AMLO Presidente: Narcotráfico, Guerra, Seguridad y Guardia Nacional (I)
Arsinoé Oriehuela Ochoa
http://www.jornadaveracruz.com.mx/Post.aspx?id=190524_112214_137
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En un artículo publicado en marzo de 2018, especulé sobre las acciones o estrategias que impulsaría AMLO en materia de lucha contra el narcotráfico y seguridad en el caso de que resultara electo. Ya preveía el triunfo del tabasqueño en la elección presidencial de julio. Y por ello me anticipé a formular la pregunta "¿Qué va a hacer AMLO con el narco?" (https://bit.ly/2Et9Q8K) acaso siguiendo el tenor de las interrogaciones que sobre diversos temas la gente en México ya comenzaba a plantear. Y es claro que esta cuestión es la más delicada y compleja. Porque la violencia e inseguridad en México, especialmente la asociada al narcotráfico, no es un problema tangencial: es la principal preocupación del grueso de la población. A muchos les produce vergüenza; a otros –acaso más legítima que la vergüenza– indignación. Pero no es posible objetar u omitir que se trata de un país en el que la tortura, el homicidio, la masacre, el secuestro y la mutilación, las fosas clandestinas y los cuerpos desmembrados son el pan de cada día, el entorno cotidiano en el que discurren nuestras vidas. A tal escenario de horror nos condenaron los conservadores. ¡Prohibido olvidar!
(A modo de paréntesis, aplaudo la iniciativa de agrupar a los gobiernos neoliberales bajo la categoría de "conservadores". Es mucho más exacta e ilustrativa que "neoliberal", que a menudo conduce a pensar que se trata de algo nuevo y liberal, cuando es más mohoso y añejo que el cano bigote de Porfirio Díaz. El prefijo "neo" básicamente designa una "novedosa" forma de concebir a la persona: a saber, la "persona moral"; léase, una empresa privada o corporación. Y "liberal", que todos aquellos derechos que el liberalismo clásico situaba en el individuo frente a la otrora institución dominante, el Estado, ahora reposarían en la nueva definición de persona: sí, la empresa privada. Sin reparar, por cierto, en el hecho de que la empresa privada llegó a aventajar en poder a las estructuras gubernativas justamente reclamando para sí tales derechos. En suma, el periodo neoliberal significó la restauración de relaciones políticas basadas puramente en la esencia privilegiada de la propiedad privada. Tal fenómeno político no es nuevo ni es liberal. En clave desideologizada: ¡es conservadurismo!).
Los escenarios trazados en aquella publicación de 2018 respondían apenas a un primer acercamiento teórico en relación con las posibles perspectivas que, en materia de seguridad, abrazaría la 4T, considerando, por supuesto, los alcances y limitaciones de un gobierno liberal encabezado por la figura de Andrés Manuel López Obrador, y atendiendo las trayectorias necrológicas, no menos decisivas, que transita nuestro país. A 6 meses del cambio de gobierno, y tras la publicación del Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, es posible actualizar la reflexión e introducir elementos de análisis más sólidos y especializados.
El capítulo del Plan que más polémica e intranquilidad suscitó es el concerniente a la Guardia Nacional. Aunque comparto la reserva, considero, no obstante, que la única manera de evaluar seriamente tal figura, sin las habituales distorsiones ideológicas, es retrocediendo por lo menos tres capítulos atrás en la historia reciente de nuestro país. Por tal motivo, resolví dedicar cuatro entregas al objeto de discusión en cuestión. Cada una de estas entregas –la primera será facilitada la próxima semana– aborda una problemática específica, aunque conexa con la problemática general y cuyo colofón es la Guardia Nacional, aun cuando no se trate –esta última– de la variable de mayor relevancia en la ecuación. El orden de las entregas responde al orden jerárquico de las causas que a nuestro juicio dispararon la tragedia nacional, y a las fórmulas que desde el Estado los diferentes gobiernos conservadores prohijaron para atenuar –fallidamente– tal tragedia. A partir del aislamiento e interconexión de los objetos de análisis –Narcotráfico, Guerra, Seguridad– será posible valorar la pertinencia, autenticidad y legitimidad de la Guardia Nacional. No sin reconocer que la materia que nos ocupa está atravesada por inercias, acuerdos e intereses creados que escapan al marco de análisis que propongo.
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