Algunos
indicadores iniciales para poner de relieve la importancia de China en el mundo
actual:
China
es la segunda economía (para algunas formas de medición la primera) del planeta
detrás de Estados Unidos
Es
el primer prestamista de la Reserva Federal estadounidense
Es
el principal productor mundial de manufacturas
Es
el quinto emisor global de inversión extranjera directa (IED).
Las
altas tasas de crecimiento económico han ubicado a China como el primer
consumidor global de energía eléctrica.
China
es el segundo consumidor de petróleo. Se espera que en el año 2020 se convierta
en el mayor importador neto de petróleo del mundo.
China
también se ha convertido en el segundo país con mayores erogaciones militares,
preocupación manifiesta en la versión 2015 de la Estrategia de Seguridad
Nacional de Estados Unidos.
China es el
primer consumidor de pescado del mundo.
9. Y, por si
hiciera falta, ocupa un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas.
Según la propia
retórica china el país estaría siguiendo una estrategia de “ascenso pacífico”
en la jerarquía global, lo que también se conoce en nuestros países como “poder
blando”.
A pesar
de estos indicadores China es considerada todavía como una economía
“emergente”, a pesar de la numerosa bibliografía que ya no utiliza ese término.
Por ahora
China no constituye el nuevo hegemón que desplaza o puede desplazar a Estados Unidos como única potencia global,
aunque sí se verifica una creciente relación de competencia por la influencia política
y económica en diferentes regiones, lo que permite hablar de un orden en el que
China tendría un rol destacado.
El
vertiginoso ritmo de crecimiento industrial necesita un adecuado abastecimiento
de energía y de productos básicos que provienen de actividades primario-extractivas.
Al mismo tiempo China necesita sostener gradualmente mayores niveles de consumo
para la población asalariada urbana. En consecuencia, el abastecimiento
energético y alimentario pasó a ser considerado un asunto de Estado, lo que influyó
en la estrategia elaborada para entablar vínculos con África y América Latina.
El actual
presidente chino Xi Jinping profundizó los nexos
de su país con América Latina. En menos de dos años de gestión visitó la región
en dos oportunidades, imprimiéndole a sus visitas -a diferencia de su antecesor
Hu Jintao- un fuerte y claro contenido político.
Desde el
cambio de siglo, el interés de China por Latinoamérica y el Caribe ha crecido a
un ritmo acelerado. La rápida expansión de estas relaciones se manifestó de
varias formas, comenzando con el alto nivel de liderazgo diplomático
mostrado por el presidente Jian Zemin en 2001 cuando visitó Chile, Argentina,
Brasil, Cuba, Uruguay y Venezuela y luego México en 2002. El liderazgo continuó
con Hu Jintao y sus viajes a Brasil, Argentina y Chile en 2004 y a Costa Rica,
Cuba y Perú en 2008, acompañado por una numerosa comitiva de oficiales y
empresarios. Wen Jiabao regresó a la región en 2012 y Xi Jinping ha estado de
gira por varios países, como vicepresidente y presidente, en 2013 y 2014.
Un importante
hito que aceleró el incremento de los vínculos comerciales entre China y varios
países de la región fue la mencionada gira del entonces presidente Hu Jintao
por Brasil, Argentina y Chile hacia fines de 2004. Como resultado de esas visitas
China firmó un memorándum de entendimiento con cada uno de esos países.
Mediante el mismo las naciones sudamericanas le reconocieron a China el estatus
de economía de mercado. El reconocimiento de ese estatus (superior al
reconocimiento otorgado por la OMC de “economía en transición” en 2001) implicó
para los tres países sudamericanos limitar la posibilidad de aplicación de
medidas anti-dumping hacia productos
originarios de China. Ante la imposibilidad del Mercosur de tratar este asunto
a nivel regional, China desplegó una estrategia de negociación bilateral con
cada país, acentuando el carácter asimétrico de las relaciones.
Mientras
tanto, por el lado de América Latina Benjamin Creutzfeldt sostiene que es evidente
una “sustancial falta de preparación y una respuesta fragmentada de
Latinoamérica a la cada vez más grande huella de China en la región”. Mientras
que el gobierno chino busca acuerdos bilaterales e incrementa su involucramiento
en las organizaciones regionales, los países latinoamericanos permanecen
relativamente poco preparados y en gran parte inconscientes sobre lo que cada
uno de sus vecinos está haciendo con China.
