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Mientras la renegociación del TLCAN se está prolongando por un año, México y Estados Unidos pueden llegar a un próximo acuerdo sin la participación de Canadá, con la industria automotriz en el ojo de la tormenta.La industria automotriz mexicana atrae más IED que cualquier otra industria con un crecimiento cuatro veces superior al PIB nacional.
Aquí se ensambla el 4% de los vehículos producidos en el mundo, consolidando a México como el primer productor de América Latina y el séptimo del mundo.
Pero la industria automotriz está enfrentando duros golpes. En el primer semestre de 2018 la venta de autos ligeros disminuyó un 8% y la de vehículos pesados un 9%. También cayeron las ventas, Nissan un 16%, General Motors un 13.2% y Volkswagen un 22%. La incertidumbre sobre la negociación del TLCAN es uno de los factores que explica la crisis, junto con el pasado proceso electoral, el aumento de las tasas de interés y la volatilidad cambiaria.
México aceptó las demandas presentadas por Estados Unidos que incluían un porcentaje de entre el 40 y 45% del contenido de los vehículos fabricados en la región proveniente de fábricas que pagan 16 dólares la hora o más. Trató de obtener un cambio progresivo de 10 años ya que los trabajadores mexicanos de la industria ganan entre 3 y 4 dólares la hora y ahora busca acordar un periodo de transición de cinco años. También aceptó como regla general elevar el valor del contenido regional para los automóviles de 62.5 a 75%.
Los negociadores mexicanos se afirmaron en no eliminar el Capítulo 20 de resolución de controversias Estado-Estado y en no incorporar la cláusula de terminación quinquenal conocida como Cláusula Sunset, algo en lo que Estados Unidos retrocedió.
A cambio de estas concesiones recibidas y ofrecidas Estados Unidos anularía diferentes aranceles aplicados a México: del 25% al acero, del 10% al aluminio y del 25% a los automóviles. También retiró pretensiones para limitar exportaciones de algunos productos mexicanos al mercado estadounidense.
Con razón Donald Trump dijo que “el trato con México va bastante bien. Los trabajadores automotrices y los agricultores deben ser atendidos o no habrá trato. El nuevo presidente de México ha sido un caballero absoluto”.
Desde hace un mes la negociación del TLCAN se lleva por separado entre México y Estados Unidos, con la participación del negociador designado por el próximo gobierno, el Ing. Jesús Seade Kuri. El actual negociador mexicano Ildefonso Guajardo afirmó que “estamos esperanzados de que podamos tener reuniones trilaterales pronto”.
El acuerdo aceptado por México implica un desafío para la industria mexicana. La tendencia de los fabricantes y autopartistas es mantener las actuales reglas de origen, mientras que los sindicatos americanos exigen elevar el porcentaje regional, lo que finalmente lograron.
Es probable que un determinado segmento de la industria mexicana tenga dificultades en escalar hasta cumplir con los nuevos requisitos y quede fuera del TLCAN.
La necesidad de reemplazar insumos importados con productos de origen nacional para evitar la salida de empresas obliga a modernizar la industria e incrementar la capacidad exportadora del país. Anclar la inversión en Estados y municipios requiere la corresponsabilidad de las autoridades, las organizaciones privadas y la industria nacional para la localización de proveeduría nacional.
Esta integración de contenido nacional debe escalar en sueldos y salarios, un componente de la propuesta de Estados Unidos sobre las reglas de origen. Así lo expuso el Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (Index) al presidente electo Andrés Manuel López Obrador solicitando incentivos fiscales a las empresas que añadan contenido nacional, una vez que se haya comprobado el resultado.
La inversión en capital humano puede ser el nuevo signo, no sólo de las políticas sociales sino de la producción mexicana y la inserción en la economía mundial. La mano de obra debe incorporar nuevas habilidades, como el big data, la automatización, la robotización y la cyberseguridad. La innovación genera el mayor valor agregado necesario para que las cadenas productivas y los clústers pongan la producción mexicana en la región y en el mundo y para que los distintos sectores tengan sinergias entre sí en pro de la competitividad y productividad.
El desafío no es sencillo, pero cinco señales alentadoras aparecen en el camino:
En primer lugar el optimismo de los mercados en relación al nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Esperan que cumpla con su oferta de no caer en déficit fiscal, no aumentar la deuda, no cancelar la construcción del NAIM y continuar con la reforma energética. La iniciativa del nuevo gobierno de considerar delito grave a la falsificación de facturas apunta en esa dirección y nada hace suponer que se desviará de ello.
En segundo lugar los resultados positivos del estímulo fiscal en Estados Unidos comenzarán a decaer en el próximo año 2019. Si bien el crecimiento económico continuará en el resto del año 2018, se ralentizará en 2019 por debajo del 3% planteado por el gobierno de Donald Trump, En contrapartida López Obrador reducirá tajantemente el gasto de la administración central y se enfocará en la inversión pública, lo que augura mejores momentos para el crecimiento económico.
En tercer lugar México, Canadá y Alemania aumentaron sus exportaciones de productos de acero a Estados Unidos en el primer semestre del 2018, mientras el resto de los proveedores mundiales descendieron en sus ventas. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos escalaron a una tasa interanual de 12.1%, hasta llegar a las 1.784.000 toneladas. De ahí la importancia de acordar la quita de aranceles a la importación de bienes correspondientes a la Sección 232 del TLCAN, referida a las importaciones de acero y aluminio en Estados Unidos y potencialmente automóviles y uranio.
En cuarto lugar la economía china sigue enfriándose, mientras Estados Unidos se prepara para imponer otra ronda adicional de aranceles, luego de que la inversión en los primeros siete meses del año se desaceleró a un mínimo histórico y las ventas minoristas se debilitaron.
Por último el peso mexicano sí ha sentido el impacto de la crisis política y arancelaria en Turquía como todo país emergente, pero ha logrado sostenerse mejor que otros países en parte por los avances en la negociación del TLCAN. La calificadora de riesgo Moody’s afirmó en su calificación crediticia la estabilidad de la mayoría de los sectores productivos mexicanos.
México debe aprender que existe un mundo con Estados Unidos pero también un mundo más allá de Estados Unidos, donde hay otros mercados para comercializar de los cuales sabemos poco. Ello implica lidiar con una mayor complejidad y adquirir nuevas habilidades para relacionarse con otras economías y otras culturas.
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