Emitido el sábado 27 de noviembre por la FM 93.3, la radio comunitaria de la Universidad de Guelph, en Ontario, Canadá.
El pasado domingo 28 de noviembre hubo elecciones en Haití. Se presentaron 18 candidatos presidenciales, debía elegirse además a 99 diputados y a 11 de los 30 miembros del Senado. La favorita en las encuestas era Mirlande Manigat, esposa del ex presidente Leslie Francois Manigat, con un 30% de las preferencias. En segundo lugar se ubicaba Jude Celéstin, el candidato oficialista, designado por el actual presidente René Preval, con un 20%.
Manigat, miembro preclaro de la elite haitiana, es doctora en Ciencias Políticas de la Universidad de la Sorbona, opositora al actual presidente y propone una retirada gradual de la Minustah. En principio ningún candidato parece haber superado el 50% de los votos y según la ley haitiana se realizará una segunda vuelta electoral el 16 de enero. De ser así, sería la primera vez que las elecciones haitianas desembocan en ballotage.
Estas elecciones son las que debieron celebrarse el 7 de febrero, pero fueron postergadas por el terremoto. Ante la epidemia de cólera, 4 candidatos pidieron que se aplazaran nuevamente, pero el gobierno decidió que todo siguiera su curso normalmente.
La jornada electoral estuvo signada por masivas protestas y denuncias de fraude. Doce de los 18 candidatos a presidente emitieron una declaración conjunta reclamando la anulación de los comicios. El Consejo Electoral Provisional afirmó que las elecciones no serían anuladas y los resultados se conocerían el 10 de diciembre, aunque confirmó que ningún candidato alcanzó la mayoría absoluta y habrá segunda vuelta.
El fraude no es novedad en Haití, donde el control de Naciones Unidas y la OEA ya lo convalidó en las elecciones de 2006 cuando René Preval asumió la presidencia en primera vuelta, mediante el conteo creativo del Consejo Electoral por el cual Préval pasó del 47% inicial a un 51.5% definitivo.
El 12 de enero de 2010 un terremoto de 7.0 grados en las escala de Richter provocó la destrucción total de la ciudad de Puerto Príncipe, capital del país, y la muerte de 300.000 personas. En consecuencia 1 millón y medio de personas quedaron sin vivienda y viven como refugiados en su propia ciudad, en 1.300 campamentos improvisados en parques y plazas de Puerto Príncipe, muchos de los cuales debieron ser desplazados por el paso del huracán Tomás, el 5 de noviembre. Sobre un padrón nacional de 4.5 millones de votantes la mayoría está sin hogar. Las denuncias de fraude indican que muchas personas votaron con documentos de personas fallecidas en el terremoto.
Rebelión contra Naciones Unidas
El 19 de octubre se detectó el primer caso de cólera. Ya hay más de 1600 muertos (la mayoría en el interior, menos del 10% en Puerto Príncipe). Por disposición del Ministerio de Salud los cadáveres no son admitidos en la morgue del hospital y son enterrados en fosas comunes, anónimas, sin cruces ni flores, donde también fueron enterrados los muertos por el terremoto de enero. Las fosas se encuentran en Saint Marc, a dos horas y media de Puerto Príncipe.
Tres personas muertas y más de 30 heridos es el saldo de las manifestaciones contra los soldados de Naciones Unidas desplegados en el país. Grupos de manifestantes formaron barricadas, quemaron vehículos y protagonizaron tiroteos con los cascos azules en varias ciudades del país. También hubo bloqueo de caminos, puentes y aeropuertos. Las protestas acusaban al batallón nepalí de haber importado el cólera al país. El batallón está asentado precisamente en Saint Marc, en la región de la Artibonite, al norte de Puerto Príncipe, una zona afectada con casi la mitad de los muertos de cólera y donde los choques contra las tropas de Naciones Unidas han sido más violentos. Mientras Haití nunca ha conocido el cólera hasta ahora, en Nepal el cólera es una enfermedad endémica que no ha podido ser erradicada en varias décadas. El brote haitiano comenzó a los pocos días de la llegada del contingente nepalés. El hecho de que no haya antecedentes de cólera en Haití hace que la población no esté inmunizada, no elaboraron defensas para la enfermedad. Y por la falta de antecedentes la gente está aterrorizada ante una enfermedad que desconoce.
En Haití no hay redes de desagües cloacal, solo el 12% dispone de agua corriente y solo el 17% tiene vive en condiciones higiénicas adecuadas. El terremoto empeoró todo. Los campamentos donde vive más de un millón de personas carecen de instalaciones donde lavarse las manos o tomar agua potable.
