http://www.stratfor.com/analysis/mexicos-mounting-challenge-self-defense-groups-michoacan
17 de enero de 2014
Resumen
El surgimiento de los grupos de autodefensa en el Estado de Michoacán, en febrero de 2013, ha complicado en gran medida la naturaleza de los conflictos armados en la región, donde anteriormente la violencia siempre había provenido de la competencia entre organizaciones criminales rivales. Las milicias de autodefensa se han expandido hasta ser un cuerpo coordinado y ahora operan en más de una docena de municipios. Su objetivo principal es luchar contra los Caballeros Templarios, el grupo criminal dominante en el Estado, y se hacen cargo de la seguridad pública en cada pueblo que entran, a veces mediante el desarme de la policía local.
La expansión de las milicias, junto con el aumento de la violencia relacionada con ellas y los Caballeros Templarios, ha generado diversos desplazamientos recientes de las tropas federales a un Estado económicamente importante, donde se aloja la estratégica ciudad portuaria de Lázaro Cárdenas y cercana al núcleo económico y político del país. Sin embargo mientras lucha para contener la violencia relacionada con los cárteles de la droga de México en otras partes del país, México está tratando de someter a los grupos de autodefensa de Michoacán. Limitar su expansión y conservar la autoridad federal en el Estado será una tarea estrictamente limitada.
Análisis
Del 10 al 12 de enero los milicianos entraron en varias localidades de los municipios michoacanos de Parácuaro y Múgica como parte de una estrategia continua de "limpiar y mantener” (clear and hold), en el que los grupos de autodefensas tratan de eliminar elementos de los Caballeros Templarios y reclutar a nuevos miembros de las poblaciones locales para adoptar medidas contra el cartel. La llegada de las milicias provocó varios enfrentamientos con los Caballeros Templarios. Después, el ejército mexicano fue desplegado para desarmar a los milicianos, pero muchos se negaron a entregar sus armas. Los residentes que apoyan a las milicias comenzaron a bloquear los avances militares a lo largo de las calles de ambos municipios, incluso repeliendo los disparos de los militares, dejando al parecer hasta 12 personas muertas. Los enfrentamientos marcaron un importante aumento de las tensiones entre las milicias y las tropas federales en Michoacán, indicando que no será fácil persuadir a los grupos de autodefensa para que abandonen su ofensiva.
La rebelión de las Autodefensas
Durante casi un año el gobierno ha estado haciendo intentos repetidos para hacer frente al deterioro de la seguridad en Michoacán, resultado de la continua violencia entre los grupos de autodefensa y los Caballeros Templarios, así como a la expansión territorial de los grupos. En noviembre de 2013, por ejemplo, los militares tomaron el control de Lázaro Cárdenas. Y el 14 de enero, el gobierno desplegó un gran contingente de tropas federales, incluyendo elementos de la policía militar y federal, para tomar el control de la seguridad pública de la policía local en los municipios michoacanos de Apatzingán y Uruapan. Fue particularmente preocupante para el gobierno mexicano el persistente crecimiento de los grupos, que ahora representan una amenaza para la autoridad del gobierno establecido en Michoacán y es improbable que se disuelva sin una intervención sustancial de las tropas federales.
Los grupos de autodefensa surgieron inicialmente en un pequeño número de localidades rurales al sudeste de Michoacán, en respuesta a años de extrema violencia y competencia entre las organizaciones del crimen organizado. En menos de un año, las milicias se han multiplicado, se expandieron tanto en su tamaño como en su alcance territorial, y se convirtieron en un cuerpo coordinado. Como resultado, los grupos de autodefensa ahora controlan ciudades en al menos 15 municipios del Estado. Los grupos parecen tener financiación estable, suficiente para armar a los miembros con rifles de asalto, equipo táctico y vehículos y coordinar la operación logística a través de una zona que se extiende ahora a unos 190 kilómetros (120 millas), aunque las fuentes exactas de su financiación siguen sin estar claras. Y el objetivo de las operaciones de la milicia ha evolucionado desde de la lucha contra los elementos establecidos del crimen organizado a suplantar la autoridad del gobierno en materia de seguridad pública, incluso mediante el desarme de la policía local, si fuera necesario.