La
respuesta de los líderes de LAC fue vacilante e irregular después de la
visita de Hu Jintao en el 2004, cautelosa e inconsistente después del Documento
de Política Pública del 2008, y continúa siendo casi siete años después,
incoherente y poco planificada a lo largo de la región.
De los 33
países que conforman CELAC, 21 tienen relaciones diplomáticas con China,
y sólo 6
tienen cámaras de comercio bilaterales.
En el
campo académico hay más estudios a fondo sobre las relaciones China-LAC
producidos en Estados Unidos y en el Reino Unido que en cualquiera de los
países en cuestión.
Flujos financieros, intercambio
comercial y turismo
1.
Se estima que entre 2005 y 2013 el financiamiento
del Banco de Desarrollo de China (CBD) y el Banco de Exportación e
Importación (Eximbank), alcanzó los US$ 102.200 millones. Según el estudio de la
Universidad de Boston, China y sus bancos son el principal ente financiador de
Venezuela, Ecuador y Jamaica, por encima de los organismos de financiamiento
tradicionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El mayor deudor
es Venezuela (US$ 50.600 millones), Argentina es el segundo, con US$ 14.100
millones, Brasil es el tercero con US$ 13.400 millones y Ecuador es el cuarto
con US$ 9.900 millones.
2. El
volumen comercial pasó de 10.000 millones de dólares en el año 2000
a más de 200.000 millones en 2012 y en enero de 2015 se estableció en 240 mil
millones de dólares. Estas relaciones comerciales indican una oferta concentrada
en materias primas, productos agrícolas y metales, además de productos
energéticos y mineros. El 86,4% de las exportaciones de la región a
China corresponden a este tipo de productos.
3. Desde la
perspectiva turística, la exención de
visado para los turistas chinos por parte de Ecuador y la posibilidad
de algo similar por parte de Trinidad y Tobago así como la propuesta cubana
de
establecer un vuelo directo entre La Habana y Beijing, pretenden atraer más
turistas
a la región, ya que China es uno de los principales expulsores de turismo a
nivel mundial.
4.
En términos culturales, la expansión de la red de
Institutos Confucio (enseñanza de idioma chino) con dos nuevas sedes en Chile y
Ecuador y el establecimiento de un instituto especializado en materia de
investigación arqueológica y antropológica, en el caso de Ecuador, y de investigación
botánica, para el caso de Cuba, son sólo algunas muestras del “soft power”
chino en Latinoamérica y el Caribe.
En cambio
las inversiones latinoamericanas en China han sido mínimas. El
informe “LAC Investment in China: A new Chapter in Latin America and the
Caribbean-China Relations” señala que de 76 multinacionales brasileñas, 46
realizaron inversiones en América y ninguna en China. En el caso de Chile, en
el periodo 2007-2009 sólo dos multinacionales se establecieron en China y el
Banco Central de Colombia reportó inversiones por apenas 1.2 millones de
dólares desde el año 2000. El mismo reporte indica que durante el periodo
2002-2012 las inversiones provenientes de América Latina y el Caribe alcanzaron
a 917 millones de dólares. El capital de Brasil fue de U$S 424 millones, el de Argentina
fue de U$S 131 millones, el de México fue de U$S 99 millones y el de Chile fue
de U$S 89 millones. Algunas pocas marcas han logrado posicionarse, como el Grupo
Bimbo (México), Embraer (Brasil) y Tenaris (Argentina).
Hacia el año
2000 China no ocupaba un lugar privilegiado como destino de exportaciones u
origen de importaciones de los países de la región. Para 2012, China representa
–con excepción de El Salvador– uno de los tres principales proveedores de todos
los países en cuestión. En cuanto a la relevancia de China como destino de
exportaciones, la intensificación de los flujos comerciales se experimenta
mayoritariamente en los países del Cono Sur: Brasil, Chile, Perú, Uruguay,
Venezuela, Colombia y Argentina.
En la mayoría de
los casos, las exportaciones de la región se encuentran concentradas en unos
pocos rubros, casi exclusivamente productos de actividades primario-extractivas
o de productos industriales basados en recursos naturales. Las importaciones se
encuentran sumamente diversificadas y constan de productos con alto contenido
de valor agregado.
Paraguay casi no
tiene exportaciones a China ya que aún reconoce al gobierno de Taiwán como la
legítima república china. A pesar de que las exportaciones globales de Paraguay
se componen de productos altamente demandados por China (porotos y aceite de soja,
carne bovina y algunos tipos de maíz), el país sudamericano está vetado como
proveedor como represalia por su política exterior.
