05 de junio 2013
http://www.wsws.org/en/articles/2013/06/05/pers-j04.html
El Partido Comunista chino (PCCh) liderado por el Presidente Xi Jinping y el premier Li Keqiang ha anunciado una tercera ola de reformas pro-mercado, con el objetivo de abrir los sectores estatales de la economía al capital global.
Li envió un claro mensaje antes de su viaje a Europa el mes pasado, comprometiéndose en declaraciones a un periódico suizo a "hacer un esfuerzo en torno a profundizar la reforma orientada al mercado". La Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo también ha esbozado propuestas, incluida la aprobación más rápida de proyectos de inversión, la liberalización de las tasas de interés y de cambio y, sobre todo, la inversión privada en sectores estatales como las finanzas, la energía y las telecomunicaciones. Tal política debe ser presentada ante el Comité Central del PCCh en otoño.
Las fuerzas ocultas detrás de la reforma intensifican las tensiones económicas y geopolíticas desatadas por la crisis económica global. Los mercados de exportación de China se han derrumbado a medida que la austeridad salvaje, los recortes salariales y el desempleo golpean el poder adquisitivo de los trabajadores afectados en los Estados Unidos y Europa, reduciendo la demanda global de bienes de consumo baratos producidos por la super-explotada mano de obra china.
La estrategia china de crecimiento en base a "exportaciones" ha fracasado, su economía sólo se mantuvo a flote gracias a la expansión masiva de la deuda después que Beijing aprobó un paquete de estímulo de 650 mil millones de dólares en 2008. La posterior explosión del crédito bancario ha impulsado el gasto total en varios miles de millones de dólares hasta enlodar a los gobiernos locales con más de $ 2 billones de dólares en deuda, con recortes en las tasas de ganancia y con la expansión de una burbuja inmobiliaria que podría hundir el sistema bancario chino.
A pesar de la inundación de créditos baratos, el crecimiento sigue disminuyendo: se espera que llegue a 7 por ciento este año, muy por debajo del 8 por ciento que el PCCh considera necesario para mantener contenido el desempleo.
La dirección de Xi-Li también enfrenta la agresiva presión de Washington, que incrementa las operaciones para contener militarmente a China con el "giro a Asia" de la administración Obama. El objetivo es cercar a China con alianzas militares hostiles y con bases militares, antes de que el crecimiento económico y tecnológico de China cuestione la influencia de Washington en el Pacífico occidental.
Los ataques de libre mercado sobre la clase obrera son un área, sin embargo, en que el imperialismo estadounidense y la burocracia del PCCh están de acuerdo: los funcionarios del PCCh y las empresas transnacionales en China quieren impulsar la productividad y aumentar los beneficios. También hay un creciente descontento en los círculos gobernantes con los planteos salariales que el PCCh se vio obligado a conceder después de las oleadas de huelga iniciadas por los trabajadores de automóviles Honda en 2010, que ha llevado a que los negocios internacionales desplacen la producción hacia India o Vietnam.
Una importante demanda de Estados Unidos es desmantelar los 120 más grandes "monopolios estatales" chinos, una meta establecida en un informe, China 2030, que Li trabajó en conjunto con el Banco Mundial el año pasado. Con empresas estatales en sectores estratégicos como la energía, las telecomunicaciones y los ferrocarriles que sostienen miles de millones de dólares de activos, su privatización sería una gran bonanza para los mejores burócratas del PCCh, así como para sus socios de negocios en los bancos de inversión de Wall Street.
Muchos herederos de los líderes actuales y anteriores del PCCh, activos como capitalistas privados o como ejecutivos de la banca de inversión en la especulación de los bienes y recursos del Estado, podrían hacerse cargo de los enormes activos de las nuevas privatizaciones.
Xi y Li, que están llevando a cabo esta política, son adecuados representantes de la parásita "aristocracia roja", que surgió dentro del PCCh desde la restauración del capitalismo bajo Deng Xiaoping en los años 1980. Xi representa uno de los tipos sociales más odiados en China: un "principito", un niño de la generación anterior de altos burócratas que han acumulado poder y riqueza en la restauración capitalista.
Alumno de Li Yining, uno de los principales economistas de libre mercado, Li Keqiang ayudó a articular la doctrina oficial de los 90s, que justificó la última ola privatizadora que destruyó decenas de millones de puestos de trabajo.
La elite de negocios china, estrechamente relacionada con la burocracia del PCCh, está tratando de liberarse de las estructuras estatales remanentes dentro de la cual acumularon sus riquezas. Las políticas de libre mercado no sólo permitirían intensificar la explotación de los trabajadores y más altas tasas de beneficio, sino también darían una base jurídica más firme para la riqueza privada que han construido en China.
Con la adopción de esta política, el PCCh está fijando en curso de colisión con la clase obrera. Las presiones para una mayor productividad, los recortes salariales y el alto desempleo ya llevan a frecuentes enfrentamientos entre huelguistas y policías. Los llamados "incidentes de masas" se duplicaron desde 90.000 en 2006 a 180.000 en 2010, según las últimas estadísticas.
Al escribir en la prensa occidental, el PCCh pone de manifiesto los peligros que tiene previstos. Deng Yuwen, ex director adjunto de la Escuela Central del Partido del PCCh escribió en el Financial Times que si el gobierno cometiera algún gran error político "nadie puede garantizar que no vaya a estallar una revolución. Además, incluso si pudiera evitarse una conmoción en todo el país, todavía podría producirse una feroz turbulencia social local. Si el partido en el poder no puede hacer frente a estos arrebatos, podrían agravarse en una revolución".
Las insinuaciones de que vienen luchas revolucionarias de la clase obrera son testimonio de la quiebra histórica de la perspectiva estalinista del PCCh de "construir el socialismo en un solo país" después de la revolución de 1949. En el análisis final, la burocracia del PCCh restauró el capitalismo, en medio de los conflictos sociales y las luchas de la clase obrera de la década de 1970, ya que como el gran marxista León Trotsky había señalado, era imposible encontrar los recursos dentro de un país en particular para construir una sociedad socialista.
Tres décadas más tarde, la sociedad creada en China, basada en el acceso a la economía mundial a través de vínculos con el capital occidental, ha sido socavada por sus propias contradicciones. El PCCh mira hacia el exterior y ve el aumento de los riesgos de guerra con Estados Unidos y sus aliados, y en su propia casa ve la creciente amenaza de descontento de la clase obrera y la revolución.
John Chan
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