tiempo, el mundo se fracturó en bloques económicos rivales, llevando a la guerra mundial, la más destructiva en la historia. Hoy, mientras ese pronóstico se vislumbra una vez más, la clase trabajadora debe intervenir. El caos del sistema capitalista y los peligrosos que plantea al futuro de la humanidad—la pobreza masiva, la depresión y la guerra—deben terminar a través de la toma de poder político por la clase trabajadora y el derrocamiento del sistema capitalista a través del establecimiento del socialismo internacional. El cumplimiento de esta perspectiva requiere la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional como el partido mundial de la revolución socialista.
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