La evolución
de la guerra y su actualidad
Las guerras son un acontecimiento sangriento y
recurrente a lo largo de la historia, en todo el mundo han acontecido guerras
desde muy antiguo. No obstante, la manera de hacer la guerra y sus objetivos
han cambiado a lo largo del tiempo. Una de las clasificaciones bélicas más conocidas
son las cuatro generaciones de la guerra moderna descritas por el
paleo-conservador estadounidense William Lind y otros cuatro militares
estadounidenses [1], en su artículo conjunto de 1989 titulado “The Changing
Face of War: Into the Fourth Generation” [2] (El cambiante rostro de la
guerra: Hacia la cuarta generación). Posteriormente William Lind publicó un
artículo profundizando esta comprensión de las guerras, titulado “Understanding
Fourth Generation War” [3] (Entendiendo la guerra de cuarta generación).
Veamos de qué manera se comprendían esas cuatro generaciones de la guerra
moderna.
Primera generación
Según Lind, esta generación abarca el periodo entre
1648 y 1860 y consiste en la guerra de líneas y columnas tácticas, con armas de
fuego y ejércitos profesionales estatales. Además según Lind, se creó una
cultura militar del orden, y aquí aparecen diversos elementos que distinguen a
un militar de un civil, como los uniformes y gradaciones.
Segunda generación
Ésta generación se enmarca en la revolución industrial
y la potencia de fuego. Lind la ejemplifica con el periodo de la primera guerra
mundial (1914-1918), una guerra basada en la capacidad industrial y de
transportes así como la creación masiva de trincheras para proteger a los
soldados de la potencia de fuego. Así mismo Lind también señala que esta
generación sigue manteniendo el orden, los procesos y procedimientos, donde la
obediencia es más importante que la iniciativa. El objetivo principal de los
combates sigue siendo el ejército enemigo.
Tercera generación
Es una respuesta a la guerra de posiciones que se basa
en la guerra de maniobra (mediante blindados y aviones), es decir en la guerra
relámpago ejemplificada en el ejército alemán de la segunda guerra mundial.
Según expone Lind, la tercera generación no está basada en la potencia de fuego
y el desgaste sino en la velocidad, sorpresa y dislocación mental así como
física. Además, busca rodear y colapsar en vez del contacto directo, por ejemplo
mediante un ataque fulgurante contra las comunicaciones del enemigo para aislar
sus fuerzas y bloquear una respuesta sostenida conjunta. En este sentido la
superioridad tecnológica es crucial para el éxito.
Cuarta generación
Ante la existencia de una gran superioridad
tecnológica, la oposición armada solo puede descentralizarse y difuminarse
(incluso ocultarse), según Lind. Además, los Estados pierden su monopolio sobre
la guerra y las guerras no solo son entre Estados sino también contra actores
no estatales, como grupos terroristas y guerrillas. En este nuevo contexto
estratégico, la victoria no está en un campo de batalla porque tales
acontecimientos ya no tienen lugar como en las tres primeras generaciones.
Ahora la victoria se consigue al influir y convencer a la sociedad (opinión
pública) de un país objetivo, es decir, el objetivo principal radica en ganarse
el apoyo de personas y no en matar soldados enemigos. Y esta influencia se
consigue mediante propaganda (por ambos lados) y por ataques terroristas en el
caso de actores no estatales para infundir miedo en una sociedad objetivo y así
condicionarla a las exigencias mediante el terror.
Guerras híbridas y cuarta generación
En la actualidad hay un gran debate mundial sobre las
guerras híbridas, es decir, aquellas guerras asimétricas que mezclan elementos
regulares e irregulares cuyo objetivo principal no es el triunfo militar en
batalla sino la influencia y convencimiento social en un país objetivo. El
objetivo es conquistar la mente, y para ello se requiere conocer con precisión
la sociedad objetivo y sus vulnerabilidades.
Así pues, las nuevas maneras de hacer la guerra
combinan elementos de revolución de color y de guerra no-convencional, esto es,
del uso de intermediarios para realizar protestas sociales que influyan en un
país objetivo o directamente el uso de intermediaros armados para que conduzcan
a un escenario de guerra civil en un país objetivo. La estrategia de
acción actual requiere, por tanto, la creación artificiosa de caos
controlado en un país objetivo.
Estados Unidos y Venezuela
Uno de los casos más representativos en el espacio
suramericano actualmente es Venezuela, puesto que ahí se constata cómo desde
los Estados Unidos han apoyado a la oposición anti-chavista en su escalada de
protestas sociales y armadas para desestabilizar al país con vistas a derrocar
al gobierno actual de Nicolás Maduro.
En este escenario, una invasión militar convencional
de los Estados Unidos para realizar un cambio de gobierno en Venezuela tendría
un coste elevadísimo, no en un sentido militar puesto que Venezuela es inferior
en todos los niveles militares tecnológicos e incluso numéricos, sino en un
sentido de opinión pública, es decir, de influencia estadounidense en el mundo.
Su credibilidad se vería aún más socavada y su economía se vería entrampada en
una guerra costosa de la que salir victoriosos es la única manera de salvar la
bandera, sin embargo, a la luz de lo sucedido en Afganistán e Irak desde 2001 y
2003 respectivamente, el ejército estadounidense no puede vencer a una fuerza
asimétrica en campo de batalla, sino que únicamente puede vencer cuando pueda
convencer.
Así pues, realizar una invasión directa provocaría en
todo el espacio latinoamericano una repulsa social contra un nuevo episodio que
expone el retorno de la Doctrina Monroe a los pasillos de Washington. Y tal
repulsa significaría un rechazo a dejarse convencer por las palabras
estadounidenses.
Por otro lado, podemos ver que en las operaciones estadounidenses
no solo se encuentra un objetivo de cambio de régimen, similar a los muchos que
realizaron durante todo el siglo XX en Nuestra América, sino también el
objetivo es la creación de un caos regional, similar a los escenarios de
Oriente Medio que provocaron la destrucción de Siria e Irak, así como
Afganistán, y la huida de millones de personas que se transformaron en
refugiados. El caso más representativo es Siria, con millones de refugiados
repartidos en los países vecinos de Líbano, Turquía, y Jordania.
Esto nos lleva a pensar que el gobierno de Washington
no solo pretende tumbar el gobierno de Nicolás Maduro, sino asestar un golpe
letal en Suramérica, y provocar otra de sus guerras sin fin, entre partidarios
y detractores del gobierno (de nuevo, tal como en Siria), sino también, piensen
el impacto de millones de refugiados venezolanos huyendo hacia Colombia y
Brasil.
Con lo cual, no asistimos a una simple lucha
ideológica entre chavistas y liberales occidentales, sino también a una lucha geopolítica
en la que Estados Unidos, en vista de su retroceso mundial, también quiere
reordenar su espacio geopolítico inmediato bajo la nueva Doctrina Monroe y para
eso necesita alinear a todos los países con Washington, y de no ser así,
entonces sumir a Nuestra América en un caos sin fin de odios ideológicos
externamente implantados.
Notas
[1] Coronel Keith Nightengale (USA), Capitán John F. Schmitt (USMC),
Coronel Joseph W. Sutton (USA) y Teniente Coronel Gary I. Wilson (USMCR).
[2] Fuente: https://globalguerrillas.typepad.com/lind/the-changing-face-of-war-into-the-fourth-generation.html
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