La importancia política de América Latina para
China (y la asimetría en la importancia de China para América Latina)
La
presidencia de Xi Jimping plantea la posibilidad de que haya comenzado un
cambio en las relaciones de China con América Latina y el Caribe, atravesando
una transición desde un período donde se destacaron los aspectos económicos y
comerciales a una nueva fase de acercamiento político, lo que elevaría las
reacciones anticipatorias de Estados Unidos, que siempre ha considerado la
región como "su patio trasero".
China
buscó en las últimas décadas no fomentar la desconfianza de Estados Unidos con
respecto a sus relaciones con América Latina y el Caribe. El poder blando es el
instrumento chino para mitigar la idea de la "amenaza china" y
consolidar su estrategia de "ascenso pacífico", un término más tarde
reemplazado por el "desarrollo pacífico".
Sin
embargo, la iniciativa de relacionarse con América Latina y el Caribe a través
de la CELAC cuestiona este modelo de relación, debido principalmente a la
estructura y funciones específicas de este foro regional.
CELAC se
puede considerar como un "derrame" del enfoque regional que surge del
Grupo de Río y la CALC (Cumbre de América Latina y el Caribe para el Desarrollo
e Integración), una iniciativa con un perfil pobremente institucionalizado pero
que juega un papel muy importante en la región al permitir el diálogo y las
consultas en torno a su propia agenda de desarrollo, sin la participación de
Estados Unidos y Canadá. Este carácter autónomo de la CELAC, y excluyente con
respecto a la participación de Estados Unidos, genera una profunda preocupación
y reflexión sobre la opción utilizada por China para establecer un mecanismo de
diálogo con la región a través de la CELAC, evitando hacerlo a través de otros
instrumentos, como la OEA,
Los
documentos preparados en la reunión ministerial de enero de 2015 entre la CELAC
y China pueden fortalecer la postura de los sectores de la opinión pública
estadounidense que advierten sobre la amenaza que la creciente presencia de
China en la región representa para la influencia de Estados Unidos.
1.
En América Latina y el Caribe están 12 de los 22
países que en todo el mundo reconocen a Taiwán como la única China en lugar de la
República Popular China: Panamá, Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Honduras,
Guatemala, Belice, República Dominicana, Haití, San Cristóbal y Nevis, San
Vicente y Granadinas y Santa Lucia. Esto otorga a la región un lugar estratégico
inestimable en la ambición histórica del Partido Comunista chino de anexar
Taiwán y unificar el país.
2. La
importancia histórica del Caribe en la política mundial radica en ser una ruta
comercial que une el océano Atlántico con el Pacífico. Los recientes proyectos
de reforma y ampliación del Canal de Panamá, así como la construcción de un
nuevo canal en Nicaragua -con capital chino- tienden a aumentar el grado de
importancia de la región.
3. La
reciente iniciativa de Estados Unidos facilitando un acercamiento con Cuba, con
la intención de ambos países de reanudar relaciones diplomáticas representan
una inflexión histórica en la diplomacia de Estados Unidos y demuestran su
preocupación por establecer un nuevo estándar de relación y diálogo con la
región, una búsqueda de re-equilibrio regional.
4.
El foro CELAC-China complementa el fuerte apoyo
económico y financiero que China ha estado ofreciendo a la región en los
últimos años -sobre todo a los países que la reconocen- y es la contrapartida
política china de ese reconocimiento, continuando el enfoque establecido con
anterioridad por Xi Jinping, en su visita a Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba
en julio de 2014.
La
competencia por la influencia en América Latina y el Caribe es claramente
beneficiosa para la región, ya que ofrece un margen para equilibrar la
dependencia histórica de Estados Unidos.
1.
Con respecto a China, los países de la CELAC buscan
equilibrar las relaciones comerciales asimétricas, tanto en las exportaciones -que
muestran una dinámica de relación estándar de norte a sur, con China exportando
manufacturas e importando commodities- como en la importancia relativa que los
países de la región significan comercialmente para China y viceversa.
2.
Por otro lado la demanda china de materias primas
se ha reducido en la medida en que la política interior china definió en su
último plan quinquenal que priorizará el crecimiento del mercado interno, lo
que hace que América Latina y el Caribe sean actualmente menos importantes en
la agenda comercial china.