Naciones Unidas insistió en que todas las pruebas realizadas en el campamento nepalí, que se encuentra a orillas del río Artibonite donde se originó la epidemia, han dado resultado negativo, pero aceptó que la cepa es de origen sudasiático. El embajador Sueco en Haití, Claes Hammar, afirmó que sin ninguna duda la cepa proviene de Nepal.
Fidel Castro afirmó que América Latina estuvo libre de cólera por más de 100 años hasta que la enfermedad apareció en la costa del norte de Perú en 1991 y se propagó rápidamente. La bacteria haitiana es exactamente la misma que el vibrión colérico peruano de 1991.
Para Naciones Unidas grupos extremistas sin identificar organizaron las protestas para boicotear las elecciones. Ningún funcionario pudo precisar de qué grupo se trataba, ni tampoco decir cuál sería el rédito político de boicotear las elecciones. Deben ocultar que el principal partido político del país, Fanmi Lavalas, está proscripto y su líder Jean Bertrand Aristide, tiene prohibido el ingreso al país tras el golpe de Estado que lo separó de su cargo en el año 2004.
Es muy probable que los manifestantes pertenecieran a ese partido y expresaran así su rechazo a esta farsa electoral que indultará los crímenes y fraudes de René Preval, el actual presidente, y convalidará el status de ocupación de la Minustah, la fuerza de Naciones Unidas comandada por Brasil, y de las fuerzas norteamericanas acantonadas en Haití desde el terremoto de enero, que no han hecho nada para la reconstrucción del país.
El país está ocupado, el Consejo Electoral Provisorio (CEP) depende totalmente del Poder Ejecutivo, hay un millón y medio de personas que vive en campamentos. En este contexto el gobierno gasta 29 millones de dólares en un proceso electoral viciado de nulidad. No se conoce cómo se ha conformado el padrón electoral y todo el proceso está bajo la supervisión armada de la llamada comunidad internacional.
La situación haitiana
El informe de la misión del Consejo de Seguridad a Haití del 11 al 14 de marzo de 2009, dice que Haití había tenido graves contratiempos debido a los efectos combinados de la crisis económica mundial, la crisis alimentaria y las consecuencias de la temporada de huracanes a partir de agosto de 2008, que provocaron daños por un valor equivalente al 15% del PBI haitiano (900 millones de dólares) y que afectaron particularmente a la ciudad de Gonaives.
La crisis económica mundial impactó fuertemente en la economía de Haití ya que el 40% del PBI del país se nutre de las remesas de los trabajadores emigrados. 1.1 millones de personas viven directamente de las remesas internacionales. Desde diciembre de 2008 aumentaron los incidentes civiles violentos y solo en febrero de 2009 hubo 69 manifestaciones, la mayoría por motivos socioeconómicos. Este año 2010, con una caída del 9% en el PBI, la dependencia internacional será aún mayor.
La crisis alimentaria también produjo grandes manifestaciones en el trascurso de 2008, con su pico en el mes de abril. Las fuerzas de la Minustah reprimieron las marchas y el presidente Preval pudo mostrar su liderazgo al hablar al país tres días después de iniciadas las protestas. Esta asociación entre intervención militar extranjera y liderazgo político sumiso sostiene la gobernabilidad del régimen haitiano.
Para las elecciones a renovación parcial del Senado del 19 de abril de 2009 el Consejo Electoral Provisional decidió no aceptar a ningún candidato del partido Fanmi Lavalas. El informe del Consejo dice que “los miembros de la misión señalaron con firmeza al Consejo Electoral Provisional que debía hacerse todo lo posible para corregir la percepción de exclusión que tenían algunos sectores de la población debido a que un grupo político importante no iba a participar en las elecciones”. Estas elecciones de renovación parcial del Senado se realizaron en abril de 2009 con la exclusión y boicot del principal partido del país, el Fanmi Lavalas. El juez que avaló la presentación de las candidaturas del Fanmi Lavalas, fue destituido directamente por el presidente Preval. El escandaloso proceso electoral fue financiado, resguardado y controlado por la Minustah.