El auge de los grupos de autodefensa refleja las consecuencias sociales de la violencia prolongada y la incapacidad del gobierno para hacer cumplir el estado de derecho en las regiones rurales, históricamente difíciles de controlar. El gobierno central en la Ciudad de México ha estado durante mucho tiempo preocupado por la amenaza de insurrecciones en las regiones fuera de la capital, donde el entorno ilegal ha permitido a los grupos militantes desafiar al gobierno en varios momentos de la historia del país. Esto es, en parte, por qué la doctrina militar mexicana se enfoca casi exclusivamente en el interior del país. Y ya antes de la revolución mexicana el gobierno ha animado a los residentes de las comunidades rurales a mantener el estado de derecho mediante la formación de las milicias conocidas como guardias rurales, las que han operado como auxiliares de las fuerzas armadas. En la década de 2000, los municipios donde surgieron los grupos de autodefensa actuales eran el hogar de las milicias de las guardias rurales encargadas de la lucha contra las incursiones de Los Zetas. Sin embargo, a diferencia de las guardias rurales, hasta el momento las milicias actuales no han estado dispuestos a someterse a la autoridad del gobierno.
Las restricciones militares y el riesgo de conflicto
El gobierno mexicano no quiere una lucha armada contra las milicias de autodefensa, porque un conflicto de este tipo abriría un nuevo frente de batalla para el ejército, que ya está estirado al máximo por las operaciones en otras regiones del país, las que han sido especialmente afectadas por la violencia relacionada con el crimen organizado. Del mismo modo, los grupos de autodefensa no darían la bienvenida a una confrontación directa con el gobierno federal, ya que no podrían mantener sus posiciones contra una campaña militar sustancial, a pesar de sus últimos éxitos.
Sin embargo el conflicto parece probable si el gobierno no ve posible una solución pacífica y los militares siguen fallando en su propia campaña contra los Caballeros Templarios. El gobierno no puede permitir que las milicias continúen expandiéndose y suplanten su autoridad, mientras provoca la violencia con grupos delictivos. Por su parte, las milicias no han manifestado su voluntad de cesar sus operaciones hasta que el cartel haya sido neutralizado.
La evolución de los carteles de México
Varios Estados además de Michoacán dependen en gran medida de las tropas federales para la seguridad pública, sobre todo en el norte. Cualquier operación militar llevada a cabo en Michoacán tendría que encajar en la estrategia nacional de México para evitar que se socave la seguridad en otros lugares. El 12 de enero, por ejemplo, unos 250 agentes de la policía federal en Nuevo León que habían estado participando en la Operación Noreste, una operación de seguridad conjunta contra la delincuencia organizada en el noreste de México, fueron trasladados a Michoacán. El traslado no afectará significativamente los niveles de violencia en el noreste o en Michoacán, pero la eliminación de las tropas de las operaciones en curso, en lugar de aprovechar las fuerzas de la guarnición, puede reflejar las limitaciones de personal que enfrenta el gobierno.
El peor escenario del gobierno implica a tropas federales que tratan de librar un conflicto territorial con los grupos de autodefensa mientras sigue tratando de combatir a los grupos criminales rivales, como los Caballeros Templarios y el Cartel de Jalisco Nueva Generación. Este conflicto podría frenar la actividad económica en Michoacán, lo que obstaculizará el flujo de mercancías desde el puerto de Lázaro Cárdenas.
Líderes y simpatizantes de la milicia han prometido en repetidas ocasiones que apoyarán al gobierno si los Caballeros Templarios son desmantelados, lo que indica que el gobierno todavía tiene margen de maniobra y podría ejercer control sobre los grupos de autodefensa a través de un desarme negociado. Pero incluso si se llegara a un acuerdo, las tropas federales todavía tendrían que encontrar una manera de hacer frente a los grupos del crimen organizado en Michoacán para restaurar verdaderamente la seguridad. Esta tarea ha acosado a las autoridades, por lo que es probable que el riesgo de una renovada militancia permanezca.
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