Los
intereses chinos en Sudamérica
1. Brasil
ha reformulado su estrategia de seguridad nacional y ha promovido el concepto
de la Amazonia Azul (el Océano
Atlántico) a fin de aumentar el control sobre su territorio marítimo.
2. Argentina
ha insistido en su reivindicación de las islas Malvinas/Falklands, al tiempo
que el Reino Unido (respaldado por Estados Unidos y otros aliados de la OTAN)
mantiene el control de una cadena de islas ubicadas estratégicamente en el
Atlántico.
3. En
el lado africano, Nigeria y Sudáfrica tratan de desempeñar un papel de
liderazgo regional y de puerta de entrada al continente, en tanto que Angola se
ha convertido en un protagonista clave por su petróleo abundante.
Sin embargo,
hasta ahora no ha habido ningún intento de estudiar la importancia de China en
relación con el Atlántico Sur como espacio geopolítico diferenciado. La
presencia china en las costas africanas del Atlántico es mucho más profunda y
compleja que en el lado latinoamericano.
1. A
pesar de que China no cuenta aún con una “política del Atlántico Sur”, el rol que
desempeña implica una creciente asimetría de poder, aplicable (aunque no de
manera uniforme) a ambas orillas del Atlántico Sur.
2. Asimismo,
la creciente presencia de China desafía progresivamente la antigua influencia
de Estados Unidos y de las potencias occidentales en el área.
3. Incluso
aunque China no manifieste intenciones de dominar el Atlántico Sur ya ha obligado
a la redefinición del espacio geoestratégico regional y se ha convertido en un
actor que debería entrar en los cálculos de los otros actores políticos presentes
en la zona.
Desde el punto
de vista económico, la principal preocupación de China en el Atlántico Sur
sigue siendo el hecho de conseguir y garantizar el acceso a los recursos naturales
necesarios para mantener los índices de crecimiento del país. En paralelo esta
continua demanda de recursos de África y América Latina ha contribuido a
incrementar el PBI de muchos países del área, después de un período prolongado
de estancamiento o bajo crecimiento a ambos lados del Atlántico Sur. Pero
también ha aumentado la vulnerabilidad de nuestras economías. “Lo que antes se
enviaba a Estados Unidos ahora se envía a China. Tras la crisis mundial los
países con más relación con China fueron los que más rápido se recuperaron”. La
excepción fue Venezuela.
China se ha
esforzado en diversificar sus fuentes de petróleo. Aunque importa en gran
medida de Arabia Saudita y sus vecinos, la conflictividad de la zona y el
acceso incierto a los recursos ha conducido a China a invertir en yacimientos
de petróleo en otros lugares, entre ellas el Atlántico Sur, que es rico en
petróleo en ambas costas, de África y América Latina. En este sentido, en el
año 2006, Angola reemplazó a Arabia Saudita como mayor proveedor de petróleo de
China
Africa:
en la actualidad cuatro de los cinco principales proveedores de petróleo de China
se encuentran en Africa: Nigeria, Angola, la República del Congo y Guinea
Ecuatorial. Sudán también figura en la lista, más atrás.
China también ha
invertido en países productores de petróleo más pequeños como Gabón, Ghana y
Liberia y ha realizado prospecciones en potenciales proveedores, como Sierra
Leona y Benin. Con estos países ha establecido acuerdos de cooperación que
ayudan a desarrollar estos sectores incipientes, asegurándose acceso preferencial
a esos recursos.
Sudamérica:
en América Latina, los suministradores clave de petróleo de China también se
encuentran en la zona del Atlántico Sur:
1.
Venezuela recibe más inversión china que
cualquier otro país latinoamericano, en gran parte vinculada a la mayor
producción de petróleo.
2. En
Brasil, China financia prospecciones y adquiere acciones bursátiles de empresas
de prospección de reservas de capas pre-salinas.
3.
En Argentina, las compañías petroleras
chinas compiten con sus homólogos occidentales mediante fusiones y
adquisiciones como la compra en el año 2012 de las operaciones de la petrolera
argentina Occidental Petroleum por 2.450 millones de dólares. La
nacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en 2012 supuso la
asociación de la empresa china Sinopec con la petrolera estatal para la
explotación de petróleo no convencional en la gigantesca reserva de Vaca
Muerta,
la tercera del mundo.