El lenguaje intervencionista aparece claramente en el informe: “el establecimiento de instituciones de gobierno legítimas y que rindan cuentas sigue siendo esencial para la consolidación de la estabilidad en Haití. Pese a los esfuerzos de la Minustah, en colaboración con los principales asociados, para aumentar la capacidad institucional de Haití, tanto el gobierno central como la administración local siguen padeciendo de una capacidad limitada para prestar servicios básicos. La salud y la educación se cuentan entre los ámbitos en que la capacidad del Estado es más deficiente”. Lógicamente la recomendación de la misión es que “el gobierno de Haití debe aprovechar plenamente el apoyo internacional a fin de crear capacidad para prestar los servicios que el pueblo necesita”.
Como ejemplo de esa supuesta incapacidad del Estado haitiano el informe menciona “las prolongadas controversias respecto del pago de sueldos a los maestros y las graves protestas laborales que han paralizado algunos hospitales de la capital”.
A pesar de todo lo que Naciones Unidas puedan decir de lo imprescindible de su intervención en Haití, el informe sostiene que “los niveles actuales de pobreza extrema son claramente incompatibles con la estabilidad de Haití a largo plazo”. Esta afirmación de que Haití sigue siendo estructuralmente igual que cuando comenzó la intervención hace 6 años, solo lleva a que el informe afirme que “los interlocutores en Haití destacaron la importancia de seguir colaborando con la comunidad internacional para poner en práctica una estrategia de reconstrucción y desarrollo en Haití”. La verdad es que la situación de Haití después del terremoto de enero revela más el fracaso de las organizaciones internacionales responsables de la reconstrucción que las falencias del Estado. No hay nada en Haití que se haga independiente de la tutela de las grandes organizaciones internacionales. Y lo que queda claro es que no hay un plan de reconstrucción de Haití.
Aunque Estados Unidos participa directamente en esta supuesta reconstrucción, mediante una fuerza militar de 10 mil hombres y mediante la tarea del enviado especial de Naciones Unidas a Haití, el ex presidente Bill Clinton, ni un solo dólar de los 1.150 millones de dólares prometidos, ha llegado a destino.
La Minustah
Las Naciones Unidas intervienen en Haití a partir de febrero de 1993 cuando se desplegó una operación conjunta de las Naciones Unidas y la OEA. El 30 de abril de 2004 se decidió establecer la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah). El comando de la fuerza quedó en manos de Brasil y los países intervinientes son: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Croacia, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Guatemala, Jordania, Nepal, Paraguay, Perú, Sri Lanka y Uruguay. Todos los países sudamericanos participan en la fuerza, excepto Venezuela (Colombia contribuye con personal policial). Venezuela lleva adelante su programa PetroCaribe, que genera un ingreso de casi 200 millones de dólares al fisco haitiano. El presupuesto anual de la Minustah es de 600 millones de dólares y la fuerza está compuesta por 12.000 soldados.
El ingreso de la Minustah en Haití se da a continuación del golpe de Estado franco-norteamericano contra el presidente Aristide, su secuestro y deportación a Sudáfrica, país que en 2004 había desatendido la sugerencia estadounidense de no asistir a las festividades por los 200 años del nacimiento de la primera república negra de la historia. El entonces presidente sudafricano Thabo Mbeki fue el único mandatario extranjero presente en esos actos celebratorios.
Desde que la Minustah ingresó en Haití se multiplicaron las denuncias sobre la responsabilidad de las fuerzas en violaciones de niñas y mujeres haitianas y del robo de animales a los campesinos. Además las fuerzas extranjeras son causantes de la represión y de los asesinatos a militantes en los barrios populares.
En ocasión del terremoto de enero casi todos los 6 mil efectivos de la Minustah en Puerto Príncipe se abocaron al trabajo de rescatar a los miembros de Naciones Unidas que estaban en el Hotel Christophe y en el Hotel Montana. Como dice Omar Ribeiro Thomaz, “la ONU ayuda a la ONU, los haitianos ayudan a los haitianos”. La Minustah no se hizo cargo del abastecimiento, de los trabajos de voluntariado ni de organizar a la población. Fue la misma población la que se organizó, improvisando tiendas y barracas. Ningún vehículo de la Minustah patrulló la ciudad, no organizó la distribución de agua ni de comida, no se encargó de la búsqueda de cadáveres, no impidió los pocos saqueos que hubo. No hubo presencia de Naciones Unidas ni de ninguna organización internacional. La única fuerza que recorría las calles de Puerto Príncipe recogiendo los cadáveres era la prefectura de Puerto Príncipe. La red de comerciantes llamada Madanm Sara, que conecta a Puerto Príncipe con el interior y el exterior del país, garantizó la llegada de los alimentos a la ciudad en la noche siguiente al terremoto.
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