Anabel Hernández
2 de febrero de 2013
Desde los tiempos de la administración de Enrique
Peña Nieto en el Estado de México, las muertes asociadas a la violencia del
narcotráfico ya constituían un serio problema ahí. Hoy las cosas empeoran: la
entidad es un polvorín que se disputan al menos seis organizaciones criminales,
según revela un análisis de la Procuraduría General de la República consultado
por Proceso. De acuerdo con los autores del estudio,
gran parte de los municipios de la entidad están contaminados por la violencia
exacerbada por los enfrentamientos entre las bandas criminales que buscan el
control de la plaza. Ahora, advierten, la disputa incluye el territorio y la
población, de ahí las extorsiones, los secuestros y la trata de personas.
En el Estado de México, donde operan por lo menos seis organizaciones criminales, la pelea no es sólo por el control territorial, sino por la población como fuente de ingresos ilícitos a través del narcomenudeo, así como la extorsión, el secuestro y la trata de personas.
Así lo detalla un análisis elaborado por personal de las áreas de inteligencia de la Procuraduría General de la República (PGR) los últimos meses de la administración de Felipe Calderón que retrata la grave crisis de inseguridad y violencia que azota a la entidad gobernada por el priista Eruviel Ávila.
De acuerdo con el documento, las organizaciones en pugna son el llamado Cártel del Centro y la Nueva Administración –derivadas de la célula de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie; La Mano con Ojos –reminiscencia del cártel de los Beltrán Leyva con la que, según la investigación, aún tienen conexión–; La Familia Michoacana; Los Caballeros Templarios, y Los Zetas.
Asimismo, sostiene que las disputas son parte de los reacomodos de las bandas luego de los seis años de la llamada “guerra contra el narcotráfico” iniciada por Calderón. Los enfrentamientos se concentraran en los municipios mexiquenses colindantes con Michoacán y con el Distrito Federal, tanto en el oriente como en el norte.
Hoy, insiste el escrito al que este semanario tuvo acceso, el Estado de México en un auténtico polvorín. Las organizaciones criminales tienen presencia en por lo menos 25 de los 125 municipios de la entidad que gobierna Eruviel Ávila.
Y advierte: Las masacres de las primeras semanas del año son hechos “eventuales” e indican el inicio de una abierta disputa por los territorios mexiquenses y su población, pues la violencia llegó ya localidades que antes no estaban contaminadas.
En la colonia Ahuizotla, en Naucalpan de Juárez –colindante con la delegación Azcapotzalco–, por ejemplo, presuntos sicarios de Los Zetas llevan meses amedrentando por teléfono a los propietarios de negocios. Les piden una cuota mensual para que sigan operando; quienes se niegan son amenazados, explica el dueño de una mueblería, quien se niega a pagarles porque, dice, no tiene el dinero ni quiere volverse esclavo de los extorsionadores.
En Echegaray, una colonia de clase media, los vecinos comentan que recientemente se registró una balacera entre presuntos policías federales por la disputa de un botín que estaba en una casa de seguridad. En Los Remedios, colindante con la Basílica de Los Remedios, las extorsiones también están a la orden del día, según los vecinos.
Los antiguos amos del Estado de México
En los últimos años, sobre todo durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2005-2011), el cártel de los Beltrán Leyva afianzó su hegemonía en territorio mexiquense. Al principio eran socios de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; a partir de enero de 2008, tras el rompimiento de esa alianza, se acercaron a La Federación.
La organización tenía el control en Huixquilucan, Tlalnepantla, Atizapán, Naucalpan y Cuautitlán Izcalli, según el documento de la PGR. Huixquilucan era el centro de sus operaciones; ahí tenían casas de seguridad en las que solían reunirse Arturo Beltrán Leyva, Édgar Valdez Villarreal, Gerardo Vázquez, El Indio, y Sergio Barragán Villarreal, El Grande, entre otros. Su alianza con Los Zetas permitió a los Beltrán Leyva afianzar su presencia en la entidad.
El análisis oficial explica también que tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva en diciembre de 2009, el cártel de los Beltrán Leyva se fracturó. Por un lado quedaron Héctor Beltrán Leyva y Los Zetas; por otro, Édgar Valdez Villarreal, con El Indio, mientras que El Grande comenzó a operar por su parte.
De esas fracturas surgieron nuevas organizaciones, como El Cártel del Centro, la llamada Nueva Administración, cuyos integrantes tienen presencia en Huixquilucan, Cuautitlán, Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Coacalco y Nezahualcóyotl; también se formó La Mano con Ojos, con presencia en Atizapán, Naucalpan, Huixquilucan, Tlalnepantla y Cuautitlán Izcalli, según consigna el documento consultado por la reportera.
Y añade: “Los Beltrán Leyva limitaron también su
expansión territorial. De tener presencia en 12 estados –Baja California,
Coahuila, Quintana Roo, Nuevo León, Chiapas, Aguascalientes, Sonora, Sinaloa,
Nayarit, Morelos, Guerrero, Estado de México– y el Distrito Federal (hoy) sólo
conservan los últimos ocho territorios, algunos de los cuales se encuentran en
disputa”.
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