La diversificación
energética china implica la asunción de riesgos (incertidumbre política,
económica y política) superiores a los niveles tradicionales. Para mitigar
algunos de estos riesgos utiliza una colaboración concertada de tres categorías
de actores políticos:
1. el
Estado chino, que se vale de la diplomacia para establecer acuerdos y abrir
puertas
2. las
grandes empresas de propiedad estatal (en particular, PetroChina Co. Ltd.,
China Petroleum y Chemical Corp., conocida como Sinopec), que concluyen la
mayoría de los acuerdos
3. las
empresas privadas y empresas conjuntas, que realizan parte de las inversiones
correspondientes y transportan el petróleo a través del Atlántico Sur y a lo
largo de las costas de África y América Latina.
Aunque los
intereses de estos actores políticos suelen coincidir, no es razonable
considerar la presencia china en el ámbito petrolero como una unidad monolítica
y compacta.
La producción
china –para la exportación y también para el consumo interno– requiere grandes
cantidades de minerales, madera, algodón, pescado e insumos agrícolas de ambos
lados del Atlántico Sur. Para transportar estas materias primas hasta la
metrópoli, China ha hecho grandes inversiones a fin una mejor integración de la
infraestructura y el transporte en varios nodos del Atlántico Sur, ampliando la
capacidad portuaria y reforzando la integración logística para agilizar el
flujo de mercancías desde las regiones interiores.
1. Aunque
la mayoría de las reformas portuarias en América Latina impulsadas por China radican
a lo largo del Océano Pacífico, China también coopera en la ampliación de
Puerto Cabello, el mayor puerto caribeño de Venezuela, con trabajos de dragado
y construcción de nuevos amarres para barcos de gran calado.
2. Las
empresas chinas están interesadas asimismo en invertir en nuevos puertos a lo
largo del Atlántico Sur, inclusive en el nuevo puerto de aguas profundas de
Rocha en Uruguay y en el superpuerto Açu de Brasil, aunque se ha
renunciado a algunas partes del plan debido a problemas de ineficiencia en la
parte brasileña. El puerto de Açu, que se está construyendo en el estado de Río
de Janeiro y se encuentra cerca de los principales yacimientos de petróleo de
Brasil, se utilizará también como punto de exportación de productos básicos originarios
de los estados brasileños carentes de litoral (principalmente soja y mineral de
hierro con destino a China).
Pero no solo el petróleo
y el gas han dominado los debates sobre el interés de China por los recursos
del Atlántico Sur, también la riqueza ictícola de la zona ha generado atención.
Después de casi
agotar sus propios recursos pesqueros en las décadas de 1970 y 1980, el
Gobierno chino alentó a las empresas pesqueras a salir de su propia zona
económica exclusiva, yendo incluso más allá de Asia. Desde entonces, China se
ha convertido en el mayor consumidor mundial de pescado, lo que produce
acusaciones de depredación de los recursos ictícolas y fricciones con los
países del Atlántico Sur, como Argentina.
Los crecientes
flujos comerciales entre China y el Atlántico Sur han reforzado el papel de las
comunidades de la diáspora china en la zona.
Las
preocupaciones políticas de China: el uso del poder blando
Desde el punto
de vista político, las preocupaciones más antiguas de China en el Atlántico Sur
se refieren:
1. A
modificar el reconocimiento a Taiwán de varios países de la región y
2. un
mayor y explícito apoyo a Beijing en los foros multilaterales.
Sólo cuatro estados
africanos reconocen a Taiwán (dos de ellos en la costa del Atlántico Sur:
Gambia y Santo Tomé y Príncipe), pero hay 11 estados de América Latina y el
Caribe que mantienen relaciones diplomáticas oficiales con la isla.
Tras el inicio
del nuevo milenio, los responsables de esa política comenzaron a promover el
concepto de desarrollo pacífico, subrayando el papel de China como líder
responsable, la primacía de los asuntos domésticos y los principios de mutuo
beneficio y no injerencia.
En una rueda de
prensa en 2012 en Davos, el primer ministro Wen Jiabao dijo que “Estados Unidos
es el mayor país desarrollado y China el mayor país en desarrollo del mundo”.
Este discurso refleja el esfuerzo de China por establecer vínculos de afinidad
política destinados a abrir puertas económicas en América Latina y a perseguir
objetivos a largo plazo, como presionar por una reforma de la gobernanza global
y contrapesar la influencia de las potencias del Norte.
En sus
estrategias bilaterales y multilaterales China confía en el poder blando para
intensificar los vínculos. En ocasiones, estas unidades de poder blando están
relacionadas con iniciativas militares, como el hospital naval “Arca de paz”.
Sin embargo, y a
pesar de la creciente importancia de China en la región, algunos espacios geopolíticos
no incluyen un papel directo de China. La cooperación entre los actores
políticos de ambos lados del Atlántico Sur ha crecido de manera espectacular
debido a la iniciativa de Brasil de fortalecer sus lazos de cooperación con
África. Un esfuerzo multilateral clave es la Zona de Paz y Cooperación del
Atlántico Sur (ZOPACAS), que busca que la mayor parte de esta zona sea un área
libre de armas nucleares, que intenta proteger los recursos marinos de la
región y que tiene como objetivo mejorar el control de los estados regionales
sobre el Atlántico Sur.
Las
preocupaciones de seguridad de China en el Atlántico Sur, vinculadas con el
comercio y la inversión, van sin embargo más allá de la dimensión económica. Hay
que tener en cuenta que a diferencia de las potencias occidentales, China no
tiene una base permanente o una presencia militar en la región del Atlántico
Sur.
China ha ido
ampliando y modernizando sus fuerzas armadas –incluyendo los planes de puesta a
punto de una flota de submarinos de propulsión nuclear, un programa de
portaaviones y un sistema de vigilancia por satélite–, pero carece de la
capacidad de proyectar su poder militar mucho más allá de su inmediata vecindad.
China, como en toda su historia, todavía carece de una gran flota naval.
En virtud de los
intereses que China mantiene en el Atlántico Sur, esta zona ha asumido una nueva
importancia en materia de seguridad. China está interesada en garantizar el tránsito
seguro por las rutas marítimas empleadas para el transporte de las
exportaciones africanas y sudamericanas hacia China, teniendo en cuenta la
inestabilidad en algunas zonas y la creciente preocupación china en relación
con la seguridad alimentaria y energética. Los servicios de contenedores entre
China y América del Sur efectúan el tránsito a través del cabo de Buena
Esperanza.
Adicionalmente la
importancia geoestratégica de la región del Atlántico Sur también ha ido cambiando
debido a un renovado interés en la Antártida. Varios actores políticos clave
del Atlántico Sur –entre ellos Chile, Argentina y Reino Unido– tienen reivindicaciones
territoriales que, de conformidad con el Tratado Antártico, se comprometen a no
ejercer. Después de ser excluida del primer tratado en 1959 por razones
políticas, China se adhirió a mediados de la década de 1980. Casi de inmediato
estableció una presencia en el continente mediante la construcción de dos
bases, incluida la Estación Gran Muralla, situada a menos de 1.000 km. del Cabo
de Hornos.
Por otra parte, dado
que el Atlántico Sur es uno de los puntos de entrada clave en la Antártida, cualquier
cambio en el Sistema del Tratado Antártico podría tener implicaciones ambientales
y estratégicas para la región en general.
Las
asimetrías de poder
Con toda
claridad China es cada vez más un competidor directo para el poder económico, político,
militar e incluso cultural de Estados Unidos y de Europa en el Atlántico Sur y aparece como una alternativa atractiva por razones
económicas e incluso ideológicas.
Y esto ocurre en
un momento en que la crisis económica global ha limitado la capacidad de las
potencias occidentales para colaborar con los actores políticos del Atlántico
Sur e influir en sus decisiones.
Las crecientes
asimetrías de poder en las relaciones de los países de CELAC con China plantean
nuevos desafíos. Para los actores políticos regionales el nuevo compromiso de
China con el Atlántico Sur ofrece oportunidades para el comercio, la inversión
(incluidas las infraestructuras, tanto tiempo descuidadas en el área) y los
alineamientos políticos alternativos con un país que se presenta a sí mismo
como un país socio en el terreno del desarrollo. Si bien estos vínculos suelen
generar beneficios tangibles para las sociedades del Atlántico Sur, también han
dado lugar a acusaciones de neocolonialismo y a la preocupación por una nueva
dependencia con centro en Beijing.
Sin embargo, enmarcar
los vínculos con China como una reedición de los viejos lazos neocoloniales
históricamente mantenidos con los países del Norte, con todo su bagaje
histórico específico, constituye una simplificación. Pero es necesario que
nuestros actores políticos innoven tanto en el ámbito nacional como en el internacional
a fin de compensar la sumatoria de crecientes desequilibrios.
El
estatus semicolonial bajo la forma del “consenso de los commodities”
China tiene firmados
TLCs con tres países de la región. Se trata de Chile (en 2005), Perú (en 2008)
y Costa Rica (en 2011), y se encontraría próximo a la firma un acuerdo con
Colombia. Transcurridos ocho años de firma del TLC entre Chile y China, se
observa que las exportaciones del primer país hacia el segundo prácticamente se
cuadriplicaron. Sin embargo, en cuanto a la composición, se profundiza la
tendencia a la concentración en productos primarios (cobre y sus derivados,
mineral de hierro, madera, frutas y otros minerales).
China no deja de
asumir su nuevo rol global, pero se presenta como otro país del denominado
“Sur” o “Tercer Mundo” que procura diferenciarse de los hegemones tradicionales
enfatizando la reciprocidad, el mutuo beneficio y la “cooperación Sur-Sur”.
-
los proyectos de inversión no parecen
buscar ganancias rápidas sino simplemente el reaseguro del abastecimiento de
los recursos naturales;
-
prevalece la adquisición de firmas ya
existentes o los pagos para acceder a licencias para llevar adelante una
explotación, por sobre el desembarco de firmas nuevas;
-
en los reducidos casos en los que se
establece una nueva empresa, no se observan transferencias tecnológicas a los
países de destino de esas inversiones;
-
las firmas chinas (estatales) no
establecen condicionamientos en materia jurídica o de política económica al
país de destino, aunque suelen sugerirse políticas de posicionamiento
internacional (por ejemplo, el reconocimiento de la existencia de “una sola
China”, lo cual implica desconocer el reclamo de Taiwán sobre China
continental);
-
en los casos en que deban realizarse
obras de infraestructura, se suele establecer la obligatoriedad de contratar
firmas de origen chino para la provisión de insumos y la realización de etapas
que implican mayor agregado de valor, como así también la concesión del uso de
infraestructura local con exclusividad para sus empresas.
-
Otro fenómeno de gran relevancia es el
otorgamiento de préstamos a países de la región a cambio de commodities como garantía, o de que
estos puedan ser comprados a precios por debajo de los del mercado.
En líneas
generales, mientras que China se presenta como un país con pretensiones de
desplegar relaciones basadas en el mutuo beneficio, los vínculos resultan en
verdad sumamente asimétricos. De una manera novedosa se alientan prácticas
igualmente coactivas y coercitivas, propias de una relación entre un país
periférico y uno central.
En los últimos
años la región entró la etapa del “Consenso de los Commodities”. En ella, tanto
los gobiernos que muestran continuidades con el Consenso de Washington como
aquellos que desde lo discursivo, lo político y lo productivo rompen con él,
aceptan por igual una inserción en el sistema de producción y acumulación
global como proveedores de productos básicos con bajo contenido de valor
agregado, aprovechando sus elevados precios internacionales.
De forma análoga,
sin importar cuáles sean las diferencias políticas entre sus gobiernos, ya sea
que estos empoderen o no a los sectores subalternos, tengan o no una retórica
de rechazo a las potencias tradicionales y al Consenso de Washington, todos los
países de la región han colocado en el centro de su agenda la ampliación de los
vínculos comerciales con China y la apertura a sus inversiones como una
importante fuente de divisas.
Como bien dijo
el canciller chileno Heraldo Muñoz en el foro Celac-China: “todo sucede
mientras se produce una declinación de la presencia de Estados Unidos en
Latinoamérica, lo que ha abierto un gran espacio para China”. No dijo que se
abría un gran espacio para América Latina.
El canciller
Patiño, con otras palabras, abonó la permanencia en la misma línea argumental:
“Celac y China tienen distintas fortalezas que son absolutamente
complementarias. América Latina llena de recursos naturales, de un nivel de
crecimiento sostenido en el tiempo, de estabilidad política y China, un país
con una senda de crecimiento increíble, recursos financieros, desarrollo de
ciencia, tecnología y talento humano”.
Así como el “Consenso
de los Commodities” reúne a gobiernos que adhieren a una matriz de pensamiento
neoliberal ortodoxa junto a otros que la rechazan enfáticamente, lo mismo
sucede con los vínculos sino-latinoamericanos. Los gobiernos que aún
reivindican recetas neoliberales pueden celebrar TLCs y practicar abiertamente
una relación comercial basada en ventajas comparativas, mientras que los gobiernos
progresistas presentan esta relación como una ruptura con los hegemones
tradicionales.
China, al
presentarse ante América Latina como un país en vías de desarrollo con el cual
se establecerán relaciones mutuamente beneficiosas incurre en una “hipocresía
internacional”.
Por “Consenso de
Beijing en América Latina” se entiende la idea de que el sendero inevitable
para el desarrollo de la región es la profundización de los vínculos con China.
Vínculos que se presentan como de cooperación entre “países en vías de
desarrollo” pero que, detrás de esa retórica, reproducen patrones de
subordinación y dependencia característicos de las clásicas relaciones asimétricas
entre centro y periferia.
Las inversiones
chinas no tienden a desarrollar capacidades locales ni actividades intensivas
en conocimiento o encadenamientos productivos. Por el contrario, la
localización de las empresas chinas tiende a potenciar las actividades
extractivas en detrimento de aquellas con mayor valor agregado, lo cual genera
un efecto reprimarizador de las economías de América Latina.
El
foro China-Celac
La reunión entre
Celac y China fue establecida en la reunión de Celac en Cuba en enero de 2014.
Un año después la reunión se concretaba.
El presidente
Correa planteó en el Foro cuatro puntos:
1. Reforzar
el multilateralismo
2. Plantear
una profunda transformación y democratización del sistema de Naciones Unidas
3. Impulsar
compromisos verdaderos para mitigar la crisis climática
4. Asegurar
una paz duradera en todo el planeta
Los acuerdos
logrados en la reunión de Beijing fueron de enorme magnitud económica y de
notable alcance político. Pero la posibilidad de que la vinculación con China
funcione como una alternativa y no como una opción a la vinculación con Estados
Unidos implica serios desafíos para la región:
1. Producir
bienes y servicios con mayor valor añadido para balancear los términos
desiguales del intercambio, disminuir las asimetrías y eliminar la
estructuración objetivamente presente de un status semicolonial.
2. La
región no logró estructurar políticas anticíclicas ante el desaceleramiento de
la economía china. Por eso, junto a la celebración del Foro, la gran noticia
fue la búsqueda de financiamiento por parte de Ecuador.
3. Sigue
siendo necesario lograr consensos políticos estables de cara a las
negociaciones multilaterales. Las diferencias manifestadas con Colombia en el
foro Celac-China deberían haber sido suavizadas previamente.
4. La
caída de los precios del petróleo implica una vulnerabilidad para las
relaciones de China con Celac. El fin del auge de las materias primas (aunque
todavía no es el estallido de una burbuja) genera críticas de los líderes
políticos y empresariales de los países latinoamericanos hacia China y sus
diplomáticos tendrás mayores dificultades en promover las ventajas de los
vínculos comerciales. Por eso a China le conviene que no se produzca en
Venezuela una descomposición caótica irreversible.
5. La
actual complementariedad debería ceder paso paulatinamente a mecanismos de
cooperación. A medida que China cree un modelo de desarrollo más sostenible,
orientado hacia el consumo, debe haber mejores posibilidades de que las
empresas latinoamericanas suministren bienes y servicios, no solo materias
primas, a la clase media urbana china.
6. Los
países de Celac reaccionan distinto frente a la evolución de la economía china
y americana. México ganaría más por un crecimiento de Estados Unidos, Brasil
perdería mucho con un decrecimiento de China. El carácter disímil de la Celac
sigue siendo prevalente.
7. La
inclinación china por los acuerdos bilaterales podrían encontrar en el Foro un
mecanismo para transformarse en un tratamiento multilateral de las
problemáticas comunes a la región. Eso también sería beneficioso para China,
que contaría con acuerdos establecidos estratégicamente.
8. La
vulnerabilidad que las inversiones de China pueden enfrentar en virtud de la
inestabilidad política en Venezuela, la volcará a ser cuidadosa y a establecer
contactos con la oposición para asegurar la perdurabilidad de sus negocios en
el país.
“China está
empezando a dejar de ser percibida como una entidad relativamente benigna,
preocupada principalmente por las relaciones económicas que pueden
incrementarse en negociaciones con los gobiernos locales, para pasar a ser
vista como potencialmente no muy diferente de los viejos imperialismos
occidentales”, así lo sostuvo Rodger Baker, analista de Asia de Stratfor,
Strategic Forecast, el conocido sitio de análisis estratégico